El catalanismo se conjura para reivindicar su utilidad
La presentación del libro 'Catalanisme', coeditado por Economía Digital, reúne a Montilla, Roca, Iceta, Espadaler, Vila, Rabell y Teixidó, entre otros
Que el catalanismo atraviesa horas bajas lo admite el propio catalanismo. Otra cosa es que el catalanismo se resigne a perder toda influencia. Porque no sólo no se resigna, sino que intenta recuperarla. En ese contexto hay que encuadrar la presentación de Catalanisme: 80 mirades (i+), coeditado por Economía Digital, a través de ED Libros, y Portes Obertes del Catalanisme.
«Este libro es un clamor del catalanismo, un certificado de existencia pese a todas las esquelas que se han querido escribir para anunciar su defunción», reivindicó este miércoles Jordi Menéndez durante la presentación de la obra en La Casa del Libro de la rambla Catalunya en Barcelona.
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El acto reunió a destacados defensores de la causa: al ex presidente de la Generalitat José Montilla; al padre de la Constitución Miquel Roca; al primer secretario del PSC, Miquel Iceta; al ex conseller de Cultura Santi Vila (CDC); al también ex conseller de Territori Lluís Recoder (CDC); al ex líder de Catalunya sí que es pot, Lluís Rabell; a la delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa Cunillera; y al presidente de Societat Civil Catalana, Josep Ramon Bosch. Tampoco quiso perderse el acto Javier Godó, conde de Godó, editor de La Vanguardia, que se situó en primera fila para no perderse ningún detalle.
Expresaron con su presencia la creencia en la utilidad de un catalanismo que se ha visto reducido a la mínima expresión tras la eclosión independentista. «El catalanismo acierta mucho con el diagnóstico del conflicto que vivimos, pero le demasiado camino por recorrer para romper la polarización actual y para acabar con el empate de impotencias», concluyó la profesora Astrid Barrio durante la presentación.
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El análisis de la profesora Barrio, entre lo académico y lo ensayístico, contrastó con la descripción del problema del escritor Antoni Puigverd, construida sobre imágenes y emociones.
Y también sobre advertencias: «Si la situación perdura durante muchos años más tendremos una sociedad, en el mejor de los casos, como la belga. Y la verdad es que la sociedad belga es francamente antipática. Y en el peor de los casos tendremos una sociedad como Irlanda del Norte, de la que no hace falta ni hablar», dijo.
También tomó la palabra el presidente de Portes Obertes del Catalanisme, Mario Romeo, que rindió su particular homenaje a Montilla por contribuir a la unidad del catalanismo y que también subrayó la capacidad del movimiento político para ser «un espacio de encuentro».
Todas estas voces se conjuraron para un resurgir del catalanismo. Con el libro han puesto una primera piedra. Falta por ver si es suficiente para construir una nueva iglesia. Aunque Puigverd rehuyó de todo símil religioso, tan dañino en ocasiones.
«Escribí una vez en un artículo que el catalanismo no es un templo, sino un ágora. Y Maragall recogía esta frase a menudo en sus discursos. Y es así: Cataluña no es una nación sagrada, no debe serlo, aunque contra las emociones místicas hay muy poco que hacer. Yo defiendo una concepción de ágora, de plaza pública porque el catalanismo siempre ha sido una tradición integradora, solidaria, contraria a una visión narcista», dijo.
La profesora Barrio, más pragmática y menos evocadora, recetó coordinación al catalanismo. Porque, ciertamente, no la tiene. Hoy es un espejo roto. Pero, por lo visto en la presentación del libro, hay voluntarios para recoger los pedazos y construir un nuevo reflejo.