Muertes por coronavirus: tres instituciones públicas desmienten a Illa
El INE se suma al Instituto de Salud Carlos III y la Seguridad Social y multiplica las muertes por coronavirus
El Gobierno se ha quedado solo con su extraño conteo de los fallecidos por coronavirus, que hace una semana que no ofrecen datos diarios, al contrario que el resto de países de Europa. Los datos de muertos por Covid-19 de Salvador Illa y el Ministerio de Sanidad ya no se aguantan y cada vez más voces ofrecen cifras alternativas mucho más elevadas.
Hasta tres instituciones públicas, que dependen del Gobierno, han desmentido a Illa y Fernando Simón y de hecho, si comparamos todos los datos, el más alejado del resto es el que ofrece Sanidad. Hasta este miércoles 27.128 muertos, muy lejos de los cálculos del Instituto de Salud Carlos III, de las cifras que arrojan la caída de pensionistas en la Seguridad Social y, el último, del INE.
El Instituto Nacional de Estadística fue, este miércoles, la última institución en dejar en evidencia al Gobierno. El INE publicó una por primera vez una estadística experimental para conocer el impacto real de la Covid-19 en vidas humanas, que actualizará cada dos semanas y que arroja 48.000 víctimas de la pandemia, casi 21.000 más que los datos oficiales de Sanidad. De todas las instituciones que dan datos, es la que más desviación detecta, aunque la estimación hecha por Economía Digital a partir de datos de la Seguridad Social se acercaba mucho.
Los datos del INE se basan en el exceso de mortalidad (MoMo) que recoge el Instituto de Salud Carlos III, dependiente de Sanidad, pero los afina con cifras corregidas de los registros civiles que no están informatizados y cuyos datos no entran en el MoMo. Este cálculo indica que en marzo, abril y hasta el 24 de mayo, fecha hasta la que llega el informe, murieron 143.205 personas en España, 48.106 más que en las mismas semanas de 2009. Por tanto, hay 20.978 víctimas fuera de las estadísticas del Gobierno.
El MoMo del Carlos III, que se actualizó la semana pasada, daba un exceso en las muertes de 43.000 respecto a los mismos días del año pasado. La desviación con respecto a los datos oficiales es, según esta fuente, de menos de 16.000, si bien son datos brutos que no se corrigen, por lo que no se tiene en cuenta que hay aproximadamente un 8% de la población española de la que no se recogen datos.
Otra fuente distinta también arrojaba una desviación de hasta algo más de 20.000 fallecidos. Los datos de la Seguridad Social dan una bajada de 38.500 pensionistas en abril, que se elevaba a 51.000 desde febrero, algo nada habitual. Pero depurando las cifras, el resultado es que entre 45.000 y 47.500 fueron provocados por el coronavirus, de los entre 17.900 y 20.400 no están en las estadísticas oficiales.
Las razones y correcciones de la desviación
Fedea hizo su propio cálculo, basado en el MoMo, pero solo llegaba hasta abril, y arrojaba un exceso de 11.000 fallecidos. Pero uno de los investigadores de dicho estudio explicó a Economía Digital que probablemente el cálculo podía quedarse corto pues había sido conservador pese a que había tenido en cuenta algunas correcciones. Francisco Javier Velázquez lo explicó en el podcast La Plaza:
Este economista e investigador cuenta que existen muchas dificultades para conocer exactamente los muertos por Covid-19 y que la cifra real nunca la conoceremos. Los elementos distorsionadores pueden ser tanto al alza como a la baja y hay que definir también a quién se considera víctima del coronavirus, pero los cálculos pueden aproximarse.
“Es muy difícil discernir qué es muerte por Covid-19 y cuál es una muerte derivada, es decir de personas que tenían otra enfermedad y el coronavirus en realidad no los mató pero sí lo aceleró”, argumenta Velázquez. Hay países, explica, que dan una causa de muerte y otros dos, y lamenta que España “ya no recoge en el registro civil la causa del fallecimiento, cuando antes sí que lo hacía y podían ser dos causas”.
Esta dificultad para catalogar las víctimas tiene otra derivada. Pueden haberse producido decesos por personas que han sufrido otra enfermedad, como un infarto o un ictus, que precisaba atención médica urgente y no la hayan podido recibir por la saturación de las urgencias, las UCI y los hospitales en general, especialmente en la segunda quincena de marzo y el mes de abril, cuando se produjo el gran brote. Estos datos se desconocen y aunque no pueden considerarse víctimas directas del coronavirus, también existe una relación.
Por tanto, las cifras de desviación de muertes con respecto a otros años pueden ser excesivas por estos motivos, pero también pueden pecar por defecto por otros motivos. Velázquez pone dos ejemplos: al restringirse la movilidad, bajaron los accidentes de tráfico, por lo que hubo menos víctimas. Lo mismo ocurrió, asegura, con las de accidentes de trabajo al cerrarse fábricas y obras de construcción durante varias semanas.
“La cifra de muertes es la muestra más exacta de la intensidad del virus, más que la de contagios, que nunca sabremos”, añade el investigador de Fedea, que lamenta que España no haga como otros países que trata de afinar mejor la cifra. “Como se ha convertido en un tema político, el Gobierno no lo va a reconocer. Parece que las cifras están maquilladas”, concluye.