El soberanismo empuja a Mas a una soflama política en el juicio del 9N
La presión del propio Puigdemont y de intelectuales afines como Álvaro llevan al ex president a la convicción de que debe polítizar al máximo la causa por el 9N
Artur Mas ultima una intervención de gran calado político, una soflama que le permita salir del juicio del 9N con la cabeza alta y la posibilidad de liderar el proceso soberanista, frente al gobierno español. La pronunciará este viernes, cuando, al final del juicio, tenga la oportunidad de explicar libremente qué quiso impulsar con la consulta soberanista y cómo se debe encauzar «políticamente» ese conflicto institucional entre el gobierno catalán y el gobierno español.
La presión del mundo soberanista, y de intelectuales afines, como el periodista Francesc Marc Álvaro, que tiene un peso determinante en el entorno del ex president, ha hecho mella. El reproche que se formula es que es poco comprensible para las «masas» que se han movilizado en los últimos años a favor de la independencia que se plantee una defensa en el juicio dirigida a minimizar costes, con la idea de que no se quiso desobedecer al Tribunal Constitucional.
Un momento de ruptura
Mas tenía pensada esa intervención final, aunque en sus declaraciones de este lunes quisiera ceñirse a las pautas jurídicas marcadas por sus abogados. Las fuentes consultadas señalan que no será contradictorio. «Lo que se juzga es un procedimiento, que se deberá probar, si, efectivamente, el Gobierno estuvo o no detrás de toda la organización, y los magistrados se ajustarán a ello, aunque Mas quiera apuntalar políticamente el proceso», señalan.
Grietas jurídicas y proyecto político
La idea de Mas, aunque se haya limitado a buscar las grietas jurídicas de la resolución del Constitucional –el argumento es que el tribunal no concretó lo que no podía hacer el Govern de la Generalitat, a pesar de ser requerido para ello, algo que repitió este miércoles el ex consejero y diputado en el Congreso, Francesc Homs— es que el juicio del 9N es un juicio político, y que el Gobierno español debería acceder a celebrar un referéndum, como ocurrió en el Reino Unido con el caso de Escocia.
Pero en las últimas horas Mas ha entendido que debe subir el tono, con un grueso político mayor, porque se trata de la gran oportunidad del independentismo de cargar contra el Estado, con toda la proyección del juicio.
El soberanismo trata de cargar baterías. Y este miércoles recibió el aliento del presidente Carles Puigdemont, quien, de forma sorprendente, –no estaba prevista su intervención en el Parlament antes de la sesión de control– cargó duramente contra la democracia española. «La democracia española ha enfermado, y lleva tiempo enferma», aseguró, por la celebración, precisamente, del juicio por la causa del 9N.
Desobeceder al Estado
En el caso de Mas se trata también de su propio futuro político, de la posibilidad de liderar el proceso, con una candidatura a la Generalitat, que se vería favorecida si resulta absuelto en el juicio.
Pero por parte de todo el soberanismo, de parte de la dirección del PDECat, que es netamente independentista, de Esquerra Republicana, cuyas bases y cuadros medios no admiten medias tintas, aunque Oriol Junqueras guarde la compostura, y de la CUP la cuestión es meridiana: se quiso desobecer al Estado y se consiguió. Y, por tanto, se puede realizar otra vez, con más tino, con un referéndum que, esta vez, será vinculante, como reitera el presidente Puigdemont.