El Rey Felipe se lleva una monumental pitada en el Camp Nou
Las aficiones del Athletic y del Barça pitan contra el himno de España desde el primer segundo ante los rostros pétreos de Mas, Felipe y Villar
El Rey Felipe VI ya sabe lo que es una sonora pitada al himno de España.
Era contraproducente y lo sabía el Gobierno y la Federación Española de fútbol. Sus advertencias iban a ser contestadas. Y desde el primer segundo, las aficiones del Athletic y del Barça pitaron de forma ensordecedora el himno de España.
El Rey estaba flanqueado por Artur Mas y Ángel Maria Villar. Sus rostros, pétreos. Poca broma.
Pero nadie podrá decir que no era algo previsible.
Espectacular! Que ho vegi tot el món! https://t.co/NBQAyT2JiX
— 27 Setembre 15 (@27Setembre) May 30, 2015
Un problema político
El Gobierno había advertido al propio F.C. Barcelona, y le hizo responsable del posible incidente. Pero la final de la Copa del Rey la organiza la Federación española de fútbol, y ese fue el argumento que esgrimió el Barça. Ahora se deberá dilucidar si hay sanciones o no.
El hecho es que se trata de un problema político de primer orden. Con el relevo en la jefatura del Estado, Felipe VI, que conoce bien Cataluña y que está bien conectado con círculos políticos y económicos catalanes, se consideró que se podía abrir una etapa política nueva y que él podría favorecer un mejor encaje en España de las nacionalidade históricas. Pero el desapego de una parte de catalanes es evidente.
Ocurre que la paradoja es máxima. Y que el nacionalismo vasco ha encontrado una vía propia, sin ruido. Es el PNV el que está comiendo el terreno a Bildu. Pero en Cataluña es al revés. Es Esquerra Republicana la que entra en terreno de CiU, y, a su vez, pierde votos en favor de la CUP, que es el Bildu catalán.
Creo que la cara de cada uno durante la #pitadahimno lo dice todo. Haced zoom! #CopaDelRey pic.twitter.com/fdVWN6LXp1
— Javier Silvestre (@Javiersilvestre) May 30, 2015
Y gritos de ‘independencia’
La pitada fue monumental. Enorme. Felipe VI ya sabe que debería impulsar algún cambio, la propia reforma de la Constitución o resignarse a futuras pitadas y constatar que Ortega tenía razón: es la conllevancia lo único que se puede pretender, sin más objetivos.
Porque la afición no ha parado. Y en el minuto 17,14 ha acabado gritando: Independència.