Ana Botín considera que tanto el populismo político como la pérdida de confianza en el sector financiero son consecuencias derivadas de la crisis. No obstante, cree que estas «no pueden ser la respuesta» de la sociedad ante los desafíos globales, según ha declarado este martes la presidenta de Banco Santander después de ser interpelada durante el debate electoral por el candidato de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, que la acusó de presionar a Pedro Sánchez para que no llegara a un acuerdo de Gobierno con la formación morada.
Botín ha hecho estas declaraciones durante la Conferencia Internacional de Banca 2019, que ha contado con la presencia de la ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, y del gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos.
Cuando faltan días para las elecciones generales, la banquera se ha referido a los retos que deberá afrontar el próximo Ejecutivo: cambio climático, digitalización y globalización. Unos desafíos que, a su juicio, ya existían cuando estalló la crisis financiera en 2008, la que ha propiciado que ahora nos encontremos en un periodo que ha denominado «la gran recesión». Al respecto, Botín ha dicho que «el capitalismo ha sobrevivido» porque «siempre ha sabido hacerse con el cambio, y ahora tenemos que hacer lo mismo».
La presidenta de Santander, que perdió un tercio de sus beneficios hasta septiembre, ha hecho especial hincapié en que las entidades financieras tienen que recuperar la confianza perdida en estos años. «Seamos sinceros, nosotros la perdimos. Los errores de unos pocos contaminaron la percepción de la opinión pública sobre todos nosotros», ha afirmado Botín, que ha añadido que fue «demasiado fácil» perder esa confianza y será «muy difícil» recuperarla.
Para poder recobrar la buena imagen, la presidenta de Santander considera necesario «aceptar la nueva realidad en la que operamos y la responsabilidad que conlleva». En este sentido, ha dado indicaciones a las empresas: no solo deben rendir cuentas a sus accionistas sino que también deben «perder» el miedo a hacerlo.
Compromiso del Santander
Botín también ha hecho balance de su trayectoria en el Banco Santander, en el que comenzó a trabajar hace 30 años, cuando era «la sexta entidad más grande de España» y no tenía «dimensión internacional». «Ahora es el banco más grande de la eurozona en términos de valor», ha recalcado sobre la entidad, que acumula 144 millones de clientes en todo el mundo.
A su juicio, en estas tres décadas «no ha variado» el compromiso de Santander «para ayudar a nuestros clientes a prosperar». También ha recordado que su misión cuando llegó a la cúspide del banco en sustitución de su padre, Emilio Botín, fallecido en 2014, era la de «recuperar la confianza de todas las partes implicadas». «Gestionar un banco merecedor de confianza es lo correcto y tiene sentido en términos comerciales», ha apuntado.
Botín ha repasado además los últimos cinco años, «díficiles» para la banca, en los que Santander ha hecho crecer un 6% los ingresos de los clientes, que han crecido un 44% desde su llegada a la presidencia de la entidad. Los comerciales, ha recordado, se han incrementado en un 67% gracias a la «confianza y fidelidad» depositada en el banco que dirige.
«Somos el banco que tiene más clientes en Europa y América, uno de los más eficientes y rentables, con unos beneficios subyacentes de casi 8.000 millones de euros en 2018 y un cost to income del 47%m lo que nos ha permitido añadir unos 25.000 millones de euros a nuestro indicador de solvencia CET1″, ha explicado Botín.
Santander ganó un 35% menos
Santander presentó los resultados hasta septiembre el pasado 28 de octubre mostrando un ejercicio marcado por los saneamientos en Reino Unido y en el mercado doméstico. La entidad redujo su beneficio en un 35% hasta 3.732 millones después de asumir gastos extraodinarios por valor de 2.448 millones.
Solo en el tercer trimestre, Santander tuvo que asumir 1.634 millones de euros en costes para ajustar el valor del fondo de comercio de Santander UK, su filial británica, y también para aumentar las provisiones relacionadas con los seguros de protección de pagos. Además de las reestructuraciones de España y Reino Unido, la de Polonia provocó una pérdida de 800 millones de beneficio, un apartado que en el tercer trimestre se cerró en 501 millones, un 75% menos respecto al periodo anterior.