Junqueras se ceba con Puigdemont por 57 millones en IRPF
La rebaja fiscal que el líder de Esquerra compra a la CUP supondría cuatro euros al mes para 1,2 millones de catalanes
Demasiado ruido para tan escasa eficiencia. En la Agencia Tributaria Catalana figuran 1,2 millones de ciudadanos con ingresos inferiores a 20.000 euros al año. Los números que baraja la Dirección General de Tributos de la Generalitat resumen que la reducción del tramo del impuesto sobre la renta (IRPF) a este segmento de la población es equivalente a la subida del mismo impuesto directo sobre las rentas más altas, llevada a cabo en 2010.
Aquel subidón de cuatro puntos en el marginal del impuesto significó una recaudación de entre 57 y 70 millones de euros, según consta en la periodificación de la Agencia del Estado incluida en la web del Ministerio de Hacienda.
Apenas cuatro euros para las rentas más bajas
El vicepresidente económico Oriol Junqueras quiere ofrecer a los contribuyentes lo comido por lo servido. Es decir, habría que dividir los 57 a 70 millones que dejaría de ingresar el Estado (a través de la Generalitat porque se trata del tramo autonómico del impuesto) por 1,2 millones de ciudadanos (un millón doscientas mil personas jurídicas). Con el resultado de 50 euros al año o de cuatro euros al mes de promedio.
Dos cañas o medio pack desayuno una vez al mes, en el bar de abajo. Eso es lo que ganarían en promedio los contribuyentes pequeños y medianos. La encargada de los números en Tributos de la Generalitat, Marta Espasa, se lo ha mostrado a Lluis Salvadó, secretario de Hacienda y este a Junqueras.
Que lo apruebe el Parlament
La estrechez de las ganancias, -la mayor liquidez en manos del público, en modo sarcasmo- no vale esta bronca. Junqueras lo sabe y para evitarse problemas ha enviado su propuesta al Parlament con la esperanza de que sea la CUP (extraños amigos de chándal y mohín adornado) la que acabe dando su visto bueno a una reducción cosificada en el marco del debate sobre los Presupuestos.
Junqueras juega al procés, una operación en declive en términos de movilización social. No hay ni un solo experto fiscalista de los que han tenido contactos directos con el vicepresidente (y son bastantes) que no reconozca que el jefe de ERC es una cabeza químicamente impoluta.
Economia, un área precaria
Junqueras es el más listo de la clase; él sabe que para mantener los ánimos hay que seguir hablando de que «estamos construyendo la Agencia Catalana, primera piedra de las estructuras de Estado». Pero también conoce al dedillo –ahora sí, después de mucho más de cien días- la precariedad de su departamento.
Primero hizo estallar la bomba retardada de los impuestos cedidos que escandalosamente recaudan los Registradores de la Propiedad, y ahora suelta el órdago calculado que bajará el IRPF de los menos favorecidos y que subirá el de las rentas más altas.
Pero finalmente no podrá hacer ni una cosa ni la otra. No puede subir otra vez el tipo de las rentas más altas porque en 2010, Andreu Mas-Colell y Artur Mas reventaron el tope por arriba con una subida de cuatro puntos, que encabritó a su clientela. Sí, cuatro puntos, a la danesa pero sin Dinamarca, con una sanidad pública en desbandada; o a la sueca sin la alfacracia socialista de Olof Palme, aquel malogrado primer ministro que inundó de Alfa Romeos (kilómetro cero) al Partido Comunista de Cuba en un intento por demostrar a Castro la bondades de la vía nórdica.
«Si subes cuatro puntos en un año no puedes volver a subir en una década», reconoce un alto cargo de Hacienda de la Generalitat. Los de arriba, de momento nada. En las rentas por debajo de los 17.707 euros en el tramo autonómico del IRPF, cuyo tipo actualmente se sitúa en Cataluña en el 12%, el más alto de España, la idea inicial consiste en reducir.
En búsqueda de los apoyos
Pero el balance es tan nimio que ofende a la inteligencia. Economia lo justifica diciendo que ha impulsado un estudio con el objetivo de «hacer un impuesto socialmente más justo y progresivo» sin subir globalmente el IRPF, en una estrategia que entronca con la vocación de ERC de aligerar las cargas fiscales de las rentas más bajas, para ¡reactivar el consumo!, con cuatro euros al mes.
A pesar de la bronca en Junts pel Sí, Economia pretende incorporar este cambio en la ley de acompañamiento de los presupuestos y lograr el apoyo del máximo de fuerzas parlamentarias, entre las que se buscaría la complicidad de la CUP, el PSC o Catalunya sí que es pot. La izquierda siempre es el mejor pretexto para justificar cualquier barbaridad.
Una nueva deducción
La ley que debería servir para modificar los tipos autonómicos del IRPF, y que de momento solo está en la fase de borrador, solo incluye una referencia a este impuesto: una nueva deducción para los donativos que se hagan a favor de los institutos universitarios y otros centros de investigación integrados o adscritos a las universidades catalanas y los centros de investigación promovidos por la Generalitat.
Es la única medida escrita que hace referencia al IRPF, y que se añade a otras modificaciones de tributos que han quedado afectados por suspensiones o sentencias del Tribunal Constitucional, como es el caso del impuesto sobre la producción de energía eléctrica de origen nuclear o del gravamen de protección civil.
O sea, la reducción del trama autonómico de las rentas bajas se queda en pretexto. Pero como siempre, en el paraíso del gesto, el amago vale más que la decisión.