Carles Puigdemont llama a filas a los suyos para salvar su investidura
ERC inicia el derribo de Puigdemont con el argumento de no poner en riesgo el resultado electoral del 21-D
Carles Puigdemont lo tiene muy complicado para ser investido presidente de la Generalitat, pero no piensa renunciar a ello. Sabe que hay hombres en el Pdecat como Artur Mas que son partidarios de que renuncie a la investidura porque su presidencia no sería operativa y sabe también que hay un sector destacado de ERC que opina lo mismo. Pero Puigdemont insiste en ser investido a distancia y este viernes se ha organizado en Bruselas la primera reunión con el grupo parlamentario de Junts per Catalunya para escenificar un cierre de filas a su alrededor y mostrar sus fuerzas.
A falta de cerrar un acuerdo con ERC que, según fuentes conocedoras de las conversaciones, «no madura», Puigdemont sabe que no tiene mejor arma que fotografiarse junto a la candidatura de Junts per Catalunya para proyectar sus apoyos. Al fin y al cabo, esta marca electoral fue un invento prácticamente de autor alumbrado en Bruselas que consistió en combinar a dirigentes del Pdecat con fichajes suyos. Uno de ellos, Eduard Pujol, el ex director de Rac1 que fue de número 11 en las listas por Barcelona, se encargará este viernes de atender a los medios como portavoz de Junts per Catalunya.
El ejercicio de supervivencia de Puigdemont es visto con inquietud por parte de Esquerra, consciente de que no puede ir a las bravas para derribar al líder de Junts per Catalunya. Sin embargo, los republicanos continúan lanzando mensajes para que Puigdemont reconsidere su postura. «Siempre son más importantes las instituciones y los objetivos que las personas», sugirió este jueves Joan Tardà. ERC ha trasladado a Junts per Catalunya que no se puede poner en peligro el resultado electoral obtenido el 21 de diciembre y que, por tanto, la legislatura debe empezar. En esto parecen estar de acuerdo las dos las partes, pero Puigdemont se reserva la opción de fuerza de forzar unas nuevas elecciones.
El tiempo para cerrar acuerdos se agota y la sesión constitutiva de la legislatura está convocada para el próximo miércoles sin que los socios independentistas hayan cerrado tan siquiera quién va a ocupar la presidencia del Parlament, si Ernest Maragall u otro.
Entretanto, el Gobierno contempla con cierta complacencia el laberinto soberanista y, en particular, la estampida de dirigentes soberanistas escarmentados por los castigos judiciales. «Alguna cosa se mueve en la buena dirección y no es por casualidad», dicen voces del Gobierno.