Ada Colau cierra in extremis el reparto de 124 cargos eventuales
La alcaldesa de Barcelona consigue los apoyos para aprobar la nueva estructura municipal y la distribución de cargos en las empresas municipales
Un acuerdo in extremis con parte de la oposición permitió este martes a Ada Colau salvar el primer escollo de su segundo mandato y aprobar los decretos que configuran la nueva estructura operativa del Ayuntamiento de Barcelona, lo que se conoce como el cartapacio municipal.
Colau presentó en el pleno de este miércoles el reparto de concejalías y tenencias de alcaldía del gobierno entre Barcelona en Comú y el PSC, pero no era eso lo que se votaba, sino la configuración y las presidencias de las comisiones sectoriales del consistorio y la distribución de los representantes muncipales en el Área Metropolitana de Barcelona (AMB), el Consorcio de la Zona Franca (CZF) y los consejos de administración de las empresas públicas del Ayuntamiento.
El pleno destinado a tal fin arrancó con un cuarto de hora de retraso porque hasta ahí llegó la última reunión para cerrar una negociación en la que, curiosamente, el meollo no radicaba en ninguno de esos aspectos, sino en otro aspecto del cartapacio que tampoco es objeto de votación: el reparto entre los grupos de los 124 cargos eventuales que puede contratar el ayuntamiento, un asunto que la oposición vincula tradicionalmente a la parte de la estructura que sí precisa de una mayoría en el pleno.
Al final, la distribución de cargos en la AMB, la Zona Franca y las empresas públicas se aprobó por unanimidad, y también la propuesta de retribuciones de los concejales, que se limita a mantener las actuales. En cambio, la configuración de las comisiones se aprobó con los votos favorables del gobierno municipal, ERC, el PP y Barcelona pel Canvi (BC) -el grupo de Manuel Valls-, la abstención de Cs y el rechazo de Junts per Catalunya (JxCat).
El acuerdo alcanzado implica, según fuentes de la opsoción, que el gobierno de comunes y socialistas se reserva la contratación de 86 eventuales, mientras que la oposición se repartirá 36, con un mínimo de seis por grupo, pese a que ERC, JxCat, Cs y PP reclamaban que el bipartito se reservara el 60% de los asesores y el otro 40% fuera para el resto de grupos.
El pacto implica también que las presidencias de dos de las cuatro comisiones municipales serán para ERC, así como la presidencia de cinco de los diez distritos de la ciudad. Las de los otros cinco se reparten entre el resto de la oposición.
Por lo demás, el pleno, que ha transcurrido en un tono de guante blanco, ha estado marcado por la ausencia de Quim Forn, preso en Lledoners y cuya asistencia no fue finalmente autorizada por el Tribunal Supremo. Y por la de la concejal de BComú Laura Pérez. Los comunes afirman que, mientras Forn no pueda asistir a los plenos, se ausentará uno de sus concejales para no alterar la aritmética surgida de las urnas. Fuentes municipales recuerdan que esa política no es nueva, pues ya se ha usado siempre que algún concejal no podía acudir a los plenos por causas de fuerza mayor.
Mano tendida y reproches de ERC y JxCat
Colau, que prometió un gobierno «fuerte, estable y dialogante», ofreció para empezar «mano tendida» para buscar acuerdos de ciudad, y puso como ejemplo que se hubiera llegado a un acuerdo. Y la oposición recogió la oferta, pero eso no le ahorró a la alcaldesa críticas sobre la forma en que ha conducido esta primera negociación, no solo provenientes de JxCat, el único grupo que votó en contra de algunas de las propuestas que se sometieron al escrutinio del pleno, sino también de Cs e incluso de ERC, que pese a que avaló todo cuanto se puso sobre la mesa, reprochó al gobierno su actitud en las conversaciones.
El presidente del grupo de Esquerra, Ernest Maragall, habló de «falta de generosidad institucional y dosis abundantes de tacticismo» por parte del ejecutivo. Esos enfados, en todo caso, no son nada nuevo, sino lo habitual cuando, al principio de cada mandato, toca distribuir el número de asesores que pueden contratar unos y otros a cargo municipal.
Por lo demás, el pleno evidenció no solo el buen entendimiento entre Valls y el primer teniente de alcalde, el socialista Jaume Collboni, que prometió que el bipartito municipal pondrá Barcelona por delante de cualquier otra agenda, también la independentista. Sino incluso entre Collboni y el jefe de filas del PP en el consistorio, Josep Bou.
Patatas calientes para Colau
Más incómoda se vio con esos guiños a Colau. Se vio en un episodio al final del pleno, cuando Valls le agradeció que hubiera invitado como pregonera de la Mercè a Manuela Carmena, y recordó que la exalcaldesa de Madrid había afirmado, como él repitió en el pleno, que «en España no hay presos políticos». «No la hemos invitado por eso, sino porque ha demostrado que es posible el diálogo entre lo que pensamos diferente», replicó la alcaldesa.
También incomodaron a Colau las dos interrupciones del pleno a cargo del grupo de sindicalistas que desde la tribuna del público protestaban por la gestión que se ha hecho del hallazgo de amianto en el metro. Era un recordatorio de las muchas patatas calientes que tendrá que afrontar este mandato. Hay otras dos, de mayor calado, que, salvado el primer escollo, el bipartito de Colau tendrá que afrontar en sendos plenos extraordinarios antes de que acabe el mes de julio: uno sobre vivienda solicitado por ERC y JxCat para abordar la escalada de los precios del alquiler y otro sobre el aumento de la inseguridad, solicitado por JxCat y Cs.