La ‘via catalana’: en minoría, pero con mayor presión sobre Mas
El President deberá ahora desactivar el movimiento soberanista que lidera Carme Forcadell
El movimiento independentista se siente desamparado. El President Artur Mas llevaba meses madurando una posición, y ha decidido que si no obtiene el aval del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no convocará una consulta soberanista en 2014. Sabe que esa posibilidad es imposible y quiere agotar la legislatura.
En 2016, si puede llegar, con distintos apoyos parlamentarios, convocará elecciones al Parlament con carácter plebiscitario, aunque no se sepa muy bien cómo hacerlo. Pero tiene un gran problema.
El movimiento independentista, que representa la Assemblea Nacional de Catalunya (ANC), las mismas siglas que el partido de Nelson Mandela, se ha quedado en minoría. La vía catalana de la Diada del 11 de septiembre, que será una cadena humana a lo largo de todo el territorio catalán, no ha sido secundada por partidos como el PSC, Unió Democràtica e ICV.
Las tres fuerzas políticas, junto a Convergència, ERC y, parcialmente la CUP, votaron conjuntamente una resolución en el Parlament a favor del derecho a decidir. Aquel consenso, enorme, mayoritario en el Parlament, no se trasladará ahora en la vía catalana.
El protagonismo de la ANC
Pero lo que representan ahora los partidos políticos está en entredicho. Y la ANC considera que ha pasado por encima de los diputados, y defiende una supuesta mayoría del pueblo catalán que estaría a favor de la independencia.
Al margen del número de personas que participe, esa será la lectura. Su presidenta, Carme Forcadell, entrevistada en las últimas semanas prácticamente cada día en todos los medios públicos y algunos privados, ha adoptado un papel esencial. Y, tras conocer las intenciones de Mas, expresadas en Catalunya Ràdio, ha rechazado esperar más tiempo. “No podemos esperar tres años, hasta 2016, no podemos seguir con esta indefinición. Catalunya no puede aguantar hasta 2016 de esta manera”, ha asegurado.
Forcadell se acoge a la declaración de soberanía del Parlament, que no votó el PSC, para afirmar que Catalunya es soberana para preguntar a la ciudadanía. “Si somos soberanos hemos de convocar la consulta”.
Mas, sin embargo, ya no está en eso.
Homs y Rull, tocados
La decisión del President ha dejado en un papel muy complicado a algunos miembros de su Govern, como el conseller de Presidència, Francesc Homs, o al secretario general en funciones de Convergència Democràtica, Josep Rull, que ha reiterado en diversas ocasiones que la consulta debe celebrarse en 2014.
Es decir, Mas debe ahora desactivar un movimiento que ha alimentado en su partido, y en la sociedad catalana.
Las redes sociales, que no deben ser un termómetro de lo que ocurre en la realidad, pero que sí muestran las posiciones de los ciudadanos más activos, los que están en la vanguardia social y política, reflejaron durante todo el jueves un enorme enojo con la decisión de Mas.
Los más cercanos a Esquerra Republicana, comenzando por el propio presidente, Oriol Junqueras, reclamaron que la consulta no se demore, y que se organice en 2014.
Ahora o nunca
En el fondo existe un enorme debate en el movimiento independentista. La disyuntiva radica en “poder aprovechar el momento”, o buscar más adhesiones para que, cuando se celebre la consulta, se produzca un triunfo rotundo del sí a la independencia. Y Mas ha dejado claro que no quiere improvisar, –ya lo hecho suficiente y con resultados descriptibles– y que tampoco desea convocar una consulta ilegal, al margen del Gobierno español.
¿Podrá Mas resistir la presión, aunque sea de una minoría, pero muy bien organizada y persistente?