Mariano Rajoy se instala hoy en un trapecio sin red

Es difícil predecir qué gobierno saldrá del 21-D en Cataluña, pero parece claro que Rajoy quedará en una situación delicada si se cumplen las encuestas

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No hay certezas hasta que termine el recuento de las elecciones de hoy. Y la amenaza es volver a la casilla de salida, con una nueva convocatoria y elecciones en mayo si, como se presupone, no hay posibilidad de conciliar la aritmética electoral con las exigencias de los partidos para encontrar un candidato que suscite el voto de 68 parlamentarios. La cifra mágica de la mayoría absoluta que a estas horas parece difícilmente alcanzable. Inútil realizar pronósticos, salvo uno. Mariano Rajoy se va a instalar a partir de esta noche en un trapecio sin red.

Probablemente no sea justo que el presidente del Gobierno sea el pagano de esta fiesta. Hay consenso en que fue decidido y valiente –tal vez tardano– al aplicar el 155 de la Constitución para poner en su sitio la normalidad. Sin embargo, al Partido Popular es muy posible que los electores de Cataluña le estén poniendo en la picota con sus votos. Podía haber optado por retrasar la convocatoria electoral, ganar tiempo, pero corrió el riesgo para evitar una situación de excepcionalidad larga. Y al PP no le va a ir muy bien.

Probablemente no sea justo que Rajoy sea el pagano de esta fiesta; fue decidido y valiente al aplicar el 155

Dentro de unas horas nos podemos encontrar –salvo que haya existido una ocultación de voto vergonzante e importante hacia el Partido Popular– con que el partido que sostiene al Gobierno de España apenas puede constituir grupo parlamentario, para lo que necesita un mínimo de cinco diputados.

Sería una caída brutal, desde los once diputados que consiguió en 2015, que fueron 19 escaños en 2012. Una pendiente que nos convoca a averiguar cuál es el suelo electoral del PP en Cataluña.

A partir de estas previsiones y abstrayéndonos de los resultados previsibles de los demás partidos, podemos aventurar que la situación en la queda el presidente Mariano Rajoy puede ser muy delicada.

La debilidad de Rajoy sin mayoría absoluta

No cabe duda de que mientras Mariano Rajoy siga siendo presidente del Gobierno tiene todas las prerrogativas que le concede la Constitución para ejercer sus funciones. Legalidad y legitimidad, pero un déficit importante en una situación en la que no tiene mayoría absoluta y depende, no solo de su pacto con Ciudadanos sino además de conciliar otros apoyos para cada medida legislativa y de control.

La debilidad del PP en Cataluña puede ser interpretada y aprovechada como una desnutrición en toda España. Un Ciudadanos crecido apretaría las condiciones de su pacto de gobierno con Rajoy, calentando el sorpasso para las próximas elecciones generales. Y mantener la vigencia del artículo 155 con precariedad en el Parlament no va a ser fácil ni cómodo.

Si los resultados de hoy no sirven para lograr una investidura, pasados los plazos contemplados en la ley, se convocarán nuevas elecciones. El artículo 155 seguirá vigente y la situación de excepcionalidad, que estaba previsto que terminará con la constitución de un nuevo gobierno de la Generalitat, continuará. Y Mariano Rajoy seguirá ejerciendo por delegación las labores de gobierno en Cataluña y la dirección de todos los departamentos de la Generalitat en las condiciones dictadas por el Senado al poner en vigor el mencionado artículo 155. Una labor más complicada que hasta hoy.

Empiezan los movimientos para sustituir a Rajoy

También hay signos de que los movimientos internos para la sustitución de Mariano Rajoy han comenzado en el PP. La cabeza de Xavier García Albiol, caso de que se cortara, no sería suficiente. Mariano Rajoy se ha implicado personalmente en la campaña catalana intentando paliar el desastre anunciado por las encuestas. El fracaso no sería solo de Albiol, sino que sería acompañado por el presidente.

A partir de aquí, se pueden hacer muchas cábalas. No solo sobre Cataluña, donde nadie espera una solución mágica e instantánea para un problema tan complejo. Sino también para la política general de España.

En este momento, es mejor detener la pluma porque faltan pocas horas para que se abra el melón electoral del 21-D. Y las incertidumbres son demasiadas.

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