Las instrucciones de Sánchez al Gobierno: «No entréis al trapo de Torra»
Torra desliza que ni él ni el Parlament van a propiciar un choque directo con el Estado, lo que oxigena a Sánchez para que combata el resto de frentes
Quim Torra, presidente electo de la Generalitat, se mueve en una complicada geometría de poder. Es cierto que cada vez habla menos del verdadero «president de Cataluña», cargo retórico que los secesionistas adjudican al fugado Carles Puigdemont.
Ayer miércoles, la geometría se complicó con la afirmación de que modulará sus respuestas a los desafíos del Estado español, en función de lo que le ordene el pueblo de Cataluña. Naturalmente, él se considera su único interprete.
Ha sido una forma de anunciar que ni él ni el Parlament van a producir un choque directo con el Estado. Sugiere que, si se produce, su protagonista y responsable será el pueblo de Cataluña. De momento, el secesionismo no quiere enfrentarse con nuevos procedimientos judiciales.
Torra es un maquinista de tren a vapor que modula la presión de la caldera
Pero fue un discurso contenido y más retórico que político. Su anuncio de que no acepta ni acatará una sentencia condenatoria de los políticos presos y que, ante ella, abriría las cárceles, no tuvo ninguna concreción.
Torra es un maquinista de tren a vapor que modula la presión de la caldera, dispuesto a llevarla al límite, pero sin elevar tanto la temperatura como para que salte por los aires.
Para eso, en su caso, está esa entelequia a la que quiere dar formato corporativo y que llama «pueblo de Cataluña» La ventaja es que esta manifestación etérea e incontrastable no tiene ni DNI ni domicilio y, por tanto, no puede llevarse ante un juzgado.
Convocó una marcha y meses de movilización sin más precisiones, plazos o compromisos. Su invocación a una Diada masiva refleja preocupación por el número de asistentes.
Segunda ronda: viaje a Bruselas
Terminado el acto del Teatro Nacional, el president y el grupo parlamentario del Pdecat se trasladaron a Bruselas para informar a Puigdemont. El expresident fugado tuvo declaraciones más duras, pero tampoco detalló el calendario y el contenido de sus desafíos. Únicamente están dispuestos a negociar un referéndum de autodeterminación.
Pedro Sánchez ha dado instrucciones a su gobierno de que nadie entre al trapo de las diatribas y amenazas de Torra y Puigdemont. Al mismo tiempo ha dado orden de reforzar las Fuerzas de Seguridad del Estado en Cataluña. Y fuentes de Interior han confirmado que se incrementarán los esfuerzos de los servicios de información.
Todas las miradas pendientes del día 11, de la celebración de la Diada como un termómetro del estado de ánimo de las fuerzas secesionistas. Después, las movilizaciones hasta que comience el juicio de los golpistas que todavía no tiene fecha fija. Los intentos de recusación de magistrados de la sala que juzgará a los procesados han sido rechazados de raíz por el Tribunal Supremo.
La impresión es que las dos partes van a proseguir en una negociación que ambos saben que es imposible. Pedro Sánchez ha reiterado su oferta de un referéndum de autogobierno sobre un nuevo estatuto que recuperase competencias y contenidos del que «limó» el Tribunal Constitucional.
Puigdemont y Torra, en su comparecencia en Bruselas. EFE
La única novedad por parte del Gobierno ha sido el sutil recordatorio de que el 155 se podría volver a aplicar. Pero sin aspavientos. En el nuevo escenario, Puigdemont ha vuelto a reconocer su aislamiento internacional y la complejidad de un proceso de independencia que no cuenta con el respaldo de ningún miembro de la ONU.
Los problemas de Sánchez
En el panorama parlamentario, Sánchez tiene un otoño complicado. Muchos virajes en propuestas estrella. Los impuestos a la banca pueden ser en forma de tasas a las transacciones financieras (una idea que lleva años en la agenda europea sin salir adelante). La subida de IRPF a las rentas más altas no se concreta.
Y Franco no ha empezado a hacer las maletas para su traslado del Valle de los Caídos, que ahora se sitúa, como pronto, en Navidad. La familia Franco, probablemente sin mucha esperanza, presiona a Pablo Casado para que recurra el decreto ley de exhumación en el Tribunal Constitucional.
Rechazada por la mesa del congreso la tramitación por vía de urgencia de la modificación parlamentaria para evitar el bloqueo del PP a los nuevos techos de gasto en él Senado, los Presupuestos Generales del Estado para el 2019 no se vislumbran en el horizonte.
Sánchez debe frenar a Pdecat, ERC y… a Podemos
Pablo iglesias, reaparecido después de dos meses de ausencia, anuncia esfuerzos para llegar a acuerdos parlamentarios con el Gobierno.
Pero el presidente es muy consciente de que necesita los votos de ERC y Pdecat para ganar cualquier votación en el Parlamento. Fuentes de Moncloa reconocen que las movilizaciones de Cataluña y la cercanía del juicio del Tribunal Supremo es una dificultad añadida para el apoyo de los diputados nacionalistas catalanes.
De momento, el Pdecat ha anunciado que se opondrá a cualquier modificación del IRPF que aumente la presión sobre las rentas más altas. La buena noticia, en cambio, es la contención anunciada por Torra, que dota a su retórica movilizadora del aspecto más de fuegos de artificio que de amenaza real.
Estamos ante un toreo de salón en el que no hay miuras que puedan embestir de verdad
La mala noticia para Sánchez es la evidencia que la negociación emprendida no puede conducir a ninguna parte porque no está dispuesto a conceder –y tampoco está en su mano- lo que exigen Torra y Puigdemont.
Estamos ante una especie de toreo de salón en donde no hay miuras que puedan embestir de verdad, pero tampoco parecen dispuestos a volver a los corrales.
Todo está articulado en un sentido electoral. Y cualquier gesto político de todas las partes hay que leerlo en esa clave. Municipales, Autonómicas y europeas en primavera; andaluzas, probablemente antes de final de año. Y generales cuando Sánchez crea que sus ochenta y cuatro diputados no den más de sí.
La única preocupación de verdad es la temperatura que alcanzará la locomotora de Torra en este otoño que se anunciaba muy caliente.