El ex juez Estevill neutralizó en 1993 una querella por soborno contra Jordi Pujol Ferrusola
La Fiscalía tenía indicios de la existencia de pagos a CiU a cambio de contratos públicos
Corrían los primeros días del otoño de 1993. Luis Pasqual Estevill recibió una llamada telefónica: “Luis, soy Carlos, ven a mi despacho. Estoy con el Jefe Superior de Policía. Queremos hablar contigo”. Era Carlos Jiménez Villarejo, Fiscal Jefe del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.
Al entonces juez instructor número 26 de Barcelona, Luis Pasqual Estevill, se le conocía como “el azote de la burguesía catalana”. Aquella fiscalía implacable con los poderosos y aquel juez “justiciero” todavía iban de la mano. A instancias del ministerio fiscal, había instruido con contundencia el caso Planasdemunt y el caso Bertrán de Caralt, entre otros.
Encuentro entre Villarejo y Estevill
Pasqual Estevill asistió a la cita, que tuvo lugar en el despacho oficial de Jiménez Villarejo, en la segunda planta del edificio de la Fiscalía, en la calle Pau Claris de Barcelona.
Villarejo le esperaba en compañía del jefe superior de policía, Enrique de Federico, y del inspector jefe del grupo de delitos económicos. El mensaje de fiscal al entonces juez fue claro y directo: la fiscalía disponía de datos para afirmar que distintos empresarios y hombres de negocios (fundamentalmente constructores) se personaban en determinado despacho del edificio que se alzó en la esquina de la calle Aragón con Rambla de Cataluña (sobre el terreno que antes había ocupado el cine Kursal), para pagar en efectivo “mordidas” a cambio de la obtención de obra pública.
El hijo del presidente Pujol
Según se habló en aquella reunión, el receptor de los maletines era Jordi Pujol Ferrusola. El primogénito del entonces jefe del gobierno catalán actuaba en compañía de un buen amigo suyo, Dídac Fábregas, hombre que, años más tarde, aparecería en la lista Falciani como titular de cuentas ocultas en Suiza.
Jiménez Villarejo informó a Estevill de que había encargado un informe de situación y análisis al inspector jefe de delitos económicos, tras cuya lectura e incorporación al expediente abierto en fiscalía, se daría paso a la elaboración y presentación de una querella del Ministerio Público por tráfico de influencias y cohecho contra Pujol Ferrusola «…y quienes pudieran resultar implicados”.
El fiscal jefe pretendía que dicha querella fuera a parar a manos del magistrado “justiciero” con la esperanza de que Estevill garantizaría, (en atención a su actuación en algunos casos precedentes), mano dura contra unos imputados, hasta aquel momento, intocables. A Estevill no le agradó la idea, pero no lo verbalizó y se despidió con su flema y soberbia habitual a la espera de que la fiscalía moviera ficha.
Estrecha relación entre Estevill y CiU
Jiménez Villarejo aun no sabía de los estrechos lazos de Estevill con Convergència y, en concreto, con el Presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. Era cierto que aquel juez “justiciero” había encarcelado al ex conseller de Economía Jordi Planasdemunt, pero no era menos que tuvo a tiro, en el mismo sumario, al también conseller Macià Alavedra, e hizo lo imposible para no imputarle.
Tampoco conviene olvidar que Estevill archivó el caso Prenafeta nada más tomó posesión del cargo de juez instructor número 26 de Barcelona, procedente de un juzgado de Terrassa. Aquel archivo provocó las lágrimas de la fiscal encargada del caso, actual teniente fiscal anticorrupción, Belén Suárez.
Por lo tanto, Estevill era el juez de Convergència pero, entre favor y favor y para mantener viva una cierta aureola de juez implacable con el poder, daba rienda suelta a su particular venganza contra algunos destacados miembros de la burguesía catalana. Al fiscal jefe de Cataluña le costó descubrir la verdadera cara y dimensión política de aquel magistrado, que años más tarde, y ya como vocal del Consejo General del Poder Judicial (cargo al que llegó de la mano de Convergència i Unió el 4 de noviembre del 1994) daría con sus huesos en la cárcel por delito fiscal y prevaricación.
Frenar el avance de la querella
Hubo una tarde en la que quien descolgó el teléfono, pero para hacer una llamada definitiva, fue el juez: «Hola, soy el juez Estevill. Esta investigación no puede prosperar, así que ya sabe usted lo que debe de hacer con ese informe”. Estevill era hombre de pocas palabras y fuerte personalidad. No le hizo falta más argumentación que esa para que su interlocutor supiera que aquello era mucho más que una orden.
El receptor de la llamada era aquel inspector jefe de delitos económicos, que ya había trabajado en anteriores casos y de firma exitosa con el juez estrella Luis Pasqual Estevill. El policía conocía al juez y sucumbió a la presión. Estevill, entonces, pasaba por ser una de las personas más poderosas e influyentes de Cataluña.
Semanas después, el entonces juez, cargado de su habitual cinismo y no menos habitual autosuficiencia, llamó a su entonces todavía amigo Carlos Jiménez Villarejo: «¡Carlos, qué se ha hecho de aquella querella!. ¡No me habéis dicho nada!”. El fiscal jefe de Cataluña le respondió que el informe policial era disperso y nada concluyente y que, por lo tanto, no había indicios suficientes para que prosperase la actuación judicial.
Tretas ilegales
Todos los datos y extremos de esta información han sido confirmados por el ex Juez Luis Pasqual Estevill en una conversación mantenida el pasado 11 de noviembre en un céntrico café situado en la parte alta de Barcelona con Economía Digital.
Estevill confirmó los detalles de esa reunión de hace casi 20 años, y reconoció sin tapujos sus tretas ilegales para entorpecer la querella de la fiscalía. Estevill, sin embargo, se negó a hacer declaraciones o a la concesión de una entrevista respecto de este tema. Sólo matizó que hizo lo que hizo por iniciativa propia. «En este caso, no recibí ninguna indicación al respecto del President Pujol”.