Un OWNI revoluciona la galaxia de la prensa francesa
Una publicación 'on line' pone en jaque el modelo de negocio de los medios de comunicación tradicionales
Prácticamente desde el inicio de la era de internet, la prensa tradicional debate cómo ser rentable en ese nuevo mundo. Hasta ahora, las empresas de comunicación han optado por dos modelos: financiarse mediante la publicidad o hacer pagar a los lectores por los contenidos ofrecidos. Sin embargo, estas dos vías se han mostrado por el momento insuficientes porque la crisis económica ha reducido la inversión publicitaria ya de por si saturada y porque pocos son los dispuestos a pagar por unos contenidos en un mundo, el de internet, donde todo parece tener que ser gratis.
Una empresa joven OWNI (acrónimo de Objeto Web No Identificado) está revolucionando la galaxia de la prensa francesa apostando por una tercera vía: “Ofrecemos una publicación con información de calidad, con un valor añadido y un diseño atractivo sin publicidad y sin suscripciones por parte de nuestros lectores”, relata Ophelia Noor, periodista y editora de la revista.
¿Cómo lo hace OWNI para subsistir? “La publicación está editada y depende de una empresa matriz, 22mars, especializada en la creación de páginas webs, aplicaciones, herramientas digitales y redes sociales y también ofrecemos a nuestros clientes consejos en el ámbito de las nuevas tecnologías”, explica el director comercial de OWNI, Frederic Alexandre Talec.
Negocio en la reciprocidad
Este modelo de negocio se basa en la reciprocidad: la actividad de 22mars sirve para financiar OWNI y la publicación “sirve como vitrina del savoir faire de la compañía, para mostrar a nuestros clientes de lo que somos capaces de hacer”, explica Talec.
Administraciones e instituciones, medios de comunicación y empresas de diversos sectores forman la cartera de clientes de esta joven empresa que cerrará el ejercicio 2010 con una facturación de 800.000 euros y pretende doblar esa cifra en 2011.
Todo comenzó hace justo dos años. En pleno debate de la Ley Hadopi (el equivalente a la Ley Sinde), Nicolas Voisin, un treintañero comprometido y emprendedor, responsable de la compañía 22mars (que ya existía como prestataria de servicios teconólógicos) decide poner en marcha OWNI como foro de opinión de la comunidad internauta. Lo que empezó como una página especializada en contenidos digitales ha dado paso a una publicación que trata también temas relacionados con la educación, la cultura digital, la política, la actualidad de los medios y la industria de la música. Incluso tiene una edición en inglés. “Somos una publicación generalista”, dice Noor.
Ayudando a Wikileaks
OWNI recibió el espaldarazo definitivo cuando a finales del pasado año se cruzó en su camino Wikileaks. A mediados de julio de 2010, esta organización comienza a publicar los papeles confidenciales de la guerra de Afganistán y los responsables de OWNI, por iniciativa propia, diseñan una aplicación para clasificar y hacer más accesibles al público los alrededor de 90.000 despachos publicados.
Meses después, impresionado por las capacidades de estos jóvenes franceses, el propio fundador de Wikileaks, Julian Assange, solicitó a OWNI el mismo trabajo para poder publicar los alrededor de 400.000 despachos secretos de la diplomacia estadounidense que tanto darían que hablar en el mundo en los meses siguientes.
Esto le valió para ganar el premio a la mejor web en lengua no extranjera en los premios Online Journalism Awards, considerados los Óscar del periodismo digital, y ser el único finalista no estadounidense en el también prestigioso festival South by Southwest. Desde entonces, la página cuenta con un tráfico de 1,5 millones de visitas mensuales.
Laboratorio mediático
No obstante, OWNI no es una publicación al uso. “Somos un laboratorio de experimentación y al no depender de fuentes de financiación podemos correr más riesgos”, se felicita Julien Gootz, dataperiodista, es decir, representante de ese nuevo tipo de periodista que huye de las fuentes tradicionales de información y utiliza la red para encontrar, analizar, contrastar la información, especialmente procedente de bancos de datos, y le da forma para hacerla comprensible para los lectores.
OWNI explora continuamente la red para conocer qué temas interesan a sus lectores. “Contamos con alrededor de un millar de expertos y blogueros que nos ayudan a desarrollar los contenidos y aportan su conocimiento cuando tratamos materias muy especializadas”, agrega Gootz.
Revolución profesional
La de OWNI tampoco es una redacción al uso. No existe la figura del redactor jefe y alrededor de 40 periodistas, dataperiodistas, programadores y diseñadores trabajan conjuntamente en cada uno de los temas que ofrecen. Todos consensúan los contenidos a ofrecer y cualquiera puede dar su punto de vista sobre los temas que se tratan.
“No somos un medio ligado a la actualidad”, explica Noor, pero eso no impide que se informe sobre temas actuales, como el accidente en la central nuclear de Fukushima o la intervención militar en Libia. La forma, sin embargo, es diferente a la que ofrece el resto de la prensa: “Tienen una gran importancia el diseño, la infografía, los datos y la investigación para poder ofrecer otro ángulo de la actualidad”, añade la periodista.
En plena expansión del negocio, la empresa tiene nuevos proyectos que verán la luz próximamente: una versión de OWNI para Estados Unidos, una webradio y, lo más sorprendente en estos tiempos, dar el salto al papel. “No será simplemente una edición de la revista en formato papel, porque eso sería muy caro”, advierte David Sorvenay, otro de los periodistas de la publicación.
“El primer proyecto es el mook (contracción de magazine y book), ampliando los contenidos de la publicación con mucha más investigación y con fórmulas para aumentar la participación de los lectores. También editaremos libros de ficción en formato electrónico, que no se limitarán al modelo actual de copiar en soporte digital una obra impresa en papel. El objetivo es que el producto sirva también como foro de opinión, donde los lectores puedan expresar su opinión sobre la obra, compartirla con el resto de lectores y que sea posible una verdadera interacción con el autor”.
Estos dos productos ya serán de pago. No todo podía ser gratis, ni siquiera en el mundo virtual.