El PP abre la puerta a una alianza con el PSOE con una condición
El PP tiende la mano a los socialistas siempre y cuando se sienten las bases para una nueva política constitucionalista en Cataluña
El PP está dispuesto a ensayar una nueva relación con el PSOE, incluso a llegar a grandes acuerdos. Eso sí, cualquier tipo de alianza quedará condicionada a que los socialistas se comprometan a aplicar una nueva política en Cataluña basada en que el Estado recupere terreno al independentismo.
Esta es la tesis que Cayetana Álvarez de Toledo está logrando imponer en su partido con algunas resistencias, pero con el apoyo inequívoco de Pablo Casado.
La candidata del PP por la provincia de Barcelona ha logrado en muy pocos meses convertirse en la principal estratega de su partido —ella es el cerebro de España Suma— y ha obtenido la aprobación de la dirección nacional para diseñar un giro de la situación en Cataluña. Álvarez de Toledo concluyó hace semanas que este giro no podía llevarse a cabo sin arremangarse. Es decir, que no podía limitarse únicamente a una formulación teórica, sino que tenía trabajarse. Y en eso está.
Desde hace semanas, la dirigente del PP está protagonizando reuniones sectoriales de todo tipo con el propósito de redactar unas bases que llevarán por título Libro Blanco para la libertad en Cataluña y que no deja de ser una respuesta al Programa 2000 que el pujolismo diseñó en 1990 para potenciar «la nación catalana». «Sí, es una respuesta que llega 30 años tarde», admite con cierto desconsuelo la propia Álvarez de Toledo en alguna conversación.
El PP y la redacción del Libro Blanco
Las reuniones sectoriales que ha protagonizado al PP han incluido, hasta ahora, a fuerzas y cuerpos de seguridad del estado; a docentes de distintos niveles educativos; a representantes de la justicia; y a profesionales de los medios de comunicación.
Son encuentros privados, sin declaraciones posteriores y sin fotografías. La propia Cayetana Álvarez de Toledo acude armada con libreta y bolígrafo para hacer sus anotaciones, aunque la acompaña un amplio equipo. Y un mensaje siempre se repite: «No tengo ningún problema en pedir perdón por lo que mi partido ha hecho —o ha dejado de hacer— en estos últimos años en Cataluña. Pero no estoy aquí para hablar del pasado, estoy aquí para buscar soluciones y corregir las cosas».
Con este preludio se inician los encuentros en busca de propuestas para revertir las circunstancias en Cataluña. El PP ya ha perfilado una serie de líneas maestras más o menos claras: hay que introducir incentivos para que jueces, fiscales y policías lleven a cabo su carrera profesional en Cataluña; hay que potenciar RTVE y los medios privados constitucionalistas en Cataluña; hay que promover candidaturas constitucionalistas en todo tipo de organismos civiles; y hay que combatir la marginación del castellano en la educación.
Todo ello continúa trabajándose puertas adentro. Pero el PP, disminuido en Cataluña —aunque ya ha ahuyentado el riesgo de desaparición que sobrevolaba hace un año—, sabe que no se basta para llevar a cabo semejante giro. Y por eso ha comenzado las maniobras de aproximación a los socialistas, no sólo a nivel autonómico sino también a nivel nacional.
El panorama de PP y PSOE tras las elecciones
Las encuestas dibujan pactos postelectorales más complicados que los de las últimas elecciones, puesto que la suma de PSOE y Ciudadanos (que totalizaban 180 escaños) ahora apenas alcanzaría los 140. Tampoco la suma de las derechas se acercaría a la cifra mágica de 176 diputados (mayoría absoluta), ya que, según las encuestas, ni siquiera tienen en la mano 160.
En este contexto, y dando por descontado que habrá un esfuerzo por evitar unas terceras elecciones consecutivas, la opción de algún tipo de gran acuerdo de PSOE y PP está sobre la mesa. Al menos sobre la del PP, que habla claro: cualquier «entendimiento» postelectoral con el PSOE para evitar el bloqueo deberá pasar «necesariamente» por la aceptación del «rearme moral» constitucionalista para Cataluña que defiende su partido.
Pocas pruebas más complicadas podría tener ante sí el PSOE, puesto que semejante entendimiento implicaría una histórica rectificación del PSC, que siempre ha negado el pan y la sal al PP en Cataluña, tal y como se volvió a ver en las últimas municipales, cuando dio la espalda a los populares para cerrar acuerdos de gobierno en Badalona y Castelldefels.