Quim Torra acude a un acto de puntillas para alentar la desobediencia
Torra asiste a unas jornadas de Òmnium para promover la desobediencia civil, pero los responsables de la entidad le ignoran en sus intervenciones
«Lo volveremos a hacer», proclamó el presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, en su alegato final en el Tribunal Supremo, y el presidente de la Generalitat, Quim Torra, lo suscribió inmediatamente y, al día siguiente, lo reiteró en sede parlamentaria. Este miércoles por la mañana, y con esa frase como lema, Òmnium inauguraba unas jornadas con las que la entidad da el pistoletazo de salida a una campaña de iniciativas de desobediencia civil tomando como divisa la frase de Cuixart.
«No es un eslogan publicitario ni una fórmula retórica, es una declaración de principios», advirtió el periodista y miembro de la junta de Òmnium Xavier Antich. Y ahí, en primera fila entre el público, estaba Torra apadrinando la apuesta.
Otra cosa es que fue casi como si no estuviera. Ni intervino ni tampoco Antich ni el vicepresidente de Òmnium, Marcel Mauri, los dos responsables de la entidad a cuyas alocuciones asistió el president, hicieron la más mínima referencia a su presencia en la sala, a diferencia de lo que se hace siempre en estos casos cuando hay autoridades entre el público. No se puede tener un perfil más bajo teniendo un cargo tan elevado.
Cuixart como faro
Cuixart es, de entre todos los líderes independentistas encarcelados, el que más profundamente ha interiorizado la condición de «preso político» que el conjunto del soberanismo atribuye a los procesados en prisión preventiva. Y la entidad que preside ha asumido a fondo ese planteamiento.
Y las jornadas que celebra este jueves y este viernes en el centro cultural de El Born de Barcelona, consagradas a ejemplos de desobediencia civil como herramienta de transformación de la sociedad, sirven como prólogo a la publicación del nuevo libro de Cuixart, Ho tornarem a fer, que edita Ara Llibres y sale a la venta la semana que viene, y es el frontiscipio de una batería de acciones de protesta y desobediencia que Òmnium planea pero que, por el momento, no ha concretado.
Los «referentes morales» de Òmnium
Tanto Mauri como Antich desgranaron en la inauguración de las jornadas numerosos ejemplos de desobediencia civil, tanto históricos, como la marcha de la sal de Gandhi a la negativa de Rosa Parks a ceder el asiento del autobús a un blanco, como contemporáneos, apartado en el que Antich citó al Open Arms, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca o a «todos los que desafían la ley mordaza».
Son «referentes morales», para la entidad independentista, como también varios de los participantes en las jornadas, un electo que incluye a los exdiputados de laCUP Gabriela Serra y David Fernández; el abogado de Cuixart, Benet Salellas; la escritoray dirigente de laAssemblea Nacional Catalana (ANC) LIz Castro; la cofundadora de las Madres de la Plaza de Mayo Nora Cortiñas, y otros activistas en el independentismo, el el pacifismo, el ecologismo o el feminismo.
Antich recurrió también a citas de Hannah Arendt, Henry David Thoreau o Antonio Gramsci para incidir en la importancia de la desobediencia civil para hacer frente «a leyes muy mayoritariamente consideradas como injustas» y advirtió que las jornadas «no son una seta, sino el comienzo de una serie de iniciativas que Òmnium pretende activar, desarrollar y multiplicar en los próximos meses».
Un «instrumento político» frente a la desorientación de Torra
De ese modo, y tras la sentencia, que se espera en las próximas semanas o meses y que para Mauri marcará el inicio de una nueva etapa del proceso independentista, Òmnium pretende, inspirado por el pensamiento de Cuixart, ejercer de «guía para los próximos años», en palabras de su número dos. Al fin y al cabo, la desobediencia civil, remachó Antich, es «un instrumento de acción política masiva» que puede servir ante la «desorientación» del independentismo por la «falta de consenso» estratégico sobre objetivos y la línea a seguir de ahora en adelante, una pulla dirigida a los partidos y al govern que el presidente de la Generalitat encajó sin rechistar.
De hecho, Torra, que antes había promocionado el acto en su cuenta de Twitter, optó por hacer acto de presencia, avalando así una estrategia que encaja con sus apelaciones a la movilización permanente de la sociedad civil, pero lo hizo casi como si fuera uno más entre el público. Torra llegó, le regalaron un ejemplar del libro de Cuixart, se sentó en primera fila, asistió a la media hora inaugural del simposio y se fue sin hacer ruido.
Ese perfil bajo le evitaba significarse demasiado a favor de una apuesta, la de Òmnium, que sigue sin concretarse y que de momento no tiene un correlato que vaya en el mismo sentido, el de la desobediencia, en el seno de su gobierno, que ha incumplido la mayoría de compromisos en clave independentista que hizo Torra al tomar posesión de su cargo.
Lo más lejos que hasta ahora ha llegado el president ha sido a resistirse a retirar los símbolos independentistas de las dependencias de la Generalitat en campaña electoral tras la orden en ese sentido de la Junta Electoral Central (JEC), un episodio por el que Torra está encausado en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). En todo caso, esa desobediencia que le imputa el juez instructor de la causa no fue del tipo desacomplejado que propugna Òmnium, sino que estuvo sustentada en subterfugios como remitirse a la oponión del Síndic de Greuges para dilatar la retirada de los símbolos o sustituirlos por otros parecidos.
Sea como fuere, este jueves en el Born Torra no solo no intervino, sino que ni Mauri ni Antich lo mentaron en ningún durante sus intervenciones, tras las cuales, Torra abanonó el recinto rápidamente. El president dedicaba el resto de la jornada a reuniones con entidades y partidos enmarcadas en la ronda de conversaciones con agentes independentistas de cara a rehacer esa unidad estratégica cuya búsqueda es el nuevo mantra estratégico al que se ha entregado el president.
Está por ver si el extraño episodio supone un ninguneo al president por parte de la entidad o más bien un intento del president de quedar bien con la misma pero pasando de puntillas por el acto. Fuentes de Òmnium consultadas al respecto se limitaron a quitar hierro a la circunstancia y subrayar que cuando el president llegó, antes de empezar el acto, sí saludó y despachó cordialmente con los responsables de la entidad.