¿Y si Mas no llega a recoger su escaño?
Ha comenzado la campaña electoral de unas elecciones autonómicas que, en realidad, se plantean como un plebiscito sobre la independencia. Al margen de la cuestión legal, que no podemos obviar de ninguna manera, lo cierto es que en la noche del 27 de septiembre se contarán todos los votos y se dirá si el bloque independentista ha tenido éxito o ha fracasado. A pesar de todo, hay que tener en cuenta que la situación política exigirá antes o después un acomodo, porque el soberanismo seguirá siendo la minoría mayoritaria en Cataluña, o la mayoría minoritaria, como ustedes quieran.
Otra cosa es la carrera política del President Artur Mas. El actual máximo dirigente de Convergència se ha volcado en el proceso soberanista. Tanto, que ha dejado a la intemperie a su propio partido en beneficio de un supuesto proyecto más ambicioso y generoso para la sociedad catalana. Pero tiene un riesgo, y es que esa apuesta lo consuma, y, de hecho, provoque un cambio político de enorme magnitud.
Hace meses que algunos dirigentes de Convergència, los más veteranos que forman parte de la ejecutiva del partido, advierten de que Esquerra Republicana tendría la tentación de formar un tripartito de izquierdas con la CUP y la candidatura de Catalunya si que es pot, en la que se integra Podemos. ¿Es posible? Sus mismos dirigentes no lo descartan. En Cataluña hay precedentes, les une una inquina a lo que antes se llamaba la democracia burguesa.
Los resultados lo dirán el 27 de septiembre. Si la lista de Junts pel Si depende de los votos de la CUP para la investidura de Mas, todo se complicará mucho para el President. Tal vez no será necesario forzar esa situación. Mas ha dejado claro que todo dependerá del voto de los catalanes, y que estará dispuesto a asumir su responsabilidad.
Por eso, es probable que Mas no llegue a recoger su escaño y decida dimitir. Pero si suma, tengan por seguro que querrá seguir, con el ánimo de plantear una nueva y profunda negociación con el Estado, con los poderes del Estado. Mas ha llegado hasta estas elecciones «vivo», como él mismo reconoce.
Y le han dado por muerto políticamente en demasiadas ocasiones. ¡Atentos!