Los narcopisos del Raval movilizan a los vecinos y dividen al consistorio
La ocupación para tráfico de drogas sigue siendo un mal endémico sin respuesta clara por parte del Ayuntamiento de Barcelona
Hablar del Raval barcelonés ha sido siempre sinónimo de un barrio en conflicto, de contrastes, un lugar atractivo pero rodeado de estigmas. En el imaginario de locales y recién llegados, las calles que discurren entre Las Ramblas y la ronda de Sant Antoni ocupan un rincón especial repleto de imágenes contradictorias.
En el mismo espacio conviven codo con codo la Filmoteca y la prostitución, el palacio Güell y las casas okupadas, los restaurantes más punteros con el narcotráfico más indisimulado. Esta ocupación de pisos vacíos y el tráfico de drogas, precisamente, se han dado la mano para convertirse en un fenómeno insostenible para los habitantes de la zona.
La proliferación de narcopisos ha sido una constante en los últimos años. El desalojo por parte de Mossos d’Escuadra es una foto habitual que, sin embargo, divide al consistorio barcelonés e impulsa la movilización vecinal.
Una respuesta ciudadana
Plataformas como Acció Raval nacieron con la intención de denunciar la problemática del barrio para “mejorar la convivencia y el bienestar de todas las personas que lo forman”.
La asociación lleva más de un año trabajando para dar soluciones a este problema y apuntan que está vinculado a la gentrificación del barrio. En su lucha contra la proliferación de puntos de venta de droga, crearon un mapa interactivo que da a conocer la localización de muchos de ellos gracias a la participación ciudadana.
La iniciativa de realizar acciones directas para dar visibilidad al problema de los narcopisos lleva a los vecinos más involucrados en la pelea a denunciar en redes sociales el estado de su entorno. Las imágenes de puertas reventadas o jeringuillas abandonadas entran dentro de la anormalidad con la que conviven en Ciutat Vella.
Presión sobre el gobierno municipal
La presión ciudadana, no obstante, pierde fuerza sin respaldo institucional y a esta batalla han querido sumarse varios partidos políticos. La asociación Robadors-Picalquers-Roig (RPR) aseguró en un comunicado emitido el 19 de febrero haber mantenido reuniones de trabajo con ERC, PSC, Cs, PP y PdeCat. Destaca por tanto la falta de mención a la CUP y Barcelona En Comú, el partido de Ada Colau.
El comunicado en cuestión se emitió después de que la asociación realizara un «narcotour» con los medios de comunicación para mostrar el profundo estado de abandono en el que se encuentran algunas calles del distrito. El recorrido recibió fuertes críticas y se acusó a RPR de «estar politizados».
Posteriormente, PSC, Ciudadanos y ERC presentaron mociones de apoyo a debatir en el pleno municipal que presionan al partido de Colau. La alcaldesa sigue en una posición de fragilidad para alcanzar acuerdos y la oposición ha encontrado en los narcopisos un frente común que desgasta la gestión en el distrito de Gala Pin.
Ada Colau se ha reunido con 15 asociaciones de Ciutat Vella para buscar soluciones a los narcopisos
La necesidad de una contestación por parte del ayuntamiento se tradujo en una reunión entre Colau, Pin y cerca de 15 asociaciones de Ciutat Vella con la intención de acercar posturas respecto a la problemática que presentan los narcopisos, entre otros temas de preocupación general.
Barcelona trata de dar un paso adelante, pero las instituciones no encuentran una respuesta efectiva a un mal sufrido por distintas ciudades españolas, provocando que la lucha en las calles se pierda en las cámaras de gobierno. Es un problema que conocen de sobra en barrios madrileños como Vallecas y Lavapiés, pero también en Valencia, Sevilla y Bilbao.
A tanto ha llegado la frustración y el hartazgo de los vecinos con la falta de medidas municipales que han decidido asociarse en una Red Nacional de Ciudades Afectadas por Narcopisos. El Raval es sólo un ejemplo de los muchos barrios que buscan florecer frente a las adversidades.