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La industria del jamón serrano mata su fundación para mejorar su marca

Las asociaciones del sector cárnico dejan morir a la entidad para optar por una vía de protección más dura contra los nuevos jamones mexicanos y chinos   

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La industria del jamón serrano español ha decidido dejar morir a la fundación del jamón serrano para optar por nuevas vías que puedan proteger mejor a un producto que comienza a tener rivales internacionales de menor calidad.    

La fundación había sido creada para defender en Bruselas una denominación que protegiera al producto español por excelencia. Pero los fabricantes y la industria se ha percatado de que las acciones son insuficientes.  

La fundación había trabajado para que el jamón español obtuviese en Bruselas la calificación de Especialidad Tradicional Garantizada (ETG), una garantía de protección que no ofrecía suficientes garantías para un producto que comienza a tener competidores internacionales más baratos.  

El jamón serrano se empieza a fabricar en China y en México, tercer mercado internacional en importancia del jamón español. La amenaza ha hecho que la industria cambie de estrategia, tal como explican desde la confederación de la industria cárnica, Confecarne.  

La nueva vía  

La Unión Europea protege los productos alimenticios con tres tipos de marcas: la DOP (Denominación de Origen Protegida), IGP (Denominación Geográfica Protegida), con exigencias más laxas y la EGT, por la que había optado la industria del jamón sin demasiado éxito.  

La fundación ha entrado en concurso de acreedores y los fabricantes ahora optan por la IGP, un sello con mayor exigencia. La EGT vela porque el jamón se produzca con ciertos procesos de elaboración tradicionales, pero puede incluir a productos procesados en otros países.  

En cambio, la nueva denominación en trámite sólo hará posible que el nombre del jamón serrano sea comercializados en productos hechos en España, una iniciativa impulsada por la asociación sectorial Anice.  

Pero las principales marcas del país, 31 fabricantes de jamón, impulsan en paralelo la marca «Consorcio Serrano», mucho más exigente. «Para que un producto obtenga el sello, el producto tiene que ser español, tener un mínimo de 10,5 meses de curación y las piezas deber ser seleccionadas de forma manual, es decir, elegidas una a una, cuando tengan las condiciones óptimas», explica Miguel Ángel García, responsable de márketing del consorcio.  

La industria prevé que en el primer semestre de 2018, el jamón serrano español obtenga la protección IGP y, por tanto, los mexicanos y chinos estarán obligados a buscar otros nombres a sus productos. 

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