La CUP inyecta morfina al gobierno terminal de Puigdemont

Junqueras defiende un presupuesto que cuenta con una partida adicional de 874 millones en gasto social, pero la fuerza anticapitalista quiere actos de ''desobediencia''

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De nada servirá que a Oriol Junqueras se le haya mudado el rostro en Josep Tarradellas. A pesar de sus esfuerzos, la CUP no quiere saber nada de las cuentas de la Generalitat. Y si no las aprueba, será pura morfina para el gobierno terminal de Carles Puigdemont

Sí, el conseller de Economía rechazó este martes que hubiera presentado unos presupuestos autonomistas, como le recrimina la CUP, que pide actuaciones claras de desobediencia, como las partidas con las que contaba el Govern y que han sido recurridas por el Ejecutivo del PP ante el Tribunal Constitucional. 

«Son los mejores presupuestos, hechos con sentido de estado, esto es, pensados para dar servicio a la gente y para impulsar la Cataluña independiente». Salvo esa coletilla final, es una frase que recuerda a Tarradellas, que siempre defendió las actuaciones de «estado», que equivalía a defender medidas serias y de altura. 

Sin partidas «pintadas»

Es lo que pretende Junqueras, que presentó este martes unas cuentas que no se apartan de lo indicado por el Gobierno español, respecto al déficit, y que no tiene partidas «pintadas», como las califica el titular de Economía, en una clara crítica al anterior responsable, Andreu Mas-Colell, que incluía en el capítulo de ingresos partidas sin tener ninguna garantía de obtenerlas. 

El anzuelo de Junqueras para que pique la CUP es el incremento en gasto social. El aumento del gasto de los diferentes departamentos asciende a 1.113 millones de euros. De ese total, el 73,6% se considera gasto social, que incluye una partida de 874,3 millones de euros, enfocada para lograr el apoyo de la fuerza anticapitalista. De hecho, es superior a los 280 millones que reclamaba la CUP para un plan de choque con carácter social. 

Partidas sociales en todos los departamentos

El Govern, al margen de sus propias convicciones, ha situado partidas complementarias en todos los departamentos, que van en la dirección de la CUP, como incrementos en las becas comedor y en el transporte escolar, que justifica el aumento en 252 millones en el presupuesto de educación. En Salud se suman 316 millones, para paliar las listas de espera; en trabajo y asuntos sociales, para la renta mínima de inserción, se destina 173 millones. También en el departamento de Empresa, con 10 millones para hacer frente a la pobreza energética –que busca compensar la medida que el Tribunal Constitucional suspendió–. 

Sin embargo, la CUP está en otra cosa. La asamblea de la fuerza anticapitalista aprobó este domingo una enmienda en la que se reclama romper con Junts pel Sí para poder ejercer una oposición más dura, y tratar de «ensanchar el independentismo por la izquierda».

Crecimiento del PIB

Tanto Convergència como Esquerra, que conforman Junts pel Sí, son conscientes de que sin la CUP no habrá presupuestos. Y que, aunque se pueda funcionar con unas cuentas prorrogadas, la inestabilidad parlamentaria será enorme, y obligará antes que tarde a una nueva convocatoria electoral. Esa tesis la rechaza, por ahora, Junqueras. «Este presupuesto es mejor que una prórroga, pero se puede funcionar con una prórroga», aseguró.

Todo el presupuesto queda pendiente del objetivo de crecimiento del PIB, que, para el gobierno catalán, será del 2,9% del PIB, dos décimas más que la previsión del Gobierno central. Y el aumento del 1,5% de las cuentas, respecto a 2015, cumpliendo el objetivo de déficit del 0,7% que se acordó con el ministro Cristóbal Montoro, se explica por el ahorro por los menores tipos de interés de la deuda. El pago por ese concepto bajará de los 1.713 millones en 2015 a 863 millones para este año.

Muy pulido. Muy a lo Tarradellas, si se quiere. Muy en plan conseller de Economia responsable y ahora «autonomista».

Dos meses de agonía

Pero sin la CUP el Govern de Puigdemont puede tener los días contados.  La cuestión es que, como ocurrió con las negociaciones para la investidura de Artur Mas –finalmente fue la de Carles Puigdemont– se avecinan dos largos meses.

El proyecto de presupuestos se debatirá, para rechazar las enmiendas a la totalidad que se presenten –todos los grupos de la oposición las anunciaron, salvo la CUP que este martes sólo quería hablar de los Mossos d’Esquadra— el 8 de junio, justo antes del inicio de la campaña electoral del 26J. El debate final se prevé para el 20 de julio. 

Se inicia, por tanto, un periodo de dos meses, en los que también se deberá esclarecer la constitución del gobierno español. En ese lapso, Junts pel Sí –y será determinante el equilibrio de fuerzas que surja del 26J en Cataluña, con una lucha electoral entre Convergència y Esquerra– deberá convencer a la CUP de que debería apoyar los presupuestos para poder seguir adelante y cumplir la hoja de ruta soberanista.

En caso contrario, la morfina comenzará a actuar, a las puertas de un caluroso verano.

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