¿Y si Mafo tiene razón con su obsesión por De Guindos?

Vayamos al grano. Buena parte del éxito de los dos partidos emergentes, de Podemos y Ciudadanos, se basa en una crítica frontal contra lo que unos han llamado la casta, y otros el establishment. La gran tesis es que el PP y el PSOE son lo mismo, que se han turnado en el gobierno, como en la Restauración, y que se ayudan entre ellos, formando una clase dirigente que trata de permanecer en el poder.

Es cierto que ha habido comportamientos similares, con ex ministros, de los dos grandes partidos, que encontraron refugido en consejos de administración de grandes empresas. Pero la historia reciente de España, la que recordamos con el inicio de la crisis económica, indica que los dos partidos no quisieron colaborar, y que, en realidad, se han reprochado siempre las políticas ejecutadas por los respectivos ministros.

Lo certifica Miguel Ángel Fernández Ordóñez, más conocido como Mafo. Fue gobernador del Banco de España entre 2006 y 2012, es decir, en el momento cumbre de la peor crisis en España de los últimos 50 años. Mafo ha escrito un libro, Economistas, políticos y otros animales (Península), en el que carga duramente contra el PP, y, en concreto, contra Luis de Guindos, el ministro de Economía que trató de arreglar, a juicio de los populares, el desaguisado del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero.

La idea de Mafo es que el PP provocó una gran desconfianza hacia España, con su crítica lacerante en los últimos meses del Gobierno socialista. No apoyó a Zapatero, en el paquete de medidas que le exigió la Comisión Europea, en mayo de 2010, a pesar de que sabía el PP que se debían tomar. La abstención –qué paradoja ahora– de CiU permitió que saliera adelante.

Y con Mariano Rajoy ya en el poder no ocurrió lo que esperaba el PP: que con su sola presencia en La Moncloa, los mercados consideraran que España ya estaba salvada. Al contrario. Según Mafo, el PP magnificó el déficit anterior, retrasó el presupuesto –que sabía que debía ser muy restrictivo– a la espera de ganar en las elecciones en Andalucía, que no logró, con su candidato de siempre, Javier Arenas. Todo eso disparó la prima de riesgo. Pero el remate, a juicio de Mafo, fue la gestión de Bankia.

El ex gobernador cree que De Guindos no podía decir que el Gobierno del PP no iba a inyectar dinero público en las entidades financieras, cuando sabía que lo debían hacer, como había ocurrido en todos los países europeos, como Inglaterra, Holanda o Bélgica. Ahora bien, pasada la tempestad, Mafo no tiene ningún problema en asegurar en su libro que Rajoy acabó gestionando bien la crisis. Y con ironía señala que Rajoy explica «muy bien» el motivo de esa inyección de dinero público.

El caso es que, al contrario de lo que señalan los partidos emergentes, el problema de España no es que haya una casta o un establishment, es que los grandes partidos no han colaborado, y han buscado golpes mortales entre ellos en cada ocasión. El PP quería llegar al poder en 2011, y no tuvo reparos en magnificar los problemas financieros, sin ofrecer su mano en mayo de 2010, el mes más crítico de la historia reciente de España. Ocurrió también en 1993, con un Gobierno de Felipe González ya calcinado, y se renovó con más carga en 1996, hasta que el PP ganó. Y el PSOE lo había hecho contra la UCD, sin ningún rubor, entre 1977 y 1982, cuando arrasó en las urnas.

Mafo propone menos politica y más participación de expertos. Más ilustración y menos pelea en el ring. Más técnica, y menos bronca. Hay otros autores que apuestan por esa línea en los últimos años, como Víctor Lapuente o Benito Arruñada. Es lo que le falta a España. No se trata de dejar la política a un lado, sino de ejercerla con más atino, pensando en el conjunto, no sólo en el partido.

A Mafo le cuesta ejercer, sin embargo, la autocrítica, pero la lección que expone, a las puertas de la formación de un nuevo Gobierno, pueden ser clarificadoras para todos los contendientes.