La única jugada de Mas
El President busca una reacción de Rajoy para acordar una nueva relación con el resto de España
La Diada. Una cadena humana que puede reunir a centenares de miles de personas, que exhibirán este miércoles una proclama por la independencia, sin matices, sin subterfugios. Una presión para que la consulta soberanista no se demore y se convoque en 2014. Y un presidente de la Generalitat, Artur Mas, que, lejos de moderar ese movimiento, lo alentó, lo exhibió y trató de dirigirlo, con más o menos convicción.
Esa es la situación. Mas, sin embargo, ha defendido, salvo en algún momento de la campaña electoral de las elecciones de noviembre de 2012, que la consulta soberanista debe ser acordada con el Gobierno español, que debe tener una cobertura legal. Lo ha repetido en su mensaje institucional con motivo de la Diada. Y que, si no lo consigue, buscará ganar tiempo y convocar, a finales de legislatura, en 2016, unos comicios con carácter plebiscitario.
Salvar al soldado Mas
Pero, como admiten algunos dirigentes de CiU, eso supone jugar únicamente una carta: un acuerdo político ambicioso, pero pacto, finalmente, con el Gobierno central, que debería ser consciente de que debe salvar al soldado Mas, como en Economía Digital se apuntó en su momento.
Un despacho de Reuters, firmado por Julien Toyer, aseguraba este martes que el “pragmatismo” podría guiar a los dirigentes políticos catalanes frente a una nueva muestra del poder independentista. Porque Mas lo que plantea, lo que siempre ha defendido, es una relación de respeto entre Catalunya y el resto de España, un estatus diferente, como apuntaba en su artículo publicado, también este martes, en The New York Times, con el título de un referéndum para Catalunya.
El problema es si el Gobierno español es consciente de que salvar al soldado Mas es preferible a que la situación desborde al propio presidente de la Generalitat y al presidente Rajoy. Porque eso puede suceder. Y es lo que Mas está intentando explicar.
El músculo independentista
La via catalana exhibirá su éxito de este miércoles, es por ello por lo que las patronales y el sector económico catalán la han dado por amortizada. Es un movimiento, organizado por la Assemblea Nacional de Catalunya, que ha dividido a los partidarios del derecho a decidir, porque plantea, sin ambigüedades, la independencia.
Pero es un músculo vigoroso de la sociedad catalana, muy movilizada, muy bien organizada. Y, detrás, está también Esquerra Republicana, con un dirigente hábil, como Oriol Junqueras, que, en ningún momento ha buscado que la ANC aprovechara la Diada para ir contra Mas, por su supuesta marcha atrás manifestada hace menos de una semana.
Pero ese movimiento está ahí. Mas, a pesar de que ha favorecido ese fervor, calificado de “adolescente” por el conseller Santi Vila, y tiene una gran responsabilidad desde que decidió convocar elecciones anticipadas el 25N del 2012, lo exhibe ahora para buscar una salida pactada.
Nada tangible
Porque en caso de que el Gobierno central llegara a aceptar o “tolerar”, en palabras de Mas, esa consulta, querría incluir otras preguntas, sobre otras propuestas. Y Mas lo acabaría aceptando, porque su obsesión ahora es que los catalanes puedan votar alguna alternativa.
El caso es que no hay nada tangible. No hay alternativas a las que se pueda acoger Mas. Nadie parece que quiera salvar al soldado Mas.
En ese caso, el proceso seguirá, sin que nadie, en estos momentos, sepa como se puede encauzar. Los dirigentes más veteranos de CiU, que, de hecho, no ocupan ya responsabilidades en la primera línea, valoran las manifestaciones de Mas, en las que dejaba, como última posibilidad, agotar la legislatura y convocar elecciones con carácter plebiscitario. “Se trata de ganar tiempo, y ver, en ese lapso, qué opciones podrían quedar”, se señala.
Entre esas opciones, una aproximación al PSC, e, incluso, al PP, si, al mismo tiempo existe una negociación en paralelo con el Gobierno central. El precio, eso sí, sería el final político de Mas en esta misma legislatura, pero con el convencimiento de que intentó llevar a Catalunya a la independencia.
Los soberanistas seguirán en ello
Todo ello tiene una derivada. Hay una parte de la sociedad catalana, la que se manifestará este miércoles, la que ejerce de vanguardia en las comarcas catalanas, la que se mueve en los medios de comunicación internacionales, que ha decidido seguir hasta el final.
¿Es minoritaria? No es la mayoría, frente a un grueso social que sigue sin tomar partido, pero es la que puede provocar, en un momento concreto –de ahí las prisas de algunos de ellos como la activista Carme Forcadell—el clic hacia la independencia.
¿Ya ha decidido Rajoy salvar al soldado Mas? ¿Y cómo?