Europa castiga a Sánchez por abrazarse a la deuda y a Podemos
Calviño pierde la presidencia del Eurogrupo y queda debilitada en su pulso con Iglesias dentro del Gobierno. Moncloa descarta relevar a la vicepresidenta
Lo que debía ser un éxito acabó convertido en fracaso. Partía la vicepresidenta económica del Gobierno, Nadia Calviño, como favorita para presidir el Eurogrupo —un órgano informal que coordina a los ministros de finanzas de la eurozona—, pero fue derrotada por el irlandés Paschald Donohoe, un dirigente conservador alineado con la disciplina fiscal, contrario a impuestos europeos como la tasa Google y conectado a la familia política del Partido Popular Europeo.
Todos estos ingredientes bastaron para que Donohoe se distinguiera de Calviño y acabaron arrastrando el voto de los pequeños países del norte y del este de Europa al terreno del irlandés.
Acudía Calviño a la votación para presidir el Eurogrupo lastrada por sus compañeros de gobierno de Podemos para vencer las resistencias de los amantes de la ortodoxia fiscal, pero también acudía con lo que parecía un seguro de vida: el respaldo de los gigantes europeos (Alemania, Francia e Italia).
Sin embargo, los contundentes apoyos de las potencias europeas no fueron suficientes en una elección con 19 países participantes y sin sufragio ponderado: una nación, un voto.
La agenda de Calviño
La vicepresidenta de Pedro Sánchez acarició el triunfo en la primera ronda al obtener 9 de los 19 votos entre los tres aspirantes, pero la retirada del candidato con menos respaldos —el ministro de finanzas de Luxemburgo, Pierre Gramegna— provocó que estos apoyos se concentraran en Donohoe en la segunda y definitiva votación.
No querían saber gran cosa los pequeños países del norte y del este de Europa de los proyectos políticos que defiende Calviño: ni del seguro de desempleo común para la zona euro, ni de las tasas a los gigantes digitales, ni de la armonización fiscal, ni de los eurobonos ni de la integración bancaria, ni, sobre todo, de los voluminosos fondos económicos financiados con deuda común (subvenciones incluidas).
Y mucho menos quería el equipo capitaneado por Países Bajos y Austria que el gran desembolso que planea la UE quedara bajo la batuta de una ministra de España, un país que aspira a ser uno de los grandes beneficiados por el plan de reconstrucción europeo.
La derrota de Calviño es la derrota de Sánchez, hiperactivo en sus contactos internacionales durante las dos últimas semanas. Y es también, hay que decirlo, la derrota del modelo fiscal que defienden países como Francia y España.
El fracaso en el asalto al Eurogrupo también deja consecuencias internas. Los dirigentes de Podemos, con Pablo Iglesias a la cabeza, se llevaron la satisfacción de ver a su archienemiga en el Gobierno derrotada. Calviño sale debilitada de esta batalla, pero fuentes socialistas aseguran que no habrá relevo de la vicepresidenta económica a corto plazo. Y repiten, a quien quiera escucharlo, una y otra vez, el brillante currículum de la dirigente gallega.
Gran currículum y grandes frustraciones
Y, ciertamente, nadie puede empañar su trayectoria, que comenzó a ser conocida para el gran público a su llegada al gobierno de Sánchez, procedente de las instituciones europeas.
Pero tampoco se puede ocultar que con el fracaso para hacerse con la presidencia del Eurogrupo acumula dos intentos fallido de tocar de cotas de poder más altas en un plazo inferior a dos años.
El año pasado, su nombre entró en las quinielas para presidir el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero España retiró precipitadamente su candidatura al no ver posibilidades. Habría sido la segunda presidenta española del organismo tras Rodrigo Rato.
Pese a sus fiascos, la vicepresidenta económica del Gobierno mantiene el currículum para optar a puestos más altos dentro de la diplomacia europea, su indisimulable ambición.
De hecho, ya ocupó cargos relevantes dentro de la estructura comunitaria, y aunque su papel, por ejemplo, como directora de presupuestos de la Comisión Europea era capital, el puesto no gozaba de la proyección pública con la que cuenta el ministerio de Economía.
Cuando Sánchez ganó la moción de censura a Mariano Rajoy y reclutó a Calviño para el Gobierno, Calviño llevaba 12 años en Bruselas. Llegó en 2006 tras dos años en el ministerio de Economía con Pedro Solbes y ocupó varios puestos de responsabilidad, desde los que fue tejiendo, según los que la rodeaban, un perfil de gestora solvente.
En la Unión Europea, Calviño no solo ha sido directora de Presupuestos, sino también directora general adjunta de Competencia, una de las competencias de mayor importancia dentro de la política comunitaria, y también directora general de Mercado Interior. La vicepresidenta confía en regresar más pronto que tarde al ámbito internacional, pero de momento deberá seguir a los mandos de la economía española.