Y si 2013 no fuera tan malo…
La verdad, todos los agoreros que enfocan 2013 como un año trágico creo son del tipo de gente que jamás ha tenido problemas en toda su vida. Ahora, tienen miedo. Y si algo ha conseguido esta crisis es que todos los que la vivimos nos hacemos más duros y resistentes. Por eso, quienes nos ha tocado vivirla sólo podemos mirar 2013 con optimismo.
Cosas que ya decíamos hace años han resurgido los últimos meses. Como que se deben cambiar algunas leyes, robustecer la solidaridad del país u otros problemas más puntuales. Todavía queda mucho camino que recorrer. Por ejemplo, aún tenemos políticos de muy bajo nivel, algunos gobiernos deleznables –eso sí, votados por una mayoría–, acuerdos infumables y soñadores que no pisan el territorio al mando de buena parte de la gestión del país. Pero señores, seamos optimistas y tiempo al tiempo. Si algo hará la crisis es limpiar de virus la atmósfera y la política.
El 2012 ha sido un año de grandes cambios, pero aún quedan otros mayores en camino. Todos deberíamos saber que lo que provoca el avance de la sociedad son los cambios y no el conservadurismo. Mantener las mismas políticas de restricción, aumento de impuestos y eliminación o incluso exterminación de la clase media no es el camino que debe seguir el país. Estoy convencido que no es lo que nos va a traer el próximo año. Poco a poco, grandes cambios surgirán.
Veremos muchos cadáveres políticos. Algunos, muy pronto. Hace meses, cuando Artur Mas ya anticipaba su barco a la deriva, anunciamos que sería su fin político. La verdad, no creo que termine 2013 liderando Catalunya. Quizás vientos de Tramontana que pisan con fuerza puedan ser el relevo, pero no tengo claro si el país está preparado para ser dirigido por un presidente gay. En todo caso, si así fuera, sería un gran avance que debería contar con todo nuestro apoyo. Las diferencias económicas, sociales o personales nunca deben ser un impedimento para gobernar un país.
Pero esa hipótesis de cambio de liderazgo la vemos lejana en 2013. Artur Mas ha volcado su pinyol directamente a liderar la batalla del gobierno, dejando desguarnecida su retaguardia. Y la experiencia de este país, triste en ese aspecto, es que un gobierno se controla más desde un partido que desde la Generalitat. El próximo año será el de la caída del President, y le acompañarán todo el pinyol. Esa generación de líderes que han elegido un camino equivocado y que ha basado su forma de hacer política en las conspiraciones y los manteles de restaurantes de lujo. Deberemos estar atentos a la transición catalana en clave política.
Curiosamente, ahora Catalunya está prisionera de sus palabras, mientras que España tiene las manos libres para actuar. En un mundo cada vez más global, las fronteras tenderán a desaparecer aún más. Las políticas que tienden a reducir quedarán superadas por la propia velocidad del avance de la globalidad. Y el fracaso de la oposición –no callejera– en España, consolidará todavía más al presidente Rajoy. Lo cual será el summun de la crisis en el país. Alguien que no sabe afrontar problemas podrá ser el líder que supere su principal obstáculo.
Con todo, las tensiones serán grandes. La caída de Mas y de su pinyol será dolorosa. Alguien que se cree dios del territorio nunca lo dejará a la deriva sin luchar. Más escándalos salpicarán el escenario político, algunos duros de asumir. Y que nadie dude, 2013 será recordado en la historia como la segunda transición. El paso que nos hará superar definitivamente la primera transición, tan reconocida en todo el mundo, y algunos de sus personajes más singulares. Permitirá una nueva apertura política del país.
Veamos, pues, 2013 con optimismo. Será un año de oportunidades y de grandes momentos. ¿Y no es una gran suerte estar en medio de un momento histórico como el actual, escribiéndolo o viviéndolo? Disfruten el próximo año. Les irá mejor o peor, pero cada uno podrá escribir su propia historia y decidir sobre la misma.