Por qué Naturgy, Repsol e Iberdrola esquivan el ERTE
Las empresas de energía están esquivando la avalancha de expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) que azota a otros sectores
El sector de la energía esquiva el impacto de la crisis del coronavirus en sus plantillas. El parón de la actividad económica para evitar la propagación de la pandemia se deja sentir, sin embargo, en la demanda de electricidad, que se resiente desde que arrancó el periodo de confinamiento. Y, pese a ello, la industria parece que escapa a la avalancha de Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que azota a otras empresas.
El energético es un sector de interés económico esencial, por lo que su actividad no se ha detenido aunque la demanda de electricidad sí ha registrado un descenso. Y es precisamente su idiosincrasia la que hace que sea muy complicado llevar a cabo reducciones de personal: se trata de un sector que debe mantenerse en funcionamiento para garantizar el abastecimiento de un servicio esencial.
“Es un sector estratégico en el que no se puede detener la actividad: la electricidad y el gas tienen que seguir llegando a los consumidores y las gasolineras para estar disponibles para las ambulancias, policía, bomberos, camiones de reparto… Por ello, el recurso de los ERTE no es tan evidente como en otros sectores”, apunta Alberto Martín Rivals, socio responsable de Energía y Recursos Naturales de KPMG, en una entrevista con Business Insider.
A diferencia de una fábrica, que puede recortar su capacidad productiva, las compañías de energía deben mantener su operativa y, por tanto, el trabajo de sus empleados se vuelve imprescindible. “La plantilla, en este sentido, es muy rígida”, explica el profesor Enric Bartlett, profesor de Derecho Público de Esade Law School, en declaraciones a Business Insider.
Además, las grandes empresas del sector cuentan con un fuerte músculo financiero que les permite esquivar con mayor agilidad el impacto de esta situación, explica Ignacio Cantos, director de inversiones de ATL Capital, y coincide Bartlett. «La mayor parte de grandes empresas ofrecen servicios centrales. Lo que sí han hecho es parar todos sus planes de inversión, como ha sido el caso de Shell o Repsol», apunta Cantos.
En su análisis, Bartlett diferencia entre las cuatro actividades empresariales que aglutinan las empresas energéticas (y que también se pueden ser aplicadas al gas natural). Cada una de ellas tiene su casuística: las que se dedican a la producción de electricidad, al transporte, a la distribución y a la comercialización. En España, hay grandes grupos del sector que realizan 3 de estas actividades.
De la producción de electricidad a la comercialización
Ni los parques eólicos ni las plantas de carbón pueden dejar de funcionar si se quiere garantizar el abastecimiento de electricidad. Las centrales nucleares no pueden detener su actividad “porque los ciclos de parado y arranque duran varios días”, explica Bartlett. No es el caso de las centrales de ciclo de combinado de gas. Se puede detener su funcionamiento en poco tiempo pero su función es de refuerzo de las renovables.
De esta forma, “en un día sin sol ni viento, la empresa debe estar preparada para poner el marcha la central si el operador del sistema lo solicita», asegura el profesor de Esade.»No se puede enviar a casa a esta gente. A lo mejor la central está parada pero tienen que estar trabajando por si es necesario ponerla en marcha”.
En el caso del transporte es necesario que haya personal para inyectar al sistema la electricidad que demanda. “Tienen que hacer un ajuste constante en función de la demanda. Tendrán, de hecho, más trabajo de lo habitual por estas circunstancias insólitas”, subraya Bartlett, que avanza que, en el caso de la distribución eléctrica, se necesita personal para garantizar el correcto funcionamiento y atender las averías.
Son más vulnerables, en cualquier caso, las empresas de comercialización de electricidad. Se verán impactadas directamente por la caída de la demanda. La bajada de consumo, unida al descenso de los precios del mercado eléctrico, implica que los consumidores “pagaremos menos por una electricidad que han comprado por anticipado y un precio mayor del que ahora fijarán para venderla”, matiza Bartlett.
Iberdrola refuerza sus inversiones y Repsol las reduce
Así es que, en esta situación, los grandes grupos energéticos tratan de parar el golpe y de hacer frente a esta crisis del coronavirus. “Varias empresas, en especial las petroleras, han anunciado ya en todo el mundo planes de recorte de sus inversiones y costes, en particular en el área de exploración y producción, ya que la demanda de petróleo ha caído un 30% a nivel mundial», contextualiza el experto de KPMG.
Cada una opta por una estrategia. En su caso, Iberdrola ha apostado por aprovechar su músculo financiero para convertirse en motor de la economía. Su estrategia ha pasado por realizar pedidos a sus proveedores por más de 3.800 millones de euros y compras que superan los 20.000 millones hasta 2023, un mecanismo con el que trata de dar certidumbre a las empresas con las que trabaja y garantizar el empleo.
Además, la compañía presidida por Ignacio Sánchez Galán ha avanzado que invertirá 10.000 millones de euros en 2020 y que creará 5.000 nuevos puestos de trabajo.
Cepsa, por su parte continúa con la actividad habitual tanto en sus estaciones de servicio como en su actividad fabril para garantizar el abastecimiento y el suministro. Fuentes de la compañía apuntan a Business Insider que la petrolera defiende que se pongan en marcha medidas de flexibilidad para cualquier tipo de actividad del sector y así evitar que se produzcan cierres temporales forzados “de una instalación o una reducción proporcional de su actividad”.
“La caída del precio del petróleo es consecuencia en gran parte de la caída de la demanda, por lo que asistimos a un doble efecto sobre las petroleras: una menor rentabilidad en sus pozos de producción (que tienen que vender su producción a menor precio) y un menor volumen de ventas en sus refinerías y puntos de suministro.”, explica Martín.
Otra petrolera, Repsol, también ha esquivado las reducciones de plantilla por el momento pero ha optado por otro tipo de medidas. El grupo anunció la pasada semana una reducción de un 26% en su inversión prevista para el 2020 con el fin de evitar ajustes en su personal. La compañía anunció un plan que incluye una rebaja de los gastos operativos en 350 millones de euros, de las inversiones en 1.000 millones de euros y optimizaciones de capital circulante de casi 800 millones de euros respecto a los planes previstos.
Unos planes que mantienen la remuneración al accionista de un euro bruto por acción y que, recuerdan fuentes de la compañía a Business Insider, se actualizarán en la próxima junta de accionistas del 8 de mayo. También Naturgy y Endesa esperarán a mayo para reunir a sus inversores y lanzar sus planes estratégicos ante la crisis del coronavirus.
En todo caso, el profesor de Derecho Público de Esade vaticina que tampoco asistiremos a ERTE en las pequeñas comercializadoras “ya que una parte de su demanda y sus contratos tendrían que desplazarse a otras comercializadoras para mantener el suministro”.
Aplazan el pago de facturas a sus clientes
Más allá de los planes estratégicos, las compañías han puesto sobre la mesa medidas para ayudar a sus clientes a sobrellevar el pago de sus facturas. Mientras Iberdrola ha optado por fraccionar el pago de los recibos durante un año, Naturgy concede la posibilidad de prorrogar las facturas durante seis meses y Endesa anunció, en un primer momento, que no efectuaría ningún corte de la luz por impago de la factura durante esta situación excepcional.
Otras comercializadoras más pequeñas, como Holaluz, se han centrado en ayudar a las pymes a que su factura sea cero, avanza Carlota Pi, en un encuentro realizado por videoconferencia y organizado por SeedRocket. La fundadora de la comercializadora asegura que trata buscar soluciones adaptadas a cada uno de los clientes de la compañía.
En este marco, las empresas ponen en marcha sus estrategias para mitigar el impacto de la crisis del coronarivus. Aún así, Bartlett estima que el resultado lo determinará el tiempo que dure esta situación de confinamiento y parón de la actividad. El profesor de Esade estima que, si las medidas se mantienen poco tiempo más, no tendrán un gran impacto en los planes estratégicos a largo plazo, con la vista puesta en el horizonte 2030. Todo ello dependerá, eso sí, de los planes de estímulo que pongan en marcha los Estados.
Entra en juego, además, la caída de los precios del petróleo. Mientras el precio del barril continúe en estos niveles tan bajos se beneficiarán «algunos comercializadores puros de electricidad y gas cuya demanda no ha caído tanto y que se están suministrando en el mercado diario, donde los precios han bajado, en buena parte, por un menor precio del petróleo”.
Noticia original: Business Insider
Autor: Lidia Montes