Puigdemont y Torra miden a Sánchez, ensañándose con el Rey
No es de extrañar que, tras vulnerar la Constitución y los derechos del Parlament, Puigdemont y Torra ahora rompan la amarra de la Corona
Leemos en las crónicas que el presidente catalán Quim Torra ha roto relaciones con la Casa Real. El acontecimiento ha de ceñirse a los sucesos ocurridos en Tarragona con motivo de la visita del Rey Felipe VI a Tarragona para inaugurar los Juegos del Mediterráneo.
En la cronología de los postureos de Torra, hay que señalar que había recibido órdenes o había acordado con Carles Puigdemont no acudir a los actos que iba a presidir el Rey.
Por la mañana rectificó y anunció que acudiría, cambio que se produjo por presiones de empresarios y otros medios de la sociedad civil de Tarragona, que es la provincia catalana con menos densidad independentista. A media tarde acudió a una manifestación de protesta por la presencia del Rey.
En buena lógica, Torra debía entregarle el libro del 1-O a Sánchez y no al Rey
A continuación, anunció la ruptura con la Corona y después aplaudió mesuradamente el himno nacional de España compartiendo tribuna en el acto que presidía el Rey.
Como no se atrevió a mayores desafíos, le entregó al Rey, como niño mal criado, un memorándum de los supuestos mil heridos en la manifestación del 1 de octubre. En buena lógica, le debería haber entregado una copia al presidente del gobierno.
Sin que sepamos exactamente el significado y alcance de esa «ruptura», no nos puede extrañar que quien ha roto con la Constitución y vulnerado los derechos del Parlament siga rompiendo otras amarras.
Como tiene que personalizarse un culpable español, Puigdemont y Torra echaron mano del Rey Felipe VI
El secesionismo, o por lo menos Puigdemont y Torra, han decidido personalizar en el Rey la confrontación del conflicto secesionista. Desaparecido del mapa Mariano Rajoy, no conviene a su estrategia recordar que Pedro Sánchez formó parte del bloque constitucionalista que impulsó el artículo 155.
En consecuencia, como tiene que personalizarse un culpable español, han echado mano de Felipe VI. Ahora, hay que salvar al presidente de Gobierno, por lo menos hasta la celebración el día 9 de la reunión en La Moncloa.
Cuenta con la ventaja de que el presidente lo es de un gobierno respetuoso con la Constitución y no puede romper –tampoco lo desea Sánchez– relaciones con la Generalitat.
Como en casi todas sus iniciativas, Sánchez sigue en estado de gracia por su política hacia Cataluña. Después de tantos años de vacío político de Rajoy en estos asuntos, sus gestos y anuncios tendentes a la distensión han cuajado positivamente.
La distención requiere muestras inmediatas de correspondencia para no caer en la cesión
Convendría hacer algunas reflexiones sobre estos asuntos.
La distensión en política es la realización de gestos en un clima de confrontación buscando acercamiento entre las partes. Requieren muestras inmediatas de correspondencia de la otra parte para no caer dentro de la clasificación de pura cesión.
En pocos días, se ha anunciado la voluntad de acercar los políticos presos a cárceles catalanas, se han levantado todos los controles sobre las finanzas y se ha aplazado sin fecha cualquier iniciativa sobre la financiación autonómica.
También se ha ofrecido, por encima del criterio del Tribunal Constitucional, volver al texto del Estatut anterior a la sentencia y retirar recursos ante este organismo. El colofón, una foto en la escalinata del Palacio de La Moncloa.
¿Estaban negociados estos asuntos antes de la moción de censura?
Sin duda una batería importantísima de actos de distensión. ¿Y desde la otra parte?
Tengo que confesar que he intentado encontrar un solo gesto de Torra en aras de cualquier entendimiento, porque romper relaciones con la Corona debiera tener un coste. ¿Por qué nadie ha echado en falta una reacción del gobierno ante ese gesto de hostilidad que sin duda ofende a la mayoría de los españoles?
Lamento ensombrecer el optimismo que reina en estos asuntos. Cuando en una negociación se ofrecen cesiones sin ninguna contraprestación, la otra parte considera que son conquistas que no se tienen que corresponder.
¿Está acelerado el presidente de gobierno con el tema catalán? ¿Se trata de asuntos que estaban negociados antes de la moción de censura?
¿Se considera amortizado el pacto constitucional?
Cuando se serenen las aguas desbordadas por la alegría de haber conducido a Rajoy al Registro de Santa Pola, convendría preguntarse qué ha pasado con el pacto constitucional y si ya se considera amortizado.
También sería necesario demostrar que detrás de tanta generosidad anticipada con Puigdemont y Torra hay algo más que las ansias por un resultado que no está ni mucho menos garantizado.
Cerrar el camino a las tesis de Ciudadanos en el tema catalán, ¿justifica la falta de comunicación sobre estas decisiones con el Partido Popular y con el partido naranja, hasta ayer pilares de defensa de la Constitución y hoy en riesgo de considerarse apestados?
Una falta de respaldo del gobierno al Rey sería incomprensible
Hay otro asunto, quizá más peliagudo.
Hay consenso en que el Rey arriesgó mucho y fue fundamental en su discurso del 3 de octubre. Dio la cara, como hizo su padre el 23-F.
¿No sería razonable y exigible un acto de respaldo al Rey del presidente de gobierno, después de los desplantes inferidos en los actos de Tarragona?
Una imagen de falta de respaldo del gobierno al Rey puede ser tan incomprensible como si el Rey se hubiera quedado callado cuando salió en defensa del ejecutivo respaldando la Constitución.
Culpan al Rey de las cargas policiales que decidió el gobierno de España
Y encima, ahora le echan la culpa al Rey de las cargas policiales que decidió, para bien o para mal, el gobierno de España.
A veces cunde la impresión de que, para compensar y marcar distancias con los años de inacción política de Rajoy, Sánchez está desbocado por demostrar que puede enfocar un problema extraordinariamente complejo con actos que pueden parecer regalos sin contraprestación.
Ni tanto, ni tan calvo.