Por qué Moderna y Pfizer no tendrán la vacuna para las elecciones
La escasez de variedad en el voluntariado de la fase III de los ensayos clínicos, en su mayoría mujeres blancas con estudios, podría ralentizar las pruebas
Las grandes farmacéuticas estadounidenses en la carrera de la vacuna contra el coronavirus avanzan a contrarreloj. Pese a los esfuerzos de Donald Trump de aprobar una vacuna antes de las elecciones del 3 de noviembre, cada vez son más las voces dentro de su propia administración que señalan que es poco probable que esto ocurra por un motivo muy concreto: la propia biología.
Moderna y Pfizer son las dos candidatas más avanzadas. Ambas empezaron la tercera y última fase del ensayo clínico el pasado mes de julio y, según los cálculos de los expertos, la duración de esta etapa debería ser de siete meses (o cinco en el caso de que la investigación demostrara que la vacuna es altamente efectiva). En el mejor de los casos el lanzamiento podría ser en diciembre.
Pero, de momento, los estudios no están en condiciones de acelerarse a pesar de los buenos resultados obtenidos hasta el momento. Y es la composición del voluntariado lo que le frena.
Voluntarios poco expuestos a la Covid-19
Para la última etapa es necesario contar con 30.000 personas como mínimo. A la mitad se le administra la vacuna y al resto un placebo. Tras la inyección, cada una sigue con su vida a la espera de ver cuántos de cada grupo enferman de Covid-19. Las farmacéuticas intentan que los participantes formen parte de distintos tipos de población y pertenezcan a diferentes ubicaciones. Y el problema reside en que no lo están consiguiendo.
«Todo dependerá de qué tan rápido haya casos positivos y del número de contagios en cada uno de los grupos”, explicó Robert Frenck, director del Centro de Investigación de Vacunas del Hospital de Niños de Cincinnati, en declaraciones a la CNN. “Realmente es un juego de números”, escribió.
La duración de la fase III depende, por lo tanto, de la probabilidad de que los voluntarios entre en contacto con el virus en su día a día. Pero, si los voluntarios trabajan desde casa, usan mascarillas o en ningún caso se ponen en peligro, el tiempo del ensayo podría alargarse hasta que logre infectarse un número de gente significativo.
Mujeres blancas con estudios
Es en este punto donde las investigaciones de Moderna y Pfizer encuentran un obstáculo. “Por lo general, quienes se ofrecen como voluntarios para los ensayos clínicos tienden a ser mujeres blancas con educación universitaria», aseguró Frenck. Justo estas tres características forman parte de un grupo de riesgo menos expuesto. Y ambas compañías anunciaron que las tres cuartas partes de su voluntariado son personas blancas.
En este sentido, según la Oficina de Estadísticas Laborales de los Estados Unidos, los blancos tienen más posibilidad de teletrabajar. Además, los trabajadores esenciales tienen un alto riesgo de contraer la Covid-19, y aunque los blancos suman el 60% de la población, representan solo el 55% de los trabajadores esenciales, según el Instituto de Política Económica, recoge la CNN.
Por otro lado, las personas con educación universitaria tienen menos probabilidades de ser trabajadores esenciales y más posibilidades de poder trabajar desde casa. Ni Moderna y Pfizer han querido publicar por el momento el nivel de educación de sus participantes, lo que implica malas noticias.
«Estas son las primeras pruebas, y no sabemos qué tan eficientemente lograremos conclusiones finales de las pruebas. ¿Será una línea recta, fácilmente definida, o más parecido a un sendero sinuoso con curvas? Estamos en aguas desconocidas”, ha indicado Larry Corey, quien dirige un grupo creado por los Institutos Nacionales de Salud para trabajar en las vacunas contra el coronavirus.
Para Corey, las posibilidades de disponer de una vacuna en octubre son muy bajas. Este experto comparte opinión con el asesor principal del programa Warp Speed, Moncef Slaoui, quien hace unos días afirmó a la NPR que era “extremadamente improbable, pero no imposible» que una vacuna anti Covid-19 pudiera ser autorizada para uso de emergencia por parte de la Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) antes de finales de octubre.
Las farmacéuticas se rebelan contra Trump
Ante esta situación, las farmacéuticas líderes en la carrera prentenden plantarse contra Trump. Moderna, Pfizer, Johnson & Johsnson, GlaxoSmithKline y Sanofi, entre otras, planean elaborar un compromiso público por el que ninguna de ellas enviará su investigación a la FDA sin antes proporcionar datos completos de seguridad y eficacia.
Bloomberg ha adelantó el viernes pasado que, según fuentes anónimas involucradas en el asunto, estas empresas presentarán esta semana un documento para criticar la presión política que la Administración Trump ejerce sobre el regulador de medicamentos.