Bronca a Torra en la conmemoración del 1-O
El presidente de la Generalitat recibe sonoras pitadas en el primer aniversario del referéndum ilegal del 1-O
Los actos de conmemoración del 1-O han tenido como colofón una sonora bronca de los concentrados frente al Parlament al presidente de la Generalitat, Quim Torra, y el del Parlament, Roger Torrent, a los que han recibido con dos reclamaciones a voz en grito: la primera, que desobedezcan; la segunda, la dimisión del conseller de Interior, Miquel Buch, por las cargas con las que los Mossos respondieron a la protesta independentista del sábado en Barcelona.
Parte de los protestantes han extendido su reclamación y críticas al conjunto de la Generalitat, o al mismo Torra, que, con Torrent, encajaba la bronca con cara de póquer.
Ninguno de los dos han intervenido al final del acto, en el que las pitadas han sido recurrentes. La última, silenciada a base de decibelios, encendiendo Els segadors por megafonía.
Los actos de la tarde consistían en una manifestación de Plaza Cataluña al parque de la Ciutadella, donde los participantes han escenificado la entrega a las dos primeras autoridades de la comunidad de docenas de urnas de las que se usaron el 1-O, llenas de peticiones al Govern y el Parlament recogidas el pasado fin de semana en actos celebrados por toda Cataluña.
Vista de la manifestación soberanista, a su paso por el Arco de Triunfo de Barcelona, que tiene lugar esta tarde con motivo del primer aniversario del 1-O, bajo el lema «Recuperemos el 1 de Octubre». EFE/ Alberto Estévez
La marcha ha transcurrido en los términos habituales en las grandes protestas soberanistas, aunque esta vez con «1 de octubre, ni olvido ni perdón» como cántico más recurrente.
Tan controlado parecía todo, que el portavoz de Junts per Catalunya, Eduard Pujol, antes del inicio de la marcha, ya la ponía como ejemplo para reprochar a la CUP y los CDR el tono mucho más beligerante de sus protestas, como la del sábado. «Las manifestaciones entendidas por todos, y con un mensaje claro, son las que funcionan», decía.
La tensión se incrementaba a medida que la marcha se acercaba al Parlament
Cuando la masiva marcha ha llegado al pequeño escenario habilitado frente al Parlament, han empezado a darse signos de tensión, en forma de silbidos y algún cántico de «Buch dimisión», que era el mensaje de la pancarta más grande de las desplegadas en esa primera línea.
Otras, más pequeñas, rezaban consignas del mismo tono. «Desobedeced o dimitid», «Políticos sois traidores» o «Fuera mossos fascistas» eran algunas de ellas.
El acto, mientras, ha transcurrido según el guión previsto, en forma de evocación folclórica de la jornada de hace un año. Mientras llevaban las docenas de urnas por megafonía se recitaban los nombres de todos los municipios catalanes en los que se votó.
Tan agotadora resultó la enumeración que hasta los más entusiastas, que inicialmente jaleaban cada uno de los nombres se cansaron mucho antes de que acabara.
«Nuestros votos no son cheques en blancos»
Cuando finalmente la presentadora cogió el micro, tuvo que subir la voz para sobreponerse a los silbidos y los cánticos del tipo: «El pueblo manda, el gobierno obedece». «Hace un año, conseguimos una cosa espectacular, decidimos que queríamos ser soberanos y lo fuimos», proclamaba. Los aplausos y los silbidos se encabalgaban.
La cosa se calmó al dar paso a la docena de personas escogidas para leer algunas de las peticiones. Aunque las hubo de tono crítico. «Abandonad el autonomismo o dimitid», fue una. «Nuestros votos no son e en blanco». Peor fueron para Torra las cosas cuando los mismos escogidos leyeron el manifiesto pactado al final del acto y una mujer, una de las dos que se expresaron en castellano, se salió del guión y también pidió la dimisión de Buch. La bronca subió de nivel. Torra y Torrent, en primera fila, encajaban como podían.
Centenares de persona se han negado a irse una vez se ha terminado el acto y se han quedado apostadas al borde de las vallas instaladas que blindan el Parlament
Una vez que la cortaron, la siguiente en el turno de lectura, ya con todo roto, trató de reconducir el asunto. «Yo proseguiré con el guión previsto», terció. Pero el efecto bumerán de los llamamientos de Torra al calentamiento a pie de calle ya se había consumado.
Acabado el acto, centenares de persona se han quedado apostadas al borde de las vallas instaladas para blindar el acceso al Parlament, alguna de las cuales ha volado, generando nuevos momentos de tensión con los mossos apostados a las puertas de la cámara.