¿Y si el pacto del abrazo acaba triunfando?
A la espera de que acaben por decidirse los muy numerosos votantes que aún se declaran indecisos, las tendencias marcadas hasta ahora por todas las encuestas conocidas dan unos resultados muy ajustados para las elecciones del 26J. Puede haber sorpasso pero puede haber sorpresa si, como en privado reconocen algunos expertos, hay mucho voto oculto, en especial entre los indecisos.
Descartada en principio la posibilidad de un triunfo nítido y rotundo de alguna formación –de ahí que Mariano Rajoy se empecine una y otra vez en reclamar que la fuerza más votada sea la encargada de formar gobierno-, está claro que serán necesarios pactos que no solo nos eviten una tercera convocatoria electoral sino que nos garanticen la necesaria estabilidad parlamentaria.
El fin del bipartidismo casi perfecto existente en España desde 1977 tiene evidentes ventajas. Pero tiene también sus inconvenientes, no menos evidentes. El primero y principal, propio de todos los sistemas políticos no bipartidistas, es que dificulta la estabilidad. Pero en esta dificultad tiene también una de sus ventajas principales, ya que exige acuerdos amplios, casi siempre transversales.
El PP sigue defendiendo la necesidad de la gran coalición con el PSOE, con o sin C’s. El PSOE ha dicho y repetido que no está dispuesto, ni tan siquiera mediante una abstención, a permitir la continuidad del PP en el gobierno. C’s se niega a dar sus votos a Rajoy y fija unas líneas rojas tajantes para cualquier posible pacto con el PP. Si Unidos Podemos y sus confluencias superan finalmente al PSOE en votos y en escaños, incluso en el supuesto de que exista un número de diputados de izquierdas que se aproxime a la mayoría absoluta, será difícil, casi imposible, que el PSOE acepte votar la investidura de Pablo Iglesias como presidente del gobierno. Sería la respuesta lógica al reiterado voto negativo de Podemos e IU a los dos intentos fallidos de investidura presidencial de Pedro Sánchez.
¿Terceras elecciones aseguradas? Solo se llegará a este extremo en una situación de bloqueo absoluto, que podría producir una grave crisis institucional si ni tan siquiera se presenta ninguna candidatura a la investidura.
No obstante, no es en modo alguno descartable que volvamos a ver un nuevo «pacto del abrazo» entre el PSOE y C’s, que requeriría la abstención del PP y/o de Unidos Podemos para alcanzar los apoyos imprescindibles para la investidura presidencial de Pedro Sánchez –o incluso de algún otro candidato de consenso, que incluso podría ser algún independiente de gran prestigio-.
¿Difícil? Sin duda alguna. Pero mucho más difícil me parece tanto la continuidad del PP en el gobierno –por ahora no le salen las cuentas, ni tan solo con el muy difícil apoyo de C’s previa obligada renuncia de Rajoy- como que el PSOE apoye la investidura de Pablo Iglesias o que Unidos Podemos otorgue sus votos para que Pedro Sánchez sea presidente.
Tras unos meses de ataques cruzados de una intensidad y gravedad nada habitual en la política española, son muchos los puentes rotos. Entre el PP y el PSOE, evidentemente. Pero también entre el PP y C’s. Y entre el PSOE y Unidos Podemos. Solo sigue funcionando el puente entre el PSOE y C’s. Un puente basado en un acuerdo transversal, de centro-izquierda, que podría sumar más escaños que ninguna otra opción y que, previa la abstención imprescindible de PP y/o Unidos Podemos, podría acabar con la parálisis política que España padece desde hace ya más de medio año.