El exnúmero dos de Interior acusa a los Mossos de inacción el 1-O
Nieto defiende la actuación de Policía Nacional y Guardia Civil para impedir el referéndum y dice que utilizaron la mínima fuerza posible
El 1-O la Policía Nacional y la Guardia Civil se enfrentaron al peor de los escenarios posibles que se habían estudiado desde el ministerio del Interior, por «la inacción de los Mossos» y porque el nivel de resistencia que se encontraron en muchos centros electorales fue el más alto de los que se había previsto que se podían producir. Su respuesta a esta situación fue el uso de la fuerza al «mínimo imprescindible».
Esa es la versión que de aquel controvertido despliegue policial ha dado este lunes en el Tribunal Supremo el que en ese momento era el número dos del ministro Juan Ignacio Zoido, el entonces secretario de Estado de Seguridad José Antonio Nieto, que compareció como testigo en el juicio del procés y, tanto por lo que respecta a la jornada del referéndum como a la masiva concentración del 20 de septiembre frente a la consellería de Economía, abonó la tesis de que hubo violencia y que sustenta el cargo de rebelión que la fiscalía imputa a nueve de los 12 acusados.
El exsecretario de estado explicó que ni el mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, ni los responsables políticos de la policía catalana mostraron en los días previos al 1-O «el más mínimo interés» en cumplir el encargo que tenían de coordinarse con la Policía Nacional y la Guardia Civil para impedir la celebración del referéndum ilegal, y que no le consta que llevaran a cabo ni una actuación ni para incautar material electoral ni tampoco para precintar con carácter previo ningún centro de votación. Aunque, a preguntas del abogado del exconseller de Interior Joaquim Forn, Javier Melero, tuvo que admitir después que no había ningún mandato judicial para efectuar dichos precintos.
Falta de confianza en los Mossos
Nieto relató la junta de seguridad celebrada el 28 de septiembre a petición del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, como una escena «surrealista» porque los representantes del Gobierno trataban de hablar de impedir el referéndum con aquellos que lo habían convocado y que insistían, una y otra vez, en que la prioridad era garantizar «la convivencia ciudadana», un planteamiento que para Nieto fue utilizado de forma sistemática como una «excusa» para no impedir el referéndum.
Tras esa reunión, asegura el exnúmero dos de Interior que la confianza en los Mossos quedó reducida a la mínima expresión, ya solo a la espera, revelada como infructuosa, de que, Trapero aparte, entre el resto de la cúpula policial prevaleciera al final la voluntad de cumplir con un mandato judicial.
A preguntas de la fiscalía, la abogacía del estado y la acusación particular, Nieto se esforzó por dar las respuestas y los detalles del operativo que la semana pasada escamotearon tanto Zoido como el expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y la que fue su número dos, Soraya Sáenz de Santamaría, que se destentendieron de las decisiones operativas tomadas esa jornada. Nieto, en cambio, las asumió todas, y calificó el despliegue de «ejemplar».
Nieto negó que hubiera habido órdenes para que a mediodía se detuvieran las cargas policiales ni en ningún otro sentido, ni judiciales ni por parte de responsables políticos, y aseguró que una vez se comprobó que los Mossos no estaban haciendo nada para cerrar los colegios electorales, el dispositivo se limitó a aplicar los protocolos previstos en la instrucción que la secretaría de estado había dictado 48 horas antes.
El objetivo, según su relato, era cumplir el encargo entre las 7.30 y las 10 horas, pero la actuación se alargó más de lo previsto porque los 6.000 policías y guardias civiles desplazados a Cataluña eran un contingente limitado para la magnitud de la tarea, ya que había 2.239 centros de votación.
Nieto defiende una actuación proporcionada
Los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado cerraron entre 104 y 113 de esos colegios electorales, aproximadamente un 5% del total, como le recordó al testigo el abogado de Forn para cuestionar que Policía Nacional y Guardia Civil fueran ese día más eficaces que los Mossos.
Hubo incidentes en 53 de ellos, porque en algunos centros, explicó Nieto, hubo concentrados que recurrieron a la violencia y que lanzaron adoquines o vallas contra policías y guardias civiles, aunque no pudo precisar la cifra de agentes heridos, y negó que se produjeran cargas policiales, técnicamente hablando. Según él, solo se usó la fuerza cuando los policías y guardias civiles estuvieron en riesgo de quedar aislados o de no poder replegarse.
El exresponsable de seguridad aseguró que la actuación fue proporcionada y cumplió con el mandato judicial de supeditar la eficacia a la seguridad y la convivencia ciudadana. De no primar esos preceptos, añadió, los agentes podrían haber cerrado todos los colegios en los que se personaron, en lugar de replegarse en muchos de ellos para evitar males mayores, porque tenían la preparación y las herramientas suficientes para hacerlo. El precio, eso sí, habría sido alto, en forma de saldo de imágenes terribles y de heridos manifiestamente peor.