Batalla de Jordi Pujol y Alfredo Pastor con expertos madrileños sobre la independencia
El Cercle d'Economia acoge el estudio del IEE sobre los inconvenientes de la secesión
La cuestión catalana, hoy. Ese es el título de un amplio informe del Instituto de Estudios Económicos, un lobby empresarial radicado en Madrid, que ha contado con la colaboración de expertos catalanes y madrileños, como Oriol Amat, Valentí Pich, Joaquín Trigo, José Luis Feito, Clemente Polo o Joan Tugores. El informe deja meridianamente claro que la independencia de Catalunya sería “un desastre” económico para la comunidad, aunque no se oculta que también lo sería para el resto de España.
El Cercle d’Economia, que no ha querido evitar el debate, quiso acoger este jueves a sus autores, para propiciar una reflexión serena, con datos, con argumentos sólidos a favor o en contra de la independencia. Y se encontró con una realidad diáfana, precisa. La independencia puede ser perjudicial para los intereses económicos de Catalunya, puede provocar una división social notable, y una confrontación que se alargue en el tiempo. Sí, todo ello lo podrían aceptar hasta los partidarios más acérrimos de la secesión catalana. Pero nadie «está dispuesto a seguir como estamos ahora”.
Apoyo a Alfredo Pastor
Ese comentario, de Alfredo Pastor, el que fuera secretario de estado de Economía en los gobiernos socialistas de Felipe González, provocó los aplausos de los asistentes en el Cercle. Unos aplausos que llegaban después de escuchar una serie de argumentos de los autores del informe, todos ellos encaminados a constatar poco menos que los independentistas se han vuelto locos.
Es decir, algo se debe hacer. Algo que acerque las posiciones entre el Gobierno central y el catalán. Ese mensaje lo propició Pastor, pero lo recogió el secretario general del Círculo de Empresarios, de Madrid, Antonio Oporto.
El dirigente del también lobby empresarial, y que fue miembro del Círculo de Economía, apoyó por completo el informe, pero también constató que se debe producir “una negociación” que permita a Catalunya un mejor acomodo en España y que pasa por una mejora de su financiación.
Las advertencias de Feito
Previamente, se escucharon los reproches. El presidente del IEE, José Luis Feito, calificó de “desastre” para Catalunya la vía independentista. Lo justificó en que la independencia tendría unos costes en la etapa de la transición enormes, que hipotecarían “a tres o cuatro generaciones”. Si Catalunya dejara de pertenecer a la Unión Europea, y no pudiera seguir en el euro, una moneda propia nacería con una devaluación que podría alcanzar el 50%. Pero lo más importante es que no podría acceder a los mercados de liquidez que facilita el Banco Central Europeo. “Ese sería el principal problema”.
El catedrático de Fundamentos de Análisis Económico de la UAB, Clemente Polo, afirmó que las consecuencias de la independencia serían muy «severas» para los sectores agrícolas, industriales y de servicios, porque, entre otras cosas, deberían pagar aranceles por exportar.
Exportar a España
Polo ofreció algunos datos sobre los sectores exportadores. El 50% de los productos agrícolas y el 40% de los productos industriales catalanes se exportan al resto de España. En 2012, Catalunya exportó a Francia por valor de 1.500 millones de euros, y a Alemania por valor de 6.700 millones de euros. Todo ello “no supone ni una tercera parte de lo que Catalunya exporta al resto de España”, aseguró. Y también mencionó que Catalunya debería hacerse cargo de los 150.000 millones de deuda pública que le correspondería del total de la deuda española.
Presencia en el FMI
Pero nadie contaba con la reflexión del expresident Jordi Pujol, en la primera fila del auditorio del Cercle. Dejó claro que no compartía el informe, y que las cuestiones económicas no lo son todo. Que su experiencia como gobernante y negociador le había llevado a una conclusión: en Madrid “no son de fiar”, y que se había roto “la confianza”. Y se enfrentó a uno de sus referentes económicos, Joaquim Muns, que fue director ejecutivo del FMI y del Banco Mundial.
Pujol, con Dinamarca
Muns se había pronunciado, en el debate posterior a la presentación del informe, a la necesidad de encontrar soluciones aludiendo a su propia persona. Consideró que un pequeño país, en el caso de que Catalunya fuera independiente, no podría situar a nadie en instituciones como el FMI.
E insistió en que, en el concierto internacional, mandan los grandes países, y que Catalunya podría beneficiarse de esa marca que supone España. “Sí, lo que usted quiera, pero si a mi me garantizan que seré como Dinamarca, eso que dice no me importa”, le espetó Pujol, que volvió a argumentar su cambio ideológico:
“He defendido toda mi vida España, y no soy independentista, pero si hay un referéndum, votaré sí a la independencia”.
En cualquier caso, el clima que se vivió en el Cercle, que preside Josep Piqué, no admitió dudas. Hay voluntad de diálogo, de solventar la situación.
¿Pero cómo?