¿Organizar una cadena humana o unos Juegos Olímpicos?
La ANC dispone de 30.000 voluntarios, por los 35.000 que participaron en los Juegos del 92
El voluntariado en cualquier sociedad es esencial, y más en una coyuntura de grave crisis económica. Y en Catalunya existe una larga tradición de voluntariado ligado a los servicios sociales. Pero se ha extendido como la pólvora en proyectos que han logrado ilusionar a una parte de la sociedad catalana, como el proyecto político independentista. La Assemblea Nacional de Catalunya (ANC), presidida por Carme Forcadell, ha logrado algo impensable, comparable al hito que supuso los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992.
La ANC, responsable de la Via Catalana de la Diada, celebrada el pasado miércoles, movilizó sólo para ese día a 5.000 voluntarios, pero en todo el proceso, durante el verano, han participado 30.000 voluntarios. En los Juegos del 92, fueron 35.000, y otros 15.000 para los Juegos Paralímpicos, aunque, es cierto, que, tras la nominación de Barcelona en 1986, los inscritos fueron 102.000 voluntarios.
El comité organizador acabó seleccionando 35.000, que hicieron un curso de formación financiado por la Seat. Tuvieron dietas y uniformes, en un momento de esplendor de la capital catalana.
Voluntarios de todas las comarcas
En el caso de la ANC los voluntarios tienen una motivación política mayúscula, porque desean que Catalunya sea un estado propio. Pero eso no es suficiente. La organización es determinante para poder llevar adelante una cadena humana con 788 tramos, repartidos por todo el territorio catalán. Ferran Civit, coordinador territorial de la ANC, asegura que el propio éxito les ha sorprendido, no tanto por el número de gente, sino por la falta de incidentes, por las propias delimitaciones de los participantes en la marcha.
Los voluntarios han surgido de todas las comarcas catalanas, –civit señala que también están presentes en el Baix Llobregat– aunque, esa es su principal característica, es un movimiento que surge de la Catalunya interior y abraza a las ciudades. Es decir, ha ido sumando esfuerzos de abajo a arriba, de aldeas, pequeños municipios a grandes ciudades.
Pero, ¿cómo aprovechar ese capital humano? Civit señala que los voluntarios “están preparados para participar en más movilizaciones o actos, pero ahora los efectos de la Diada los deben gestionar los partidos políticos”.
800 equipos de cuatro personas
De Civil, y del otro coordinador de la ANC, Ignasi Termes, han dependido seis coordinadores regionales, y de éstos, los comarcales. Después aparecen 86 coordinadores locales, uno por cada uno de los municipios que se unieron en la cadena. Por tanto, acabaron siendo 800 equipos de cuatro personas que tenían la misión de controlar cada tramo de 500 metros.
En la Diada gestionaron toda la cadena unos 5.000 voluntarios, aunque, desde que se puso en marcha, durante todo el verano, yendo pueblo por pueblo a explicar qué se realizaría, participaron los 30.000 voluntarios, que, de hecho son casi los 35.000 miembros de la ANC.
Coste
Civit asegura que la ANC no ha recibido ninguna aportación pública, y que los recursos provienen de los propios afiliados. A corriente de pago hay 20.000, que pagan cuatro euros al mes, mientras que estudiantes y jubilados pagan dos euros al mes. Para la Diada, estrictamente, vendieron un lote de artículos, por 12 euros, que contaba con una camiseta, una cinta métrica de un metro –con el slogan de un metro menos para la independencia– y una banderola amarilla.
¿Cómo los Juegos? Aquello fue otra cosa, claro. Se trataba de informar, de acompañar a los atletas, un total de 9.356 de 169 países, y de 28 disciplinas deportivas distintas. Barcelona vivió un verano de ensueño. Y aquellos voluntarios todavía lo recuerdan.
Ahora, los 30.000 de la ANC esperan un largo recorrido, confiados en que la cadena humana de la pasada Diada, y de la manifestación del año pasado, tengan una traducción política. Pero eso ya no los corresponde.