Pablo Casado lleva al PP a su momento más grave en 30 años
El líder del PP hunde a su partido al conducirlo desde los 137 a los 65 escaños y pierde la hegemonía del centro-derecha, que compartirá con Ciudadanos (57)
Pablo Casado era el líder escogido para relanzar al PP después de la larga etapa marianista. Casado asumió el reto con el propósito de enterrar la tecnocracia de Mariano Rajoy y con la idea de recuperar las esencias del Partido Popular (¿el centro no era una?). Las elecciones generales de este domingo han demostrado que sus planteamientos eran erróneos.
El PP vive desde hoy su momento más grave en los últimos 30 años. Los populares ven incluso amenazada su condición de líderes de la oposición, puesto que tienen a Ciudadanos en los talones. Sólo 220.000 votos y 9 escaños separan a ambas formaciones.
La debacle del PP es indisimulable y a gran escala. Pese al aumento de la participación, pierde 3,6 millones de votos respecto a las últimas elecciones y sufre retrocesos muy severos en sus tradicionales feudos. En Madrid, pasa de 15 diputados a 7, dejándose 630.000 votos. En la Comunidad Valenciana, se despide de sus 13 escaños y se queda con 7, diciendo adiós a 425.000 votos.
En territorios hostiles al PP, roza la desaparición. En Cataluña se queda con un único escaño y en el País Vasco se queda sin ningún diputado por primera vez desde 1989. Son solo algunos ejemplos que ilustran contundente varapalo que ha sufrido.
Semejante derrota justificaría una renuncia de cualquier líder en la misma noche electoral, pero Casado cerró cualquier posibilidad a una dimisión. Si bien admitió, tras confirmarse su tremenda caída, que el resultado era «muy malo», el líder del PP se centró en lamentar la fragmentación del voto del centro derecha, y culpó de ello a Vox y a Ciudadanos por no haber querido unirse.
Casado confía en las municipales
El líder del PP tiene clara su hoja de ruta de urgencia. Consiste en confiar en que las elecciones municipales sirvan para remontar posiciones. Para ello volverá a ofrecer a Ciudadanos y a Vox algún tipo de alianza.
Casado, que fue recibido con un aplauso de los militantes a su llegada a la sala de prensa, dijo que el PP sabrá estar «a las duras y las maduras», pero todavía no sabe a qué se enfrenta a nivel interno. Hay muchas figuras descontentas después de la profunda renovación que llevó a cabo en la confección de las listas electorales.
En todo caso, la dirección del PP se apresuró a transmitir que no es momento de abrir guerras internas a falta de tan solo un mes para las elecciones municipales.
«Cometeríamos un grave error, con elecciones en tres semanas, en descuidar la principal tarea en este momento: conseguir unos buenos resultados», dijo desde Galicia el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Dicho esto dejó un mensaje con toda la intención: Ciudadanos y Vox apenas avanzaron en su territorio (2 escaños los de Rivera, 0 los de Abascal).
De Aznar en 1989 a Casado en 2019
Casado, sea como fuere, tiene garantizado un mes de vida. Pero nadie puede asegurar mucho más que eso en estos momentos, los más críticos que el PP ha vivido en los últimos 30 años. Era 1989 cuando Manuel Fraga, castigado por las derrotas que sufría a manos de Felipe González, dejó el partido en manos de José María Aznar.
Aznar no debutó con buen pie en las generales en aquellos comicios del 89 (107 escaños frente a los 175 del PSOE), pero en aquel momento no sentía la amenaza de un partido como Ciudadanos que ya puede medirse de tú a tú con el PP. No es que el PP perdiera este domingo las elecciones, es que también perdió la hegemonía del centro-derecha.