Convergència se hunde tras la nueva hoja de ruta de Mas
La dirección de CDC no ve cómo se puede “hibernar” el partido durante 18 meses
Desolación. Perplejidad. La dirección de Convergència no sale de su asombro, aunque entiende el proyecto que pretende construir el President Artur Mas.
El instrumento, que se debía salvar, como han defendido en los últimos meses dirigentes de CDC, entre ellos el conseller Felip Puig, por el espacio ideológico que ha representado y que podría seguir representando, podría tener los días contados.
Mas, en su conferencia de este martes, dejó muy claro en varias ocasiones, que su apuesta era “personal”, que no se podía entender como el proyecto del presidente de Convergència, sino como la hoja de ruta del President. Pero eso tiene consecuencias. Y serias. Mas no consultó a nadie de su partido. Fue por libre.
Una reinvención frustrada
El partido trató de reinventarse, de forma parcial, con la elección a finales de julio de Josep Rull como coordinador general de CDC, y con Mercè Conesa de portavoz. Fue el mismo día, el 25 de julio, en el que Jordi Pujol difundió su comunicado admitiendo cuentas bancarias ocultas en Andorra. El batacazo para Convergència, y para la militancia fue enorme, aunque, posteriormente, se reaccionara con una redoblada apuesta por el movimiendo independentista.
El problema para esa nueva dirección es que debía redefinir el proyecto político. Porque, qué es Convergència ahora? ¿Qué defiende, más allá de los cánticos que piden la independencia en los consejos nacionales?
Y sin tiempo para saber qué querría ser ahora CDC, con un tímido giro hacia posiciones de centro-izquierda, más atentos a la realidad social, Mas le ha asestado un golpe terrible a su propio partido, consciente de que la marca está ya muy tocada.
Las municipales
«¿Cómo se puede mantener ahora un partido hibernado durante 18 meses?”, se preguntan los dirigentes de Convergència, sabedores de que en las municipales de mayo de 2015 los alcaldes y los candidatos a las alcaldías deberán sacar de nuevo las siglas a la calle.
Mas ha conectado mejor, según diferentes expertos, con la nueva sensibilidad social, que reclama cambios profundos en los partidos políticos. “Estamos innovando desde el punto de vista democrático”, aseguró en una entrevista en 8TV.
El referente gaullista
Y trata ahora de construir un movimiento que se asemeja a lo que ocurrió con el centro-derecha en Francia en los años 2.000. La derecha heredera del ‘gaullisme’ constituyó en 1976 el Rassemblement pour la Repúblique (RPR), de la mano de Jacques Chirac. Jordi Pujol había creado algo parecido con el nombre de Convergència Democràtica de Catalunya en 1974.
El RPR se transformó en 2002 en la Unión por una Mayoría Presidencial, (UMP) y, posteriormente, con Nicolas Sarkozy, se rebautizó con el nombre de Unión para un Movimiento Popular (UMP). Artur Mas podría ir en esa dirección, al reclamar un movimiento alrededor de su persona, en una situación coyuntural como la de ahora, y que eligiera en el futuro a otro dirigente.
Aproximación con Esquerra
¿Están preparados los militantes, cuadros y votantes de Convergència para ello? Las dudas y el pavor es enorme, porque Mas ha invitado a miembros de la sociedad civil a unirse a una candidatura que deberá sacrificar, por tanto, a muchos de los actuales diputados convergentes en el Parlament.
Eso, claro, siempre que Mas logre esa candidatura, a la espera de la respuesta de Esquerra Republicana, que no ha querido reaccionar con contundencia. Esquerra cree que existen todavía diferencias ideológicas entre los partidos, aunque desee aunar esfuerzos para alcanzar la independencia de Cataluña.
Para Mas, en cambio, esa lista unitaria, y los 18 meses que se presentan por delante hasta que se celebraran unas nuevas elecciones, las que tocarían, en noviembre de 2016, le podría otorgar un tiempo precioso para construir, aunque ya no la lidere él en el futuro, esa UMP, con nuevos actores, y arrinconada ya la marca que fundara Jordi Pujol.