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El país anda estos días cerrando los pactos que configurarán las mayorías de gobierno de sus diferentes instituciones. Las variantes son múltiples: pactos de conveniencia más o menos justificada, lógicos o contra natura, ambiciosos o de pura supervivencia, de los que dejan indiferentes a los conciudadanos o de los que provocan encendidas pasiones que desembocan en escraches con más o menos violencia.
Puras variantes del Risk, aquel juego de estrategia que se puso tan de moda hace unos años y en el que los jugadores disponían sus ejércitos para conquistar el mayor número posible de países derrotando a sus oponentes.
A estas alturas, apenas queda por jugarse la pieza mayor: el gobierno de España
Y de la misma manera que en el juego, sin necesidad de motivos que justificaran las conquistas, apenas la voluntad de captar el mayor poder posible.
A estas alturas, apenas queda por jugarse la pieza mayor: el gobierno de España. Los socialistas, con Pedro Sánchez a la cabeza, son los mejor situados, pero deberán acompañarle los dados.
Tras los últimos movimientos en Navarra, si no por supuesto el apoyo, ni siquiera tienen posibilidades de conseguir la abstención de PP o Cs. Al menos, hoy por hoy.
Sánchez no va a poder seguir disimulando y deberá exponer con claridad si acepta la presidencia de Gobierno gracias al favor de ERC, con lo que esto supone para ambos.
Los de Oriol Junqueras se arriesgan a desproteger su flanco más radical en el movimiento soberanista. Sánchez, a dejarse muchos pelos en la gatera del centro político, y todo ello con apenas 123 escaños y la sentencia del Supremo sobre los dirigentes acusados de rebelión prevista para el otoño.
Reformas económicas para España
El apoyo de Podemos se da por descontado. Pero tampoco hará más confortable la posible presidencia de Sánchez. España necesita con urgencia reformas económicas en dirección contraria a la que aparentemente le propone Pablo Iglesias, el voluntarioso aspirante a vicepresidente.
Pese a un crecimiento del PIB superior a la media europea, la productividad en España se cae a pasos agigantados -la peor fase desde 1999- y el PIB per cápita medido en paridad de poder adquisitivo se separa cada vez más de la media en la UE.
Muy peligroso.