Desde que en 1976 se fusionara con Peugeot en el Grupo PSA, Citroën siempre ha tenido que luchar por encontrar su sitio y evitar su extinción, como le sucedió a Talbot en 1995 dentro de la propia PSA o a tantas otras marcas en diferentes grupos automovilísticos.
Ahora, con la unión de hasta 15 diferentes marcas dentro del conglomerado Stellantis, esta necesidad de diferenciación es más acuciante que nunca, y la estrategia para lograrla pasa por crear automóviles extraordinariamente confortables y tan vanguardistas como sea posible en un entorno industrial en el que la estandarización hace muy difícil emplear tecnologías disruptivas.
En este contexto nace el Citroën CX 5, un automóvil de 4,81 metros que combina rasgos de berlina y de SUV con una carrocería fastback o de techo descendente, uno de esos diseños híbridos que se etiquetan habitualmente como crossovers.
Lo cierto es que, sin hacer juicios de valor sobre su estética, sí he recibido numerosos comentarios positivos de la gente que lo ha visto o se ha montado en él, y lo más importante es que Citroën ha conseguido diseñar una carrocería práctica y un habitáculo amplio, todo ello partiendo de una arquitectura modular en la que el grueso de componentes es común con los modelos pequeños de la rama francesa de Stellantis, algo que ayudará, sin duda, a rentabilizar el producto, pero que genera alguna contrapartida, como veremos más adelante.
El C5 X híbrido enchufable es el más interesante de la familia
Hemos probado la versión más interesante de la gama: la variante híbrida enchufable, que combina un motor de gasolina de 1,6 litros y 180 CV con otro eléctrico de 81 kW (110 CV) y una batería de 12,4 kWh de capacidad bruta (11,3 kWh de capacidad neta). La transmisión cuenta con la ayuda de una caja de cambios de ocho velocidades que transmite a las ruedas delanteras los 225 CV y 360 Nm que desarrolla este sistema híbrido.
Sobre el sistema híbrido en sí, que ya hemos tenido la ocasión de probar en otros modelos de Stellantis, no tenemos ninguna queja. En el caso de este Citroën C5 X, si se recarga completamente su batería, nos permite disponer de hasta 63 kilómetros de autonomía puramente eléctrica, autonomía que en carretera será claramente menor, mientras que en ciudad puede ser incluso más alta, si aceleramos con suavidad y deceleramos también de forma moderada para aprovechar al máximo la frenada regenerativa.
Lo cierto es que, a pesar de su longitud, el Citroën C5 X se desenvuelve bien en entornos urbanos. Las maniobras a vehículo parado con el motor eléctrico son bastante progresivas, y el habitáculo está muy aislado.
Un interior extraordinariamente cómodo… en parado
No obstante, en cuanto comenzamos a usar este C5 X nos damos cuenta de que no todo va a ser sencillo a bordo. De entrada, vamos a tener que “estudiar” para entendernos con el vehículo y hacer algo tan sencillo como cambiar de emisora de radio, ya que su interfaz de información y entretenimiento no es intuitiva, y su sistema de reconocimiento de voz no siempre está dispuesto a comprender a la primera lo que queremos transmitirle.
Sí resulta fácil encontrar una postura muy cómoda al volante e iniciar la marcha, momento en el que el vehículo se moverá en modo eléctrico, salvo que la carga de la batería sea extraordinariamente baja. No obstante, una vez en marcha, el buen aislamiento acústico hará que casi ni nos demos cuenta de si estamos circulando con el motor térmico conectado o exclusivamente en modo eléctrico.
Ya en carretera, disfrutaremos de un viaje agradable siempre que el asfalto se encuentre en óptimas condiciones. Las suspensiones son especialmente blandas, y la carrocería se mueve demasiado cuando aparecen baches, bandas transversales, juntas de dilatación… Lo peor, no obstante, viene cuando encontramos uno de esos tramos de asfalto especialmente castigado por el paso de los camiones, con firme irregular a ambos lados del carril. En este escenario, a las amplias oscilaciones de los muelles y la tímida intervención de los amortiguadores se suma un eje trasero torsional que traslada parte del movimiento de la rueda trasera que está sometida a esos baches a la rueda opuesta, zarandeando el vehículo de una forma poco agradable.
No es algo que vaya a producir problemas de estabilidad en condiciones de circulación normales; de hecho, el C5 X se siente bien apoyado en el suelo en casi cualquier circunstancia, pero sí es verdad que son sensaciones que no cuadran con esa búsqueda de confort en la que Citroën está embarcada para diferenciarse del resto de marcas de Stellantis, y especialmente de Peugeot.
El Citroën C5 X tiene buenos argumentos
Dicho todo esto, el C5 X tiene buenos argumentos para convencer a sus posibles compradores, y la economía de uso es uno de ellos, especialmente en esta versión híbrida enchufable. El sistema motriz no es nuevo, pero Citroën lo ha implementado a las mil maravillas en una carrocería grande sin que el precio se dispare.
Puede resultar algo desconcertante que su autonomía sea algo corta para un vehículo de su tamaño con una clara vocación rutera, pero lo cierto es que, acabada la batería, el depósito de 44 litros difícilmente nos ofrecerá más de 550 kilómetros antes de necesitar un repostaje.
Pero, volviendo con el precio, no hay muchas opciones por encima de los 4,65 metros que sean más asequibles que este Citroën, con el Skoda Octavia (en carrocerías berlina y combi) y el Seat León Sportstourer como “casi” únicos rivales. Y el “casi” aquí es importante, ya que el mayor enemigo de este Citroën C5 X es precisamente el tercer modelo de esta pequeña lista: el nuevo Peugeot 408, un poderoso enemigo cuya primera prueba te ofrecimos hace unos días.
Las claves del Citroën C5 X Hybrid e-225
- Crossover de 4,81 metros de longitud.
- Lanzado al mercado a finales de 2021.
- Versión híbrida enchufable de 225 CV.
- Tracción delantera y cambio automático de 8 velocidades.
- 63 km de autonomía eléctrica.
- Etiqueta Cero de la DGT.
- Desde 45.515 euros.