Montón pincha el globo del proyecto de Sánchez
Demasiadas señales apuntan a que intentar alargar o agotar la legislatura es un sueño irrealizable
La ya exministra Carmen Montón consiguió amortiguar el impacto de la DIada en la capital de España. El precio fue su dimisión, cuando La Sexta dio cuenta de que, además de la modificación de las notas de su máster, su tesis contenía páginas y párrafos enteros idénticos a otros trabajos, artículos y entradas de Wikipedia.
Es cierto que la Diada traslucía un cansancio y un estancamiento en el proyecto secesionista que remitía a «un más de lo mismo». Soterradas amenazas de Torra y falta de cualquier proyecto político, al margen de una etérea promesa de independencia. El presidente de la Generalitat ha abdicado de iniciativa hasta el punto de que la ANC se lo ha recriminado, indicando que no se puede trasladar la responsabilidad de gobierno a la calle.
El martes, día 11, fue uno de los días más tensos de Pedro Sánchez en sus cien días de Gobierno. Segunda dimisión en su gabinete, después de la del exministro Màxim Huerta. Y una rectificación más entre las numerosas, que empiezan a ser endémicas en el expediente político del Gobierno.
No es comparable con la dimisión de Huerta, que ni siquiera era militante del PSOE. Carmen Montón era un peso pesado en el Ejecutivo, una militante de pedigrí. Su dimisión abre una vía de agua en la credibilidad de Sánchez, sobre todo porque apostó por que no dimitiera hasta que fue insostenible.
Así se narró la salvación y caída de Montón
Como en casos anteriores y de distintos gobiernos, la ceremonia comenzó con la negación de los hechos. La víctima muerde el anzuelo y lo niega todo. Conforme se conocen más datos del fraude, las explicaciones se van modificando. Llegados al punto insoportable del conocimiento de la verdad, la ministra dimite invocando el mérito de hacerlo para no dañar al gobierno. El daño estaba hecho, sobre todo porque el momento elegido para dimitir fue justo cuando ya era inevitable.
Lo que estaba en cuestión no eran los aciertos de Montón como ministra, sino su comportamiento fraudulento como estudiante.
Se habían intentado todos los cortafuegos. Tuvieron que salir Adriana Lastra y José Luis Ábalos para poner la mano en el fuego por Montón. El último cartucho lo gastó Sánchez, respaldando a la ministra cuatro horas antes de la dimisión, pero no porque los hechos no fueran ciertos o carentes de peso ético, sino por su gran labor en el Gobierno. Naturalmente, lo que estaba en cuestión no eran los aciertos de Montón como ministra, sino su comportamiento fraudulento como estudiante.
Debió de ser muy doloroso para Pedro Sánchez, que minutos después de la dimisión de Montón, confesó que «había perdido a una ministra amiga».
Sánchez confesó que «había perdido a una ministra amiga»
Ayer, la ministra de Defensa, Margarita Robles, protagonizó una nueva rectificación. Finalmente, y sin que explicara las razones por la que vetó la venta de las bombas a Arabia, anunció que finalmente la transacción se llevará a cabo.
Robles deberá explicar por qué tomó una decisión personal que ha puesto en juego un contrato de mil ochocientos millones por la construcción de cinco modernas fragatas de combate. Los ciudadanos se merecen una explicación de un comportamiento aparentemente tan frívolo. O las razones éticas que se invocaron para suspender la venta no tenían fundamento sólido o no cayó en la cuenta de las consecuencias para la industria española del sector naval de que penden miles de empleos.
Sánchez genera dudas
Hay muchas señales que delatan que la improvisación y la falta de coordinación entre ministerios es una constante en la forma de gobernar. Ratificaciones constantes en tan solo 100 días de gobierno. Si realmente la vicepresidenta es la responsable de unificar criterios, se puede decir que está fracasando estrepitosamente.
Las precipitaciones y rectificaciones han sido continuas. De la política de mano tendida del Aquarius de quien iba a liderar la política migración europea a las devoluciones en caliente tan denostadas. Del traslado inmediato de los restos del dictador y la reconversión del Valle de los Caídos a continuos aplazamientos y la confesión de que no existe un plan sobre el futuro del monumento franquista.
Hay varias versiones sucesivas de los planes fiscales de Sánchez, de los impuestos a la banca, que finalmente serán tasas a las transacciones económicas, del aumento de la presión fiscal a las rentas más altas, que están en el aire.
Todos los movimientos de Sánchez tienen un ‘tufo’ electoral
La precariedad de los 84 diputados socialistas y la dependencia del presidente del Gobierno de otros grupos parlamentarios debiera invitarle al sosiego y la prudencia a la hora de anunciar medidas. Todo tiene un tufo electoral.
Tal vez el carácter de jefe de gabinete de Iván Redondo –un reputado sociólogo especialista en estrategias electorales- esté contaminando la labor del Gobierno. La propaganda se sobrepone a la acción política y el resultado es la improvisación y la rectificación constantes.
Hay demasiadas señales de que intentar alargar, y mucho más agotar la legislatura, es un sueño irrealizable. Un globo que ha terminado de pinchar la dimisión de Carmen Montón, que sin duda habrá erosionado seriamente la credibilidad del Gobierno.
Sánchez ha hecho demasiadas promesas de prolongar la legislatura
Ocurre que Pedro Sánchez ha hecho demasiadas promesas de prolongar la legislatura y cambiar de criterio exige construir un relato que justifique esa enorme rectificación.
De momento debiera explicar por qué era casi un crimen vender bombas a Arabia Saudí y ahora parece una bendición de Dios. Ahora ya no puede convencer Sánchez de que es lógico apostar por una cosa y por la contraria. Ese tiempo se ha agotado.