Mas se queda solo en su intento de lograr una lista unitaria para adelantar las elecciones
El líder de Esquerra, Oriol Junqueras, se resiste y reclama, junto a la CUP, forzar la consulta del 9N
La paradoja es grande. La calle. La fuerza de las movilizaciones sociales, en las que se ha apoyado el President Artur Mas, es la misma que le podría impedir una maniobra de última hora: aguantar, sin celebrar la consulta del 9 de noviembre, y seguir gobernando, como era su intención inicial desde que se aventuró en el proceso soberanista, si no puede contar con una lista unitaria en unas elecciones anticipadas.
El President Mas, en contra de la propia percepción que se ha querido crear el Gobierno español, no es la pieza central del movimiento independentista. Ya no se trata de que Mas quiera o no quiera seguir apretando el acelerador. Y, por ello, el margen que tiene es muy estrecho.
CiU, muy erosionada
Pretende Mas avanzar las elecciones al Parlament y presentarse al frente de una candidatura unitaria, con Esquerra Republicana, y figuras socialistas que se han alejado del PSC, y están ahora próximos al partido que impulsó Ernest Maragall. Se trata de impulsar una especie de partido “del President”, desde la convicción de que CiU no puede aguantar ahora un envite electoral, herida de gravedad por diferentes factores: el caso Pujol; la presión de ERC o la crisis económica.
Pero Esquerra no comparte ese proyecto. Oriol Junqueras le ha comunicado a Artur Mas que su única prioridad es convocar la consulta del 9 de noviembre. Los republicanos no irán en una lista con Mas, porque, si hay elecciones, apuestan ya por ser hegemónicos en Cataluña e impulsar con toda la fuerza que tengan el proyecto independentista.
Y Mas se ha quedado solo. “En Esquerra nadie entiende nada, no se entiende que Mas hable ya de forma tan clara sobre unas elecciones anticipadas, a las que ya le ha restado el calificativo de ‘plebiscitarias’”, asegura una fuente republicana.
Bajarse del autobús
Lo comprobará este viernes. Mas se reúne en el Palau de la Generalitat con Joan Herrera, de ICV; David Fernández, de la CUP, y el propio líder de Esquerra, Oriol Junqueras. Los cuatro dirigentes han impulsado el proceso, aunque cada uno de ellos había pensado en una estación diferente para bajarse del autobús.
Herrera, con problemas internos, porque la militancia de ICV está dividida casi al 50%, apostó desde el primer momento por el derecho a decidir, por la consulta del 9N, pero si no existen ahora “garantías democráticas”, tras la suspensión del Tribunal Constitucional, el dirigente ecosocialista no forzará la situación.
El propio President Mas también desea bajarse. Sabe que no se puede hacer gran cosa más. Y que una consulta con el Gobierno español en contra es inviable.
Sin embargo, ERC y la CUP se han aliado ahora para que Mas fuerce la máquina, y retome la campaña del 9 de noviembre. No se resignan.
Gestos, siempre gestos
Es lo que le pedirán este viernes a Mas, que haga un último esfuerzo, y que, –una característica, tal vez la principal, de la política catalana– gesticule y tome decisiones que hagan creíble que se puede votar realmente el 9N. El President se avanzó en la tarde del jueves, y firmó el decreto de los siete miembros de la comisión de control sobre el 9N, cuya elección aprobó el Parlament el miércoles. Un gesto que no tendrá ninguna traducción práctica
Si Mas puede seguir impulsando este tipo de decisiones, desarrollando la ley de consultas, pero sin poner en peligro a los funcionarios, ganará algunos días, y seguirá el dictado de Esquerra, pero no sólo de Esquerra, sino de la calle, de las miles y miles de personas que el pasado martes se manifestaron en las plazas públicas, bajo una lluvia torrencial. Las proclamas eran claras: “queremos votar”.
Mas se aferró a esas movilizaciones, pero ahora no sabe como satisfacer a esos manifestantes. No puede cometer una ilegalidad, y es consciente de ello.
¿Cómo seguir gobernando?
¿La salida de Mas? Si no convence en el último momento a Esquerra para alcanzar una lista unitaria, se pensará mucho el adelanto de las elecciones, porque CiU acabaría arrasada en las urnas. Pero si pretende seguir gobernando, la fuerza de la calle, de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), que ha demostrado un músculo envidiable, junto con Esquerra, y en menor medida la CUP, se lo pondrán muy díficil.
Sin “partido del President”, Mas estará muy solo. Aunque siempre puede haber sorpresas.