Montebourg, el ministro fan de Stevie Wonder que ha desquiciado a Hollande
El titular de Economía rechaza los planes de austeridad de Merkel y es un enemigo radical de la globalización
Francia tiene un problema. Desde hace décadas. Pierde peso en la esfera internacional. El francés está a punto de dejar de ser la primera lengua extranjera en el Reino Unido, en beneficio del español. La globalización no le ha sentado bien a Francia, y quien representa ese papel, de defensa de una identidad y de una forma de hacer las cosas en el gobierno francés es el ministro de Economía, Arnaud Montebourg. Sus críticas constantes al presidente Hollande, a los planes de reducción del déficit, han desquicidado al presidente de la República, que ha acabado encargando al primer ministro, Manuel Valls, renovar a todo el ejecutivo.
Lo que pasa es que las contradicciones de los franceses son grandes, como le ocurre a todos los europeos. ¿Qué sintonía tiene en su móvil? Suena Isn’t she lovely, el famoso tema de Stevie Wonder, como destacaban los periodistas de Le Monde en la entrevista a Montebourg de este domingo.
Los franceses defienden su cultura, pero les encanta la norteamericana. El hecho es que Montebourg ha decidido plantarse porque, respecto a las políticas económicas, le gusta más, curiosamente, lo que está haciendo Estados Unidos, lejos de las reducciones constantes de gasto público que protagonizan los países europeos.
Agravar el paro
“La reducción forzada a toda máquina de los déficits es una aberrración económica, porque agrava todavía más el paro”, aseguraba en Le Monde. Y añadía una cuestión determinante que ha provocado, justamente, el descontento y la aparición de partidos políticos alternativos, como ocurre en España con Podemos.
“Si debemos alinearnos con la ortodoxia más extremista de la derecha alemana, eso querrá decir que el voto de los franceses no tiene ninguna legitimidad y que las alternativas no cuentan”, aseguraba. Es decir, si la política la dicta Alemania, ¿qué capacidad de elección tienen los europeos?, considera Montebourg.
El ministro, impecable, elegante, como esos actores de las comedias francesas, hace tiempo que ofrece su punto de vista. Fue ministro de Recuperación de la Producción con el Gobierno de Jean-Marc Ayrault, y en esa etapa se enfrentó con el presidente de Peugeot, al que reprochó que siguiera ingresando altos beneficios cuando, al mismo tiempo, anunciaba planes de recortes de empleo. Al presidente de Arcelor-Mittal le criticó que decidiera abandonar Francia, y abogó por la nacionalización.
Hollande no ha podido más, porque Montebourg le ha ido desafiando. Junto con el ministro de Educación, Benoît Hamon, mantuvo sus críticas a Hollande en la fiesta de la rosa del partido socialista este domingo en Frangy-en-Bresse.
El portavoz de Royal
Montebourg consideraba que no se podía apartar a un ministro por ofrecer alternativas, pero Hollande ha acabado encargando a Manuel Valls que nombre a un nuevo gobierno para seguir su plan, aunque se trate de un gobierno socialista que pretendía ofrecer una alternativa, precisamente, al modelo alemán en Europa.
Curiosamente, o no tanto, Montebourg fue portavoz de Ségolène Royal, la ex pareja de Hollande, en las presidenciales de 2007. Y en aquel momento aseguraba que Royal sólo tenía un problema, «su pareja», en una pulla al actual presidente de la Repúblique.