El entorno de Quim Torra agita una revuelta en Junts per Catalunya
Un grupo de diputados de Junts per Catalunya lanza un manifiesto contra la dirección del Pdecat
El pacto entre Junts per Catalunya (JxCat) y el PSC en la Diputación de Barcelona no solo ha degradado aún más de lo que ya estaba la relación entre los primeros y sus socios de ERC en el gobierno de Quim Torra. También ha abierto una nueva brecha en el seno de la priopia JxCat que evidencia la complejidad de esa reconfiguración siempre pendiente que aún tiene que dirimir el espacio posconvergente.
La decisión de pactar el gobierno provincial de Barcelona supuso una victoria del sector moderado del Pdecat, partidario de rebajar la tensión política en Cataluña y de que el independentismo se repliegue a sus cuarteles de invierno, y ya ha provocado una reacción en forma de manifiesto solicitando revertir todos los pactos locales y supramunicipales con los socialistas, también el de la Diputación.
El documento, que aboga por recuperar «el espíritu original» de JxCat, lo firman varios miembros independientes de la coalición cercanos a las posiciones maximalistas que defienden el expresidente Carles Puigdemont y su sucesor al frente de la Generalitat, Quim Torra. Entre ellos, el vicepresidente del Parlament, Josep Costa, los también diputados del Parlament Francesc de Dalmases, Aurora Madaula, Antoni Morral, Pep Riera, Pep Puig y Sawla El Garbhi o los diputados en el Congreso Laura Borràs y Jaume-Alonso Cuevillas.
Reflexión y pugnas internas en JxCat
El texto, cuyo contenido avanzó TV3, ha sido distribuido en el seno de la coalición y se plantea como una reflexión en clave interna que también puede leerse como una declaración de guerra a las posturas más tibias del Pdecat. Sus autores plantean «impulsar la reanudación de políticas y acciones que nos vuelvan a encaminar a la realización del proyecto político del 1 de octubre» y, para ello, proponen empezar por «objetivos concretos, como comenzar por la reversión de los acuerdos municipales y supramunicipales con los partidos del 155 y garantizar que no se facilitará la investidura ni se dará apoyo a ningún gobierno español en un escenario de represión y de negación del derecho de autodeterminación».
Ese último planteamiento se alinea con la postura defendida este mismo miércoles por Torra en un artículo publicado en La Vanguardia en el que el president se posiciona a favor del no a la investidura de Pedro Sánchez salvo que este acepte hablar del derecho de autodeterminación, una opción que el presidente del Gobierno rechaza de plano.
Eso, ni 24 horas después de que el govern afirmara por boca de su portavoz, Meritxell Budó, que se mantendría «neutral» por lo que respecta a la investidura, y que dejaba la decisión en manos de los partidos que lo integran, JxCat y ERC. Y pese a que es notorio que en el grupo posconvergente en el Congreso, la postura mayoritaria es, como en el caso de Esquerra, la de facilitar la investidura.
Eso es lo que defienden tanto los tres diputados en prisión preventiva —Jordi Sànchez, Josep Rull y Jordi Turull— como Sergi Miquel, del Pdecat, mientras que los otros tres integrantes del grupo —Borràs, Cuevillas y Míriam Nogueras— han optado siempre por el no. La decisión, en todo caso, está previsto tomarla tras la visita que miembros de la formación harán este jueves a los presos en la cárcel de Lledoners.
Torra no solo es partidario de dar un portazo a Sánchez. También lo era de revertir in extremis el acuerdo con los socialistas, que por la parte posconvergente había sido negociado por el presidente del Pdecat, David Bonvehí, con el visto bueno de los expresidents Artur Mas y Puigdemont. Pero el actual inquilino de la Generalitat no consiguió imponer su criterio, porque finalmente, su antecesor en el cargo, desde Waterloo, optó por mantener el aval a la decisión de Bonvehí.
JxCat, más lejos de ERC
La paradoja, que se antoja insuperable para el independentismo, es que con sus apelaciones a recuperar la unidad estratégica soberanista, y al margen del impacto que tenga en el seno de la propia JxCat, el manifiesto incide precisamente en reforzar los planteamientos que distancian a los puigdemontistas de sus socios mal avenidos de ERC.
Este mismo miércoles, tanto el portavoz de los de Oriol Junqueras en el Congreso, Gabriel Rufián, como el vicepresidente y hombre fuerte de Esquerra en el govern, Pere Aragonès, no solo se desentendieron de la carta abierta de Torra a Sánchez, cuyo contenido dijeron no conocer hasta que salió publicada, y de los planteamientos del president de la investidura, que los republicanos siempre han abogado por facilitar, sino que, hurgando en la herida de su socio y rival electoral, la enmarcaron en los «debates internos» en el seno de JxCat.