Puigdemont da consignas para presionar al Gobierno a partir de octubre
Carles Puigdemont reúne a sus fieles en Waterloo para idear cómo unir al independentismo cuando se conozca la sentencia del 'procés'
Carles Puigdemont ya ha expresado sus nuevos deseos tras llamar a filas a sus fieles en una nueva reunión del Consell per la República, el organismo fundado por él mismo y que gestiona el exconsejero Toni Comín. El mensaje ha sido claro: el independentismo deberá estar más unido que nunca tras la sentencia del juicio del procés, en la que se juzga a los independentistas catalanes por alterar el orden constitucional durante los meses previos al 1-O.
Esta resolución judicial, explican, “obliga” a las fuerzas soberanistas a tejer una estrategia unitaria “a partir del mes de octubre”, es decir, en poco menos de tres meses.
“Es muy importante crear un marco de confianza y de diálogo que genere capacidad para consensuar”, reclamó ayer, viernes, el exconseller de Salut, Toni Comín en declaraciones a los medios.
El denominador común del independentismo para unirse: la sentencia del ‘procés‘
Sus palabras llegaron al término de una reunión del círculo íntimo de Puigdemont, que recibió la visita del presidente de la Generalitat, Quim Torra, a Waterloo.
Además de Puigdemont y Torra también estuvieron presentes Lluís Llach, presidente del Fórum Cívic i Social pel Debat Constituent, y Jordi Domingo, el secretario.
El independentismo es consciente de que está en horas bajas y debe idear una nueva hoja de ruta para presionar al Estado. No hace ni 24 que se conoce que, según la propia valoración del Centro de Estudios de Opinión (CEO), equivalente al CIS catalán, el 48,3% de los catalanes rechaza la independencia, una opción que solo cuenta con el apoyo del 44%. Un 5,5% declara que no lo sabe y un 2,1% no contesta.
Puigdemont piensa en cómo unir al independentismo
Tras meses de desavenencias entre las diferentes fuerzas independentistas, desde el Consell per la República tienen claro que dentro de poco solo habrá que pensar en “construir la unidad estratégica del independentismo”, según las declaraciones del propio Comín.
A lo que se refiere es que hay que dejar atrás los nuevos frentes abiertos. El más reciente es que ha llegado tras la pugna por conseguir el control de Junts per Catalunya (JpC), que ha crecido en los últimos meses. En su momento, Puigdemont impuso su marca (JpC) y dinamitó el Pdecat –el partido heredero de Convergència Democràtica de Cataluña (CDC)– pero a la espera de la sentencia del procés, la vuelta de Puigdemont se ve cada vez más lejos y la necesidad de un nuevo orden cada vez más cerca.
El exconsejero, fugado de la justicia al igual que Puigdemont, reconoce además que en el Consell per la República no están todos sus actores. Se excusa en la “complejidad” de articular una estrategia unitaria de las fuerzas independentistas, en “la represión” del Estado español y “el ciclo electoral” como elementos que han dificultado este frente común.
De hecho, para este último acto estaba previsto que asistieran nuevas caras: los diputados de JxCat en el Parlament, Toni Morral y Aurora Madaula, la exdiputada de ICV Carme García y la exdiputada de Podemos Marta Sibina. Estos cuatro invitados asistieron con la previsión de pasar a formar parte del Consell Per la República en una medida que la entidad asegura que «amplia la transversalidad ideológica» del movimiento.
El ‘Consell per la República’, un instrumento de presión fallido
Pese a la voluntad de Puigdemont de querer mantener su poder y sus redes de influencia desde Waterloo, el Consell per la República no ha conseguido ninguno de los objetivos marcados.
Solo hay que echar la vista atrás para ver cómo terminó la última acción de la entidad. Con el objetivo de manifestarse en Estrasburgo para presionar a las instituciones y conseguir que los tres diputados independentistas pudieran ocupar sus escaños, Puigdemont pidió una concentración cerca del Parlamento Europeo.
Bajo el lema Omplim Estrasburg (Llenemos Estrasburgo) por cabecera, la protesta comenzó a las nueve de la mañana frente a la Eurocámara. El mensaje estaba claro: que Puigdemont, Comín y el republicano Oriol Junqueras ejercieran su condición de eurodiputado. La medida de presión, no obstante, no tuvo ningún resultado.