La Red de Neveras Solidarias lucha contra el despilfarro de comida
La Red de Neveras Solidarias nació en el País Vasco y se expande por toda España. Cada mes evitan que cerca de 2.000 kilos no terminen en la basura
Las cifras del desperdicio de comida impactan: según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), en el mundo cada año se tira a la basura un tercio de los alimentos producidos. En números, significa que se pierden 1.300 millones de toneladas, por un valor que supera el billón de euros.
España no se queda atrás con esta malsana tendencia: el 40% de la comida que se produce termina en el cubo de basura, lo que equivale a 21.000 toneladas de alimentos desperdiciados cada día.
Una idea que nace de un pueblo vasco
En el municipio de Galdakao, en Vizcaya, los voluntarios de la ONG GBGE veían que una gran cantidad de donaciones de alimentos que recibían para distribuir entre las familias locales no se aprovechaba porque estaban cerca de la fecha de consumo preferente o de caducidad. Y probaron con ofrecerlas en una nevera que dejaron a pie de calle.
En pocas semanas habrá casi 20 neveras adheridas a la red
La iniciativa no era nueva: ya hay experimentos similares en Alemania o Argentina, “pero nosotros no lo sabíamos, y llevamos adelante el proyecto desde cero, creando una base legal» dice Álvaro Saiz, presidente de GBGE e impulsor del proyecto Nevera Solidaria.
En poco menos de dos años, la idea de poner neveras con alimentos a disposición de cualquier interesado se expandió por diversas regiones de España, y actualmente hay 13 organizaciones unidas a esta red que la ofrecen en diversas ciudades, como Vitoria, Toledo, Valencia, Guipúzcoa, Zaragoza, Plentzia (Vizcaya), Santiago de Compostela, Madrid y Barcelona. Y cada día hay más entidades que piden información para unirse a la Red Nevera Solidaria: en pocas semanas habrá nuevas en La Farinera del Clot (Barcelona), Vilaseca (Tarragona), Sevilla, Ibiza y la Seu d’Urgell (Lleida).
Inauguración de una nevera solidaria en Barcelona. / Foto: GBGE
Las neveras no están sólo para ayudar a familias necesitadas
Si bien colocar alimentos a pie de calle ayuda a las personas que pasan problemas económicos, la idea no se dirige exclusivamente a los colectivos más necesitados. “Si conseguimos ayudar a familias que están en una situación difícil, perfecto; pero el objetivo principal es evita el despilfarro”, dice Saiz.
Precisamente, el perfil de los usuarios es muy variado. En la Escuela de Hostelería del la Universidad del País Vasco y en el Colegio Mayor Galileo Galilei, en Valencia, los que las utilizan son sus estudiantes de centros. Inclusive, en esta última se presentan raciones que se pueden adquirir gratis por un sistema de entrega automática.
Todos los alimentos tienen que ser etiquetados y deben cumplir ciertas normas
Colocar y retirar alimentos tiene ciertas reglas. Todo lo que se encuentra en las neveras es etiquetado y guardado en envases plásticos (los clásicos tuppers), y se debe conservar hasta un máximo de tres días. En cada asociación hay personas que se encargan de recibir las donacionesm verifican que se cumpla el protocolo, cada 15 días se verifican el funcionamiento de la nevera y periódicamente limpian el electrodoméstico.
No cualquier alimento se puede donar: entre los prohibidos por razones sanitarias están la carne picada, el pescado crudo y el huevo crudo; y tampoco se puede dejar comida empezada, “como una pizza a la que le falte un trozo”, grafica Saiz.
Las donaciones son de particulares, comercios y huertos
Las donaciones provienen tanto de personas que tienen una conducta solidaria como de comercios que no quieren tirar a la basura su excedente de alimentos. En Barcelona, el ateneo L’Harmonia cuenta con una de esta neveras, y su dinamizador, David Vallverdú, dice que cuentan con la colaboración de una tienda Veritas, especializada en comida naturista. “Sólo con las donaciones de una tienda, entre nuestra nevera y la del Banco de Alimentos, a veces nos falta sitio”, indica; y precisa que en muchas ocasiones, más que comida, lo que hacen falta “son brazos” para ayudar en la recolección y clasificación.
Además, Vallverdú lamenta que por motivos legales es difícil que algunas entidades, como los comedores escolares, donen los alimentos que sobran de sus caterings diarios. “Enfrente tenemos una escuela, pero es difícil conseguir que podamos recibir las bandejas sobrantes. No se si acabarán en la basura, pero seguro que no terminan en un buen destino”.
David Vallverdú: «Más que comida, a veces hacen falta brazos para ayudar»
Otras fuentes de donaciones son bares de pinchos (un emblema del País Vasco) que al cerrar depositan lo que no han vendido; de pequeños agricultores que tienen huertos urbanos “y luego no saben qué hacer con el excedente de sus cosechas”, dice Saiz; o de eventos como maratones que tienen una gran cantidad de lácteos y frutas que sobraron. En el caso de la Escuela de Hostelería de Leioa, la fuente de nutrición son los platos que hacen los alumnos en sus clases cada día.
Nevera solidaria en Madrid. / Foto: GBGE
Sin vandalismo entre los receptores
Además de asesorar a las asociaciones que quieren montar su nevera solidaria, desde GBGE ofrecen un curso gratuito de manipulador de alimentos que dicta la consultora Hazia.
Ninguna de las entidades ha registrado casos de vandalismo o conducta incívica en estos dos años. “Si alguien se lleva demasiada comida, rápidamente aprende la lección y la vez siguiente busca menos raciones”, dice Saiz. Y si bien todavía no hay estadísticas globales de esta iniciativa, el presidente de GBGE calcula que se rescatan alrededor de 2.000 kilos cada mes. Sólo en su sede, cada día se renuevan de ocho a diez kilos, y en ocasiones, la nevera se vuelve a llenar en tres oportunidades en una jornada.