Bimbo asegura que su filial española ya es rentable tras inyectarle 280 millones desde 2018
El grupo alimentario explica que las nuevas ampliaciones de capital se producen para invertir en terceros países en los que tiene presencia
Un lustro después de la compra de Panrico, Bimbo celebra haber alcanzado el equilibrio financiero en España. En los últimos años las inyecciones de capital a la filial ibérica procedentes de la matriz mexicana fueron recurrentes para tratar de enjugar las pérdidas acumuladas con la operación. Ahora, la firma ya ve la luz y celebra ser ya rentable tras haber recibido hasta 250 millones de euros en repetidas ampliaciones de capital.
Como explicó Economía Digital, la firma española acometió cuatro inversiones de capital solo en el mes de enero. La firma que dirige José Luis Saiz en el país registró dos de los movimientos el día 17 de enero y otros dos el día 28 del mismo mes.
En la primera tanda, el grupo inyectó 2 millones de euros al capital de la filia. La cifra no incluye la prima de emisión, que supone la mayor parte de los fondos que se aportan a una empresa en este tipo de operaciones. Once días después, la aportación fue de 1,2 millones de euros. Tampoco se cuenta aquí la prima de emisión.
Sin embargo, la realidad de Bimbo es ahora bien distinta que hace años. La empresa hace ya meses que asegura disfrutar ya «las sinergias» de la compra de Panrico. Por ello, desde la compañía celebran que el grupo «ha llegado a un grado de autonomía financiera completa, sin que por tanto se necesiten ningún tipo de apoyo por parte del grupo».
Desde la organización justifican las inyecciones de capital recibidas a partir de ahora. Se utilizarán «para inversiones en otros países o para adquisiciones», explican.
Bimbo compensa las pérdidas en las que incurrió desde que en 2016 completó la adquisición de Panrico. Entonces la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) le obligó a deshacerse del pan de molde de la firma integrada así como de una serie de activos que segaron las rentabilidades esperadas. Así, tuvo que devaluar los bienes que compró
Desde entonces tuvo que realizar 41 ampliaciones de capital. En 2021, la aportación superó los 27 millones de euros. Un año antes, la inyección había alcanzado los 33,3 millones. Cada vez menos, eso sí: en 2019 la aportación fue de 69,3 millones y en 2018 llegó a 151 millones. Los datos son incluso superiores a la suma de 283 millones si se tiene en cuenta la prima de emisión que lleva aparejada este tipo de operaciones.
La compañía realizó constantes inyecciones de fondos para reequilibrar sus balances y evitar entrar en causa de disolución. Por músculo no será. En 2020, el último ejercicio completo, el gigante alimentario logró una facturación de 12.956,2 millones y unos beneficios de 356,5 millones de euros.
Bimbo ve signos de mejoría en España
Después de años de lamentar «los retrasos relacionados con la integración en Iberia” –en referencia a la compra de Panrico–, Bimbo comenzó a saborear los primeros resultados de la operación en 2020. No fue hasta entonces cuando celebró «las sinergias obtenidas de la adquisición» del fabricante de marcas como Donuts, Donettes y Bollycao.
Como no podía ser de otra forma, la llegada de la pandemia segó la recuperación. A pesar de la subida de las ventas de la mayoría de productos en los supermercados, la empresa lamentó en sus cuentas de 2021 el “débil desempeño” del mercado español por culpa del coronavirus.
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Una muestra de que Bimbo empezó a digerir la anterior operación fue la compra de dos fábricas de Grupo Siro a lo largo del último año y medio con las que pasó a producir el pan de molde del gigante Mercadona. Las ventas en Europa escalaron el 15,5% en el tercer trimestre de 2021 gracias a la incorporación, con la que sumó los centros de Paterna (Valencia) y Medina del Campo (Valladolid).
Queda por ver ahora como gestionará la de de plantas que ya ostentaba. Muchas funcionan a medio gas y son las grandes causantes de las dificultades financieras del grupo mexicano. Este mismo otoño anunció la venta de la instalación de Granollers (Barcelona) que tenía cerrada desde hacía más de un año después de trasladar la producción a Santa Perpetua de Moguda (Barcelona), a apenas 17 kilómetros de distancia.
Pero la fábrica barcelonesa no fue la única que la multinacional abandonó a lo largo del último año en la Península Ibérica. Como avanzó Economía Digital, la compañía cerró a finales de 2020 su planta de Tenerife. La operación en el archipiélago tiene similitudes con el movimiento en Cataluña: la clausura se produjo para concentrar la actividad en una sola instalación, la que tiene en Agüimes (Las Palmas de Gran Canaria).