Ada Colau incendia Sitges con su ausencia
La alcaldesa in péctore de BComú fue la gran ausente del encuentro empresarial, aunque su nombre fue el más repetido entre los asistentes
Tres días en un hotel de la localidad costera estrella de Sitges, a tan sólo media hora de Barcelona, con los principales líderes políticos del momento y algún que otro orador de primer orden de un perfil más económico. El empresariado catalán se reúne desde hace 31 años en un encuentro organizado por el Círculo de Economía, un lobby que rechaza precisamente su propia condición, y que este año tuvo una gran protagonista: Ada Colau.
La alcaldesa in péctore en Barcelona fue la gran ausente del programa. Sea por falta de sintonía, de visión o, simplemente, por una invitación informal declinada, ni la activista ni nadie de Podemos o alguna de sus marcas blancas participaron activamente en el encuentro empresarial. Su presencia fue como un fantasma; Colau estuvo presente en todos los corrillos.
Palacio, la gran salida de tono del congreso
«Cuando lleguen al Ayuntamiento [de Barcelona] ya verá que debe decidir a finales de mes qué facturas paga y qué no», explicaba a todo aquél que le quisiera escuchar un alto cargo de la Generalitat, con carné de CiU, en los pasillos. «Lo que esta señora nunca nos podrá reprochar es que no hemos tenido en cuenta lo social, es lo primero y primordial», añadía.
Con el micro en la mano y ante todo el auditorio, la ex ministra de Asuntos Exteriores con Aznar, Ana Palacio, puso a Colau y a Podemos a la altura de Estado Islámico en la gran salida de tono de la reunión empresarial.
El ‘todos juntos Podemos’ de Villar Mir
Fue uno de los pocos momentos en que la también ex vicepresidenta del Banco Mundial se salió del guión que había preparado (un discurso escrito inicialmente en inglés, «creía que todos lo haríamos así»). El consejero de Empresa catalán, Felip Puig, fue más discreto. En un pasillo la acusó de «instrumentalizar» el conflicto laboral en Movistar al unirse a los trabajadores que ocupaban en ese momento el establecimiento de Plaça Cataluña pero se abstuvo de adjetivar.
Incluso el presidente de OHL, Juan Miguel Villar Mir, habló (también en un pasillo ante los medios) de Podemos. Piropeó a Manuela Carmena y mantuvo las críticas a la hoja de ruta «marxista-leninista» que empuja el partido. Pero concluyó su intervención en Sitges con un «todos juntos podemos», el eslogan de Pablo Iglesias.
Intentaba mandar un mensaje de ánimos a los empresarios y él mismo se rió jocosamente desde la tarima. Se había metido él solito en el jardín y sabía que sus palabras iban a ser comentadas. No se equivocó.
El barómetro de la sala
Albert Rivera se metió a un auditorio que le recibía con ganas en el bolsillo, por su carisma y no por el relato del programa electoral de Ciudadanos; justo lo contrario que Pedro Sánchez. El discurso del líder socialista fue el más alineado con los intereses del Círculo de Economía, pero su tono gris le hizo pasar sin pena ni gloria ante el auditorio.
Mariano Rajoy recordó que su participación en la clausura de las jornadas de 2016 depende del resultado electoral y se agarró a la política económica que ha desarrollado durante la última legislatura. El discurso gustó, pero no entusiasmó. Era el que se esperaba y no se movió ni una coma del guión previsto.
Críticas al proceso soberanista
El que se fue de Sitges con la cola entre las piernas fue Artur Mas, el proceso independentista apagó la buena estrella del presidente de la Generalitat ante el empresariado, que no dudó en recriminarle su actuación. El líder del Ejecutivo catalán no escondió que estaba molesto con los palos.
El otro gran líder del proceso, Oriol Junqueras (ERC) se batió en el cobre con mucha más destreza y se acabó poniendo en el bolsillo un auditorio que inicialmente no estaba de su lado. Imperó el fair play y, tras dejar claro que su partido seguiría siendo independentista «aunque nos faltara un centímetro o un milímetro» tras las próximas elecciones catalanas; dejó claro que era un «moderado», una palabra que gusta al empresariado catalán.
Antón Costas, el moderado
Con todo, en este campo le ganó el presidente del Círculo, Antón Costas. «Yo sí que soy moderado», manifestó él mismo en una de sus múltiples intervenciones que han desatado las carcajadas tanto en el auditorio como en la sala de prensa de la reunión.
Inició la sesión con el presidente del Gobierno hablando de fútbol regional (ambos son gallegos de equipos distintos) y despidió a Mas y a Junqueras con la misma fórmula cinéfila: «No es una despedida, es el inicio de una larga amistad»; algo que demostraba la pátina de informalidad que el Círculo pretende dar a sus reuniones anuales, a pesar de que pocos de los asistentes renunciaron a la corbata.
La política: el verdadero foco de interés
Costas desató la sonrisa de los presentes con apuntes como el de «a estas alturas, insinuaciones no» que le espetó a Junqueras; o el «perdona que le formule la cuestión en estos términos, pero yo soy académico», que apostilló a Rivera al leerle una pregunta de la sala.
Su posición moderada también le hizo recibir críticas por no tener una actitud tan incisiva como la de sus predecesores en el cargo, como Josep Piqué. Al final, dio carpetazo a una de las reuniones más transcendentales de los últimos años por el momento político del país. El Círculo de Economía juega en este ámbito. En cuanto al apartado económico, las sesiones fueron, en general, de perfil bajo. No eran el foco de interés.