Pedro Sánchez da fuelle a Vox y a Franco para frenar el avance del PP
El PSOE agita todos los espantajos a su alcance para resucitar el voto del miedo con el propósito de extremar al PP en el tablero político
Un dirigente socialista analiza en estos términos la campaña que pretende llevar a cabo el PP: «Quieren dormir a las ovejas». Y un dirigente popular confirma su intuición: «Queremos que sea tranquila».
La estrategia de Pablo Casado ha llenado de dudas a Pedro Sánchez, incapaz de fijar su tono de campaña. El candidato del PSOE se pone a ratos presidencialista en busca de una mayoría moderada, pero no puede abusar de esta pose porque comete el riesgo de caer en el ritmo que desea el PP.
Así que Sánchez, de precampaña este miércoles en Barcelona, se sacó del bolsillo el viejo manual del PSOE ante cualquier cita electoral, ése que dice que nunca está de más asociar al PP con la derecha extrema. Porque así es como se azuza el voto del miedo y así es como el electorado se despereza el día de las elecciones.
Sánchez da fuelle a Vox
Quemados el primer cartucho de campaña con la promesa de un aumento de las pensiones, Sánchez siguió su camino al 10 de noviembre sembrando el pánico a «la ultraderecha», en alusión a Vox (y a sus socios). Trajo también a colación a José María Aznar, que esta semana abogó por la jubilación a los 70 años. Y, por supuesto, tuvo palabras para la exhumación de Franco. Artillería pesada.
«La derecha, Ciudadanos y el PP, no tienen remedio: o pactan con la ultraderecha o bloquean. ¿Dónde vamos a ir nosotros con partidos políticos que pactan con la ultraderecha?», dijo Sánchez, a voz en grito, en el Fórum de Barcelona.
El líder del PSOE querría que el electorado español realizara la misma lectura que hizo el 28 de abril, cuando una mayoría relativa (123 escaños) se decantó por los socialistas ante la perplejidad de ver al PP compitiendo con Vox. Desea Sánchez que los ciudadanos no pierdan de vista aquel cuadro de abril y está dispuesto a dibujarlo él mismo cuantas veces haga falta.
Sánchez y la ensalada Waldorf
El problema es que Sánchez tiene mucho de qué preocuparse y el resultado acaba siendo un discurso muy disperso. El líder del PSOE comenzó la campaña con la idea de devorar voto de Albert Rivera hasta que sus brujos le advirtieron que no podia perder de vista a Pablo Iglesias ni a Íñigo Errejón. Y todo ello con el sempiterno problema catalán de fondo (o de frente).
Demasiados integrentes acaban dando lugar a extrañas ensaladas. Sacó Sánchez las manzanas, luego las nueces, el apio, la lechuga, las pasas y la mayonesa, y acabó sirviendo al público de Barcelona la detestable ensalada Waldorf, que no por famosa debería ser preciada.
De Iglesias dijo que se dedica al «trampantojo», por tratar de hacer creer que el PSOE busca un pacto con PP o con Ciudadanos.
De Rivera recordó sus palabras sobre la exhumación de Franco, que, según cita de Sánchez, busca «dividir a los españoles» cuando, en realidad, lo que persigue es «engrandecer la democracia».
Y de Errejón subrayó que se presenta con la CUP porque su desconocido candidato en Barcelona se integró en una candidatura municipal en Sant Boi de Llobregat junto a los antisistema.
Emplatada la ensalada Waldorf, Sánchez dirigió un último mensaje a su público en Barcelona para que descarten en las urnas a todos sus adversarios: «No juguemos a la ruleta rusa y así desbloquearemos la situación». Sonó a amenaza: o los españoles votan en masa al PSOE o Sánchez saca el vinagre.