El Liceu se sacude la naftalina
El gran teatro de ópera de Barcelona aprueba un plan de viabilidad hasta 2017 para hacer frente a un déficit de 16,7 millones
“No somos elitistas y no lo hemos sabido transmitir bien”. Esta es la base de la nueva etapa que ha empezado este viernes en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona en palabras del director general de la fundación que lo rige, Roger Guasch. El patronato ha aprobado el plan estratégico que se aplicará en la institución hasta 2017.
El documento fue el primer encargo que recibió el ex directivo de Aliança cuando desembarcó en el histórico edificio de las Ramblas hace tres meses. Tiene su sello de identidad y pretende dejar atrás la imagen del gran teatro como el baluarte de la burguesía catalana para “llegar más a la gente”.
Déficit de 16,7 millones
Guasch tiene poco margen de maniobra. Los ingresos del teatro han bajado el 35% desde 2007 y la dirección calcula que su déficit llegará a los 16,73 millones de euros en 2016. Arrastra una deuda con proveedores de 3,9 millones de euros a los que se deben sumar otros 2,75 millones de retrasos en el pago del IRPF y de 365.000 euros en concepto de IVA atrasado. Además, el próximo noviembre tiene que retornar 4,5 millones de un crédito puente sindicado liderado por Caixabank. La previsión para la temporada vigente es poco halagüeña, ya que prevé cerrar con unos números rojos de cinco millones.
De entrada, el ejecutivo es sincero con los problemas estructurales que arrastra la entidad. “El problema no es de ahora, viene de lejos y lo tenemos perfectamente detectado”, señala.
Laboral
La directiva del Liceu ha retirado el Expeditente de Regulación de Empleo (ERE) temporal previsto para el próximo verano y ha emplazado al comité de empresa del gran teatro a sentarse para negociar una reducción de costes. De entrada, sin cifras marcadas. Guasch recuerda que la productividad del Liceu ha bajado en picado y que el descenso de actividad no ha ido a la par de los recortes de plantilla.
El personal de administración, recursos humanos, comunicación y técnicos será el más afectado por el ajuste, según el escenario inicial planteado. El director asegura que se debe preservar el modelo artístico, el llamado Espíritu del Liceu. Antes de sentarse a negociar, Guasch lanza un aviso a navegantes: “Cuanto más eficiencia se aplique menos despidos habrá”.
Vender más entradas
El capítulo laboral no es el único señalado en rojo en la estrategia. El patronato prepara un nuevo plan de marketing con multitud de propuestas con un único objetivo: vender más entradas. En seis años, han perdido 108.000 espectadores hasta cerrar 2013 con 160.800.
Las iniciativas pasan por trasladar las taquillas a un sitio con más visibilidad, preferiblemente en el centro de la Rambla, replantear la participación de los más pequeños de la familia (llamado El Petit Liceu) o recuperar el éxito de los abonos populares. Además de poner el acento en intentar transformar el teatro en un producto turístico.
Refinanciación
Guasch se sentará con la banca acreedora como muy tarde en noviembre para renegociar el capital pendiente, que actualmente alcanza los 15,7 millones de euros. En un año, la deuda con las entidades financieras han incrementado el 11,7%.
En esta mesa tiene representación CaixaBank, Banco Santander, BBVA y Banc Sabadell. Además del Institut Català de Finances (ICF).
Mecenazgo
La única buena noticia de los últimos años en el capítulo económico del Liceu es la evolución del mecenazgo, sobretodo de los benefactores privados. En seis años ha pasado de 110.000 euros a 138.000, un crecimiento muy positivo si se tiene en cuenta el entorno de crisis. Eso ha propiciado que el 54,95% de los ingresos del teatro sean recursos propios.
El plan de Guasch, el primero también realizado por el presidente de la fundación, Joaquim Molins, como él mismo ha recordado, es muy ambicioso. Pretende alcanzar el equilibrio económico en 2015.