¿Por qué Esquerra no quiere ganar las europeas?
Junqueras teme que si CiU queda por detrás se debilite la figura de Artur Mas y el proceso soberanista
Hay una frase que los dirigentes de CiU y de Esquerra Republicana repiten de forma constante, en foros muy distintos. Depende del interlocutor que tengan a mano, pero tampoco disimulan mucho. Los de la federación nacionalista dicen: “¿Y qué hará Esquerra con tantos diputados, de qué les servirá?”. Y los de Esquerra aseguran: “¿Para qué queremos 43 o 44 diputados, para gobernar ahora?”
La conclusión es que las dos fuerzas políticas se han entrelazado, pero una se beneficia más que la otra. Los republicanos han aprendido las lecciones del pasado más reciente. Y ya viven, sin rubor, a costa de CiU con el argumento de que, así, se beneficia a un proyecto político superior y de mayor trascendencia: la independencia de Catalunya.
Tras el ‘no’ del Congreso
Todo ello es importante para analizar lo que pueda ocurrir en los próximos meses. El Govern de Artur Mas, después de que el Congreso votara este pasado martes en contra del derecho a decidir, y de transferir la competencia estatal a la Generalitat para poder convocar la consulta fijada para el 9 de noviembre, deberá pensar muy bien su estrategia. Mas desea convocar esa consulta bajo el amparo de una ley del Parlament. Pero eso lo hará en septiembre, justo después de la Diada.
En mayo, sin embargo, hay elecciones al Parlamento Europeo. Y son los comicios que el Gobierno que preside Mariano Rajoy considera que pueden ser determinantes. Si CiU recibe un varapalo importante, si queda por debajo de Esquerra Republicana, el Ejecutivo del PP entiende que los dos partidos de la federación, Convergència, y Unió Democràtica, podrían ser el semillero de disputas importantes, de que se podría poner en cuestión lo que se ha hecho hasta ahora, y que el liderazgo de Artur Mas se podría debilitar.
Los planes de Esquerra
Ese convencimiento del Gobierno español coincide con las reflexiones de dirigentes veteranos de Convergència, que no entienden dos cuestiones que para ellos eran innegociables: la erosión enorme de Convergència, que pierde su centralidad en la política catalana y española, y la muerte del PSC, el socio político con el que se ha construido la Catalunya moderna que nace con la transición. Si la derrota en las europeas es seria, esos sectores críticos podrían alzarse por primera vez.
Esa información la conoce la dirección de Esquerra. Los republicanos, en Barcelona y en Madrid, comienzan a interiorizar los planes del Gobierno español, que no son otros que esperar y comprobar si Artur Mas es capaz o no de resistir toda la presión que comporta su plan soberanista.
Y la conclusión es muy clara: “A nosotros nos interesa tener un voto menos que CiU en las europeas, para que no quede debilitado el President Mas, aunque tengamos nuestro aliento en su cogote”. Es decir, que Esquerra quede por debajo, para que CiU mantenga una cierta estabilidad interna y Mas pueda seguir liderando el proceso sin verse debilitado.
A lomos de CiU
¿Es perverso? No, es una realidad que ha aceptado la dirección de Convergència, identificada en tres personas, el propio Mas, que pese a algunas quejas –precisamente la imposibilidad de lograr una candidatura única en las europeas por culpa de ERC– asume esa presión republicana; Fancesc Homs, conseller de Presidència; y Josep Rull, secretario general de CDC en funciones.
Esquerra camina, por tanto, a lomos de Convergència, viento a favor, y tratando de que nadie ni nada, o sólo lo justo, debilite a Artur Mas.
Efectos no deseados
Existe, sin embargo, un problema. Artur Mas no quiere convocar elecciones anticipadas al Parlament de Catalunya. Tampoco lo desea Oriol Junqueras. En el caso de que no se pueda realizar la consulta del 9 de noviembre, aunque se convoque al amparo de una ley de consultas catalana, Mas tiene la intención de esperar y convocar unas elecciones autonómicas, que transformará en un referéndum, a lo largo de la legislatura, que finaliza en 2016.
Junqueras también desea esperar, porque Esquerra tiene el horizonte situado en las municipales de mayo de 2015. Esquerra quiere crecer en el territorio, convertirse en una gran fuerza política hegemónica, recordando los viejos tiempos de Macià y Companys en los años treinta.
Pero sucede en muchas situaciones de la vida que uno se ve forzado a hacer otra cosa. Es decir, que los efectos no deseados ni de ERC ni de CiU les lleve a unas elecciones autonómicas antes de que acabe 2014.
Y, en ese caso, ¿Quién las ganará? Esquerra no quiere, por ahora. No quiere gobernar. Para eso ya está CiU, y Artur Mas, que deberá asumir la gran decisión: forzar o no una declaración unilateral de independencia tras esas elecciones.
El Gobierno central sólo piensa ahora en las elecciones europeas. Esquerra tampoco las quiere ganar. ¿Curioso?