De Junqueras a Arrimadas: los gestos y las imágenes del Congreso
Los diputados independentistas procesados han sido los protagonistas de la sesión constitutiva del Congreso, que ahora tiene que decidir si los suspende
A falta, todavía, de sustancia legislativa, la sesión constitutiva del Congreso es ideal para los gestos y las imágenes. Es decir, para esas cuestiones simbólicas tan caras al independentismo, que, en esa clave, trató de sacarle el máximo partido a la jornada: de la chaqueta amarilla de Miriam Nogueras y la corbata del mismo color de Jaume Alonso-Cuevillas (ambos de Junts per Catalunya, JpC) a la camiseta con estelada de Acció Antifeixista dels Països Catalans de la diputada más joven, Marta Rosique, de ERC, que pasó lista y llamó a los congresistas a votar de esa guisa.
Aunque la imagen más potente, claro, era la de los cuatro diputados presos entrando a la cámara: sabedor de que era objeto de todos los focos, el exconseller Josep Rull (JpC) buscó a Ciudadanos. Albert Rivera esquivó el saludo y la mirada del exconseller, como hizo también con el resto de encarcelados, pero no Inés Arrimadas, enfundada en una chaqueta naranja y con la que Rull intercambió dos besos. Más efusivo resultó el encuentro entre el líder de ERC, Oriol Junqueras, y el de Podemos, Pablo Iglesias, al que más tarde también se vio departiendo con el expresidente de la ANC Jordi Sànchez.
El saludo, ya en plena votación de la presidencia del Congreso, entre Junqueras y Pedro Sánchez, se limitó, en cambio, a un tibio apretón de manos, que, pese a tratarse de la imagen más buscada de la jornada, no fue difundida mediante la señal institucional. La emisión televisiva en directo sí incluyó un intercambio posterior entre ambos, cuando Junqueras, acompañado por Rufián, pasó junto al escaño del presidente y se detuvo para cruzar unas palabras con Sánchez. Apenas unos segundos, tras los cuales, este último retomó la llamada telefónica que había interrumpido para hablar con el líder de ERC.
No fueron los independentistas los únicos que buscaron protagonizar imágenes simbólicas. Los más madrugadores fueron los miembros de Vox, que se plantaron en el Congreso antes de las 8.00 horas de la mañana para escoger sitio –la sesión constitutiva es la única no numerada de la legislatura– y colocarse justo detrás de la bancada reservada al Gobierno. Cuando Sánchez entró, entre aplausos de los suyos, al primero al que saludó fue a Santiago Abascal, situado justo a su espalda.
Barba valleinclanesca y aviso a navegantes
Pero el protagonismo del líder de Vox queda relativizado, porque su barba puntiaguda no puede competir con la valleinclanesca del presidente de la Mesa de Edad, Agustín Javier Zamarrón. A sus 73 años, este diputados del PSOE por Burgos es el más veterano del Congreso y, en consecuencia, el responsable de presidir la sesión constitutiva, incluido el escrutinio de las dos votaciones tras las que finalmente salió elegida como presidenta de la cámara a la socialista Meritxell Batet, a la que Zamarrón rebautizó indistintamente como Merishell (pronunciando el shell final como el nombre de la empresa petrolífera), Merishet o hasta Merizet.
Claro que, entre anécdotas e imágenes cargadas de simbolismos o metáforas, conviene prestar atención a lo relevante de entre lo que se dijo y se hizo. Dos apuntes. Uno, el breve parlamento con el que Zamarrón abrió la decimotercera legislatura:
“El pueblo español nos pone aquí para que les representemos en su predicado categorial de ciudadanos como comunidad moral de personas que hacen sus propias leyes y las acatan. Esta ley general de la democracia gravita con especial fuerza sobre la cámara. Observarla es nuestro honor, y nuestra servidumbre”, sentenció. Una obviedad, podría alegarse. Pero una sesión tan marcada por la presencia de los cuatro diputados procesados obliga a leer también la declaración como un aviso a navegantes y un recordatorio de los motivos que han llevado a los independentistas ante el Tribunal Supremo.
La aritmética y las suspensiones
Un segundo aspecto a reseñar: el resultado de la primera votación para escoger a l presidenta de la mesa, que señala a las claras la relevancia que, dada la aritmética parlamentaria, tiene la eventual suspensión de Junqueras, Sànchez, Rull y el también procesado Jordi Turull. Batet obtuvo 175 votos, con lo que se quedó a uno de la mayoría absoluta y hubo que volver a votar en una segunda ronda en la que le bastó con la mayoría simple.
Son los 175 votos que salen de sumar los de PSOE (123), Unidas Podemos (42), PNV (6), el Partido Nacionalista Canario (2), Compromís (1) y el Partido Regionalista de Cantabria del exsocialista Miguel Ángel Revilla (1). Es decir, todos los que pueden conseguir los socialistas de cara a la investidura de Sánchez sin necesidad de recurrir a los independentistas, que, si votaran en contra de la mano de PP y Cs, que ya han dicho que lo harán, podrían en consecuencia bloquearla.
Ahora bien, si los cuatro diputados presos son suspendidos, en cambio, con esos mismos 175 diputados, al PSOE le bastaría para investir a Sánchez. Y también para aprobar cualquier iniciativa salvo aquellas que requieren mayoría absoluta de la cámara, que seguiría fijada en 176. Esa decisión es la primera patata caliente que le tocará abordar este mismo martes a la Mesa del Congreso que desde ya preside Batet.