El temor de Junqueras con Puigdemont reproduce los complejos de ERC
Junqueras puede salir de prisión para protagonizar la campaña electoral, pero teme el ascenso de la lista de Puigdemont y aparecen los viejos complejos de ERC
Oriol Junqueras y los consejeros de ERC que se encuentran en prisión tienen claro que aceptarán el 155 para salir de prisión. En el escrito que han presentado ante el juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, esa aceptación se considera explítica, desde el momento en el que todos los partidos catalanes han aceptado presentarse a las elecciones. No será por “convicción política”, pero sí por imperativo legal. El temor, sin embargo, es otro. Junqueras, que emplazó a la secretaria general de ERC, Marta Rovira, a sustituirle si él se mantenía en la cárcel, teme que aparezcan los viejos fantasmas, los complejos cuando los republicanos se enfrentan a los convergentes, ahora casi desaparecidos, pero ahí siguen, en el seno de la lista de Carles Puigdemont.
Las encuestas en los dos últimos años han sido muy positivas para ERC. En todas se ha dado por hecho que Junqueras sería el próximo presidente de la Generalitat. Pero eran sólo encuestas. La hora de la verdad llega el 21-D. Al margen de la situación anómala, con la aplicación del 155 de la Constitución y de las decisiones judiciales, Esquerra quiere gobernar la Generalitat e iniciar una nueva etapa, que exigirá un planteamiento de la independencia a medio y largo plazo.
Junqueras teme el golpe de efecto de Puigdemont si llega a Barcelona para ser detenido
Sin embargo, no se contaba con la lista de Puigdemont, que ha dejado en la estacada a su propio partido, y que asciende en los sondeos, con una buena parte del bloque soberanista dispuesto a sumarse al carro, con independientes y con la épica de un presidente que sigue en Bruselas, y que podría tomar una decisión como golpe de efecto electoral: aterrizar en Barcelona el último día antes de las elecciones para ser detenido de inmediato, con la carga simbólica que podría suponer para todo el independentismo.
Esquerra, por tanto, no lucha contra la lista de Puigdemont o contra el resto de fuerzas políticas, sino contra sus propias expectativas. ¿Qué pasará si los republicanos superan por muy poco los treinta diputados, a escasos escaños de la lista de Junts per Catalunya? ¿Volverá el viejo partido republicano a reproducir sus luchas intestinas?
La dirección de ERC trabaja con una idea, la de facilitar la presidencia de Puigdemont, teniendo en cuenta que acabará en manos de la justicia española, para que sea Marta Rovira la sustituta como presidenta de la Generalitat. Todo eso dependerá de los resultados, y de cómo se gestione la investidura.
ERC mantuvo con CDC un pulso con la elaboración del Estatut, para acabar votando en contra en el referéndum
Esquerra mantiene desde hace meses una máxima: a pesar de los cambios, a pesar de los ropajes y de los independientes, Puigdemont capitanea una lista de hombres y mujeres de la exConvergència. Y se desea pasar página lo antes posible, porque ese ha sido el objetivo de Esquerra desde los últimos 15 años, desde el primer gobierno tripartito que se formó a finales de 2003: doblegar al centro-derecha nacionalista, y aparecer como la nueva centralidad, desde el soberanismo. ¿Lo conseguirá esta vez, con Oriol Junqueras o con Marta Rovira al frente?
El principal problema de Esquerra Republicana ha sido creer en sí misma. Ocurrió con la elaboración del Estatut, el inicio de la actual situación, para muchos, aunque el problema viene de más atrás. Entonces Esquerra no pudo aguantar la presión de Convergència, que, desde la oposición, utilizó los trabajos de elaboración y negociación del Estatut como un método de presión para cargarse al tripartito.
e estableció una subasta descarnada entre Convergència y ERC ante la perplejidad e impotencia del PSC y del propio presidente Pasqual Maragall. En los debates en comisión, Esquerra no aguantaba la presión, y Convergència se inventaba –Francesc Homs mediante– nuevos techos casi confederales, con derechos históricos que aparecían de la nada que acababa comprando Esquerra Republicana, dejando en minoría al PSC, partido con el que gobernaba la Generalitat.
Aunque se toque el poder con los dedos, las piernas vuelven a flaquear en ERC
El resultado fue que Esquerra acabó pidiendo el ‘no’ en el referéndum del Estatut, junto al PP, que desorientó por completo a los propios electores republicanos, muchos de los cuales se abstuvieron, ayudando a que el referéndum sólo obtuviera el 48% de participación. Un fracaso total.
Ahora reaparecen los complejos. ¿Y si Puigdemont logra realmente un resultado notable y frustra las esperanzas de Esquerra? Eso, junto al ascenso en las expectativas de la lista del PSC, con Miquel Iceta al frente, está generando una gran incertidumbre en el seno de Esquerra, consciente de que ha tenido líderes más sólidos, –al margen de Junqueras– que Marta Rovira, que no aguanta un discurso coherente durante más de dos días.
La intención real de Esquerra, desde hace meses, es poder gobernar orillando al Pdecat, a los restos de Convergència. El objetivo era y es un acuerdo con Catalunya en Comú, para ensanchar la base social del independentismo a medio plazo, y con apoyos parlamentarios de fuerzas como el propio Pdecat o del grupo socialista. Pero las circunstancias han cambiado. La lista de Puigdemont, el presidente con el que se ha cogobernado en los dos últimos años, no permite despreciarla de inmediato.
Por eso Junqueras está nervioso. Quiere salir cuanto antes de prisión e inicar una campaña electoral que permita enseñar músculo, demostrar que las encuestas no se han equivocado y que ha llegado la hora de que Esquerra tenga un presidente o presidenta de la Generalitat, algo que no ocurre desde los años treinta, con la II Républica. Pero las piernas, como siempre ha ocurrido en la historia reciente, comienzan a flaquear.