Andalucía y Vox colocan a Pedro Sánchez en el abismo
El feudo histórico de la izquierda envía un mensaje demoledor al PSOE seis meses después de llegar al Gobierno de la mano de Podemos y de los soberanistas
Pedro Sánchez es hoy un presidente más débil que ayer. Mucho más débil. Andalucía, el histórico feudo de la izquierda, sometió este domingo al PSOE a un severo castigo, dejando a los socialistas en mínimos desconocidos. Susana Díaz obtuvo una derrota (indisimulable, pese a la victoria) y Sánchez enmudeció. Fue el único líder nacional que evitó comparecer ante los medios.
El terremoto electoral en Andalucía dejó un panorama desolador en la sede del PSOE, puesto que el primer test electoral de Sánchez desde su llegada a la presidencia del Gobierno, hace ahora seis meses, se saldó con un contundente fracaso. Suyo y de sus socios de Podemos porque la izquierda fue la gran derrotada.
Sánchez no se puede llevar a engaño. No puede descargar las culpas en Susana Díaz porque la campaña andaluza ha estado repleta de alusiones a la acción política del presidente y, en particular, a sus alianzas con Podemos, ERC, Pdecat y PNV.
«No nos atrevemos a sacar ninguna conclusión», mascullaban voces socialistas tras el resultado en Andalucía. El entorno de Sánchez quiere ganar algo de tiempo y enfriar como sea las presiones para evitar elecciones generales anticipadas.
Una estrategia nefasta
Pero los problemas se acumulan incesamente en la mesa del presidente del Gobierno: no tiene apoyos para aprobar presupuestos, no tiene el respaldo de organismos internacionales a su política económica y recibe pésimas señales en las urnas (un termómetro muy distinto al del CIS de Tezanos).
Quizá la principal conclusión de las elecciones en Andalucía es que la estrategia de la izquierda de querer fragmentar al conjunto de la derecha se ha demostrado nefasta porque, por primera vez, puede hacerse con las llaves del palacio de San Telmo.
En este contexto debe afrontar Sánchez los cinco meses que quedan para la próxima parada electoral: los comicios municipales, autonómicos y europeos del 26 de mayo.
Sánchez, a través de su secretario de Organización, José Luis Ábalos, dio este domingo de no haber aprendido la lección: quiere ofrecerse como el líder de un frente que cierre el paso a la ultraderecha de Vox, el indiscutible protagonista de las elecciones andaluzas con su notable irrupción de 12 escaños.
No se puede decir que la estrategia del PSOE sea muy original porque Susana Díaz ya empleó el espantajo de Vox sin éxito alguno. Y sí se puede decir que los continuos mensajes de alerta sobre Vox contribuyen a su engorde. Así se ha demostrado en Andalucía.
Moreno presidente; Marín presidente
Los líderes nacionales, salvo Sánchez, se apresuraron a salir a la palestra para realizar una lectura en clave nacional. Aliviado, el líder del PP, Pablo Casado, halló en el discreto resultado de su hombre en Andalucía, Juanma Moreno, un motivo para descorchar champán. Moreno (26 escaños, siete menos que en 2015) conservó la segunda posición en el Parlamento andaluz pese al retroceso del PP y puede, perfectamente, convertirse en presidente.
Casado recordó, una vez más, los miles de kilómetros que ha realizado por Andalucía para anotarse el éxito de la jornada electoral y dio por propulsado el camino de regreso del PP a la Moncloa. No dedicó ni una sola mención a Vox.
Tampoco Albert Rivera tuvo palabras para Vox. El líder de Ciudadanos, al igual que el del PP, se dedicó a castigar el hígado de Sánchez tras el pobre resultado del PSOE y también ofreció a su hombre en Andalucía, Juan Marín, como próximo presidente andaluz. Rivera suspira por una carambola que obligue a PSOE y a PP a apoyar a su candidato.
La sesión constitutiva del Parlamento andaluz se celebrará el 27 de diciembre. Para entonces ya estarán muchas cartas sobre la mesa. Habrá habido tiempo de sobras para ver si Sánchez pide a Susana Díaz que sacrifique su cabeza para intentar un pacto a la desesperada y para ver si el PP ha logrado avances en el pacto que desea con Ciudadanos y Vox.