Las frenéticas 48 horas en las que Puigdemont intentó huir de la justicia
Carles Puigdemont decidió ir de Finlandia a Bélgica en coche para evitar la detención, pero estuvo siempre localizado por la policía
Entre la tarde del viernes y la tarde del domingo, en la cronología de Carles Puigdemont sólo hay dos hechos concretos: el expresidente catalán dio una conferencia en la Universidad de Helsinki el viernes, y el domingo fue detenido por las autoridades alemanas cuando intentaba cruzar en coche hacia Bélgica.
Fuera de eso, las horas que transcurrieron entre una situación y la otra estuvieron llenas de confusión y dudas. Sólo empezar esas frenéticas 48 horas, el líder independentista recibió la noticia de que el juez Pablo Llarena reactivó la euroorden en su contra.
La orden de captura llegó a Finlandia antes de que amaneciera el sábado, donde el superintendente de los servicios de Investigación Criminal de Finlandia, Hannu Kautto, confirmó que existía la posibilidad de que fuera detenido y que su caso fuera examinado por la Fiscalía.
Se sabía que Puigdemont tenía un billete de avión para regresar a Bruselas el sábado en la tarde, por lo que se pensaba que el expresidente huido permanecía en Finlandia. Esta versión tomó fuerza cuando su abogado, Jaume Alonso-Cuevillas, afirmó el sábado que Puigdemont se iba a entregar a la policía finlandesa.
Las autoridades finlandesas buscaron a Puigdemont por tierra, mar y aire durante todo el sábado, sin suerte
Las autoridades finlandesas lo buscaron por tierra, mar y aire durante todo el sábado, sin suerte. Su objetivo era detenerlo para comenzar el proceso normal de la euroorden, pero la tarde del sábado manifestaron a los medios de comunicación que desconocían su paradero.
La historia que no se contó sino hasta varias horas después es que, en realidad, Puigdemont había abandonado Finlandia desde la noche del viernes. Lo confirmó el sábado en la tarde su anfitrión en ese país, el diputado Mikko Kärnä, quien lo había invitado a la Universidad de Helsinki para que promocionara el proceso soberanista de Cataluña.
De inmediato, la atención regresó a Bruselas, donde Puigdemont ha vivido desde que se fugó de España a finales de octubre de 2017. Después de prometer que su cliente se entregaría a las autoridades finlandesas, Alonso-Cuevillas rectificó y anunció que el expresidente huido ya no estaba en Finlandia y que se pondría “a disposición de la justicia belga”.
Pero el letrado se volvió a corregir la mañana del domingo, en entrevista a Rac1, donde dijo que “ahora mismo” no sabía “exactamente dónde está” ni si había abandonado Finlandia “antes de lo previsto a causa de la euroorden”.
La posible ruta de Puigdemont en su intento para esquivar a la justicia
La euroorden contra Puigdemont llegó a Bélgica la noche del sábado, pero la Fiscalía de Bruselas no pudo confirmar si el expresidente catalán huido se encontraba en el país para proceder a detenerlo. Y si bien todo apuntaba a que ya debía haber llegado a Bruselas, una vez más la realidad fue otra.
El domingo al mediodía, la policía alemana le detiene cuando intentaba ingresar a Hamburgo desde Dinamarca, tomando por sorpresa a todos los que lo hacían ya en su mansión de Waterloo. Pero Puigdemont apenas había llegado en ferry a Estocolmo y atravesado Dinamarca; todavía le faltaba llegar a Hamburgo para volver desde ahí a Bruselas, probablemente cruzando Holanda.
Puigdemont estuvo localizado desde su salida de Finlandia hasta que, al entrar en Alemania, ordenaron detenerle
Después de la detención, la prensa alemana informó de que el expresidente de la Generalitat en realidad estuvo localizado durante todo este tiempo. Las autoridades españolas se coordinaron con los agentes alemanes con el objetivo de detenerlo precisamente en Alemania, donde es más probable que se le juzgue por delitos de traición, a diferencia de países como Bélgica. Incluso le permitieron cruzar Dinamarca con tan de detenerlo en Alemania.
Las maniobras de despiste de Puigdemont funcionaron durante casi todo el fin de semana, pero pudo más la organización silenciosa de España y Alemania para intentar extraditar al líder independentista, que puede enfrentarse a penas de hasta 33 años de prisión por los delitos de rebelión y malversación.